Anuncio

Estudiante de Tijuana cruzó la frontera todos los días con la expectativa de trabajar alguna vez para la NASA

Share

Durante su infancia en Tijuana, Sergio Sandoval no sabía cuánto afectaría su lugar de nacimiento a su posibilidad de alcanzar sus sueños.

Sandoval planea ser ingeniero aeroespacial y está en vías de lograr ese objetivo; se graduó del Instituto de Tecnología de Georgia y trabaja para la NASA. Además, planea obtener una maestría de la Universidad Estatal de San Diego.

Todo esto fue posible debido a una decisión que tomó su madre antes de que él naciera: la mujer cruzó la frontera para dar a luz en San Diego, convirtiéndolo así en ciudadano de los Estados Unidos. Apenas salió del hospital, se fue con él de regreso a México. “No tengo idea de por qué quiso hacerlo, sinceramente”, aseguró Sandoval.

Anuncio

Aunque le molestaba no ser “completamente mexicano” durante su infancia, dijo, cuando se dio cuenta de que quería ser ingeniero aeroespacial y que podría asistir a la universidad al norte de la frontera, comenzó a apreciar su identidad transfronteriza.

Sandoval, de 24 años, cursó hasta el final de la escuela preparatoria en Tijuana, y mientras miraba hacia el futuro, no sabía bien lo que quería hacer. “Fui un buen estudiante, pero no tenía una pasión”, comentó.

Entonces alguien le señaló que con su aptitud para las matemáticas sería un buen ingeniero, y Sandoval comenzó a investigar la carrera. “Me llamó la atención porque parecía difícil”, expuso. “Nunca había pensado en cómo vuelan los aviones. Era algo loco que podía hacer”, agregó con la cara iluminada.

En México, explicó, las personas generalmente asisten a las universidades más cercanas a su hogar. La ingeniería aeroespacial no estaba disponible como especialización en ninguna de las instituciones cercanas. Pero se dio cuenta de que la Universidad Estatal de San Diego, al otro lado de la frontera, tenía un programa.

Antes de inscribirse, necesitaba aprender inglés y entender el sistema educativo estadounidense.

Comenzó su educación superior en 2011, en San Diego City College, donde se unió al programa de Logros en Matemáticas, Ingeniería y Ciencia. Al principio, vivió con su tía en San Diego, pero después de un par de meses regresó con su familia enTijuana y cruzaba la frontera todos los días para asistir a clases.

Se despertaba a las 3 a.m., y una hora después su padre lo dejaba en la frontera. Después de esperar en la fila para cruzar, a menudo con su mejor amigo que también asistía al City College, tomaba el tranvía al campus, donde solía llegar cerca de las 8 a.m. Si la fila para cruzar era más corta de lo que esperaba, a veces llegaba a la escuela mucho antes de lo necesario, y tomaba una siesta en el césped afuera de su edificio hasta que las puertas se abrían.

“Eso te enseña mucho”, dijo, sobre el viaje de ida y vuelta a la escuela. “Para mí, fue sinónimo de mucha paciencia y me hizo comprender que estaba seguro sobre lo que quería hacer”.

Cuando era niño, en Tijuana, estaba acostumbrado a cruzar la frontera con frecuencia para ir de compras o hacer viajes con su familia. Por ello, cruzar todos los días para ir a la escuela no parecía un gran problema. En su trayecto, veía muchos de los mismos rostros todos los días, personas que cruzaban para ir a trabajar o incluso para asistir a la preparatoria. “La gente piensa que es muy sorprendente haber hecho eso”, señaló. “Pero es normal. La frontera siempre ha estado ahí para mí”.

Además, Sandoval sabía que era el camino para lograr lo que quería, por eso lo hizo. “Cuando llegué a los Estados Unidos, traté de dejar atrás todos mis miedos y ser la persona que quería ser”, aseguró.

Eso incluía ser puntual y organizado, y no tener miedo de hablar inglés, un idioma que había estudiado levemente en la preparatoria, pero que no se sentía cómodo de usar. “Creo que me tomó todo un año saber cómo pronunciar la palabra ‘ingeniería’”, recordó, destacando que solía enfatizar la sílaba equivocada.

Leía libros en inglés, consultando cada palabra que no conocía. También leía el diccionario todos los días, comentó. Después de un año, pudo entender lo que le decían las personas. Hablar con fluidez le tomó alrededor de tres años.

Para desafiarse más a sí mismo, decidió irse más lejos de casa para obtener su licenciatura. Así, solicitó ingreso a Georgia Tech, una de las mejores universidades para programas de ingeniería.

En otoño de 2013, se mudó a Atlanta. Esa experiencia lo ayudó a madurar. “Desde el primer día estás solo”, contó. “Tienes a tu familia, tienes a mucha gente que te apoya, pero te das cuenta de que no siempre están ahí. Muchas veces, tendrás que luchar por tu cuenta y buscar soluciones para ti”.

Mientras estaba en Georgia Tech, comenzó a hacer prácticas en la NASA, primero en el Laboratorio de Propulsión a Reacción, en 2016, y luego en el Centro Espacial Johnson.

Cuando se graduó, en diciembre de 2017, sus parientes viajaron a Atlanta para celebrar con él: había sido el primero de la familia en ir a la universidad. “Fue realmente un esfuerzo familiar”, aseguró.

Sandoval planea seguir trabajando en el centro espacial en Houston este verano, antes de comenzar su maestría en el otoño. “Mantén la fe en ti mismo”, dijo, cuando se le preguntó qué consejo le daría a los demás. “Encuentra tu pasión. Encuentra eso que te mueve a hacer cualquier cosa loca, y hazlo”.

Morrissey trabaja para el San Diego Union-Tribune.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

Anuncio