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Esperemos que el tiroteo en Salvador Castro Middle School finalmente despierte al LAUSD en cuanto a la seguridad escolar

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El tiroteo en Salvador Castro Middle School, en Westlake, puso de relieve las preocupaciones contrapuestas sobre las armas en los campus. Por un lado se encuentran los defensores de los derechos civiles, así como algunos padres y administradores de escuelas charter, que critican la política del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) de realizar inspecciones al azar entre los estudiantes, todos los días, en todas las escuelas secundarias y preparatorias, utilizando varillas de detección de metales. Muchos consideran la práctica como humillante, una medida que interrumpe el tiempo de educación, sostienen justificadamente.

Del otro lado se encuentran los funcionarios del distrito y los padres que alegan, con la misma justificación, que cualquier situación embarazosa es un mal menor en comparación con el problema de mantener las armas letales fuera de los campus.

Algunos verán el último tiroteo, que hirió gravemente a un niño de 15 años, como evidencia de que las inspecciones aleatorias por armas son necesarias. Otros la considerarán una política ineficaz, que no evitó que hubiera heridos en ese hecho.

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La vergüenza es que nadie sabe por qué, a pesar de los años de desafíos a las requisas aleatorias (conocidas como “wanding”), el distrito aún no ha analizado exhaustivamente si su política es o no efectiva. Tampoco determinó si otras formas de protección ante la violencia podrían ser igual de útiles, pero sin la intromisión que fomenta una cultura de desconfianza entre los estudiantes y el personal escolar.

Durante el año lectivo 2014-2015, los controles arrojaron más de 800 armas, la mayoría de ellas cuchillos y navajas. Quince fueron armas de fuego. Pero además de encontrar artículos de contrabando, los funcionarios del distrito insisten en que las inspecciones al azar sirven como elemento de disuasión, y que el número de armas que llegarían a los campus sería mucho mayor sin ellas.

Tal vez sea verdad; quizás no. El problema es que, más de un año y medio después de que esta página pidiera al distrito que reúna los hechos necesarios, éste todavía no ha llegado al fondo del problema.

Lo que ha hecho es una auditoría en la cual se detectó que la política de búsquedas fue practicada de forma errática, dando credibilidad a aquellos críticos que las describen como desiguales e injustas, dirigidas a algunos estudiantes por encima de otros. A pesar de las reglas del distrito, hay escuelas que no realizan inspecciones todos los días. Algunas no tienen suficientes varillas para hacerlo. La auditoría del distrito se realizó en apenas 20 escuelas; ¿quién sabe qué está pasando en el resto?

A fines del año pasado, la superintendente en funciones Vivian Ekchian anticipó que encargaría una encuesta de actitudes sobre las requisas. Pero esto es mucho más que una cuestión de actitudes; el tema clave no es cómo se sienten las personas con respecto a las inspecciones por armas, sino si éstas son necesarias para la seguridad de los alumnos.

El distrito podría realizar su propio experimento con diferentes medidas de seguridad en varios campus, incluidos programas de paso seguro para ayudar a los estudiantes a llegar y regresar de la escuela a salvo. Quienes se oponen a las requisas han sostenido que proporcionar transporte sería más útil para garantizar la seguridad de los jóvenes que cualquier cantidad de varillas detectoras de metales.

Los líderes escolares también pueden buscar respuestas fuera del distrito: el Centro Nacional de Estadísticas Educativas informa que las búsquedas de armas al azar han perdido popularidad en muchas escuelas. En 2000, el 7% de las escuelas de todo el país realizaban requisas; para 2014, el porcentaje había caído al 4%. ¿Qué pasó en los sitios que pusieron fin a las inspecciones? ¿Están igual de seguros? ¿Quizás incluso aún más seguros? ¿Qué métodos emplean? O, tal vez, las armas se han vuelto un problema en esas escuelas, lo cual indicaría que las búsquedas eran justificadas.

El LAUSD dio inicio a las búsquedas aleatorias después de dos incidentes con tiroteos, en 1993, que acabaron con la vida de alumnos en los campus. Se trata de una reacción comprensible. No obstante, las tasas de delincuencia han caído dramáticamente en las últimas décadas desde entonces, y la política necesita una revisión exhaustiva.

El distrito tiene una desafortunada tendencia a instituir programas sin el seguimiento necesario para garantizar que realmente funcionen. Los problemas penden, en lugar de ser resueltos. Eso es lo que sucedió cuando el distrito se dio cuenta de sus inconvenientes con el ausentismo crónico; comenzó algunos planes pilotos de asistencia en varias escuelas, pero nunca investigó cuáles debían ampliarse y cuáles tenían poco efecto. Finalmente, un panel externo ahondó en la cuestión y se le ocurrió un plan que el distrito recientemente adoptó.

La seguridad en los campus es un asunto aún más importante. De ser posible preferiríamos prescindir de las inspecciones; los estudiantes deben ser tratados como aprendices entusiastas, no como sospechosos. Pero sería aún peor para los alumnos sentirse -y estar- en peligro. Los funcionarios del distrito deben profundizar el debate y obtener evidencias sobre cómo proteger a los jóvenes adecuadamente.

Traducción: Diana Cervantes

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

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