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En el incendio Thomas, las mujeres bombero no sólo luchan contra el fuego, también contra sus uniformes

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Kelley Whitelens caminaba por una empinada colina hacia el patio trasero de una casa en Coyote Road, en Santa Bárbara; con una mano se secó el sudor de la cara y con la otra se subió los pantalones caídos.

Whitelens es la única bombera femenina en un equipo de 19 personas oriundas de Dakota del Sur, que luchan contra el feroz incendio Thomas, el mayor registrado en California hasta el momento, con 281,620 acres quemados en los condados de Ventura y Santa Bárbara.

No está claro cuántas mujeres bombero están en primera línea, pero con más de 8,000 personas peleando contra las llamas en su apogeo, muchos equipos incluyen mujeres, que se enfrentan a los mismos desafíos que sus colegas masculinos y a uno más: soportar el calor y el terreno traicionero con un traje hecho para hombres.

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“Mi uniforme cuelga y es holgado”, señaló Whitelens mientras se sentaba, exhausta, en un banco de madera. “Es incómodo, pero he aprendido a acostumbrarme”.

La mujer, de 21 años de edad, ha luchado contra los incendios forestales en todo el país durante tres años con la tribu Rosebud Sioux; y llevaba ocho días en la línea de fuego de Thomas.

La lucha contra el fuego se remonta a su familia; su hermano y sus sobrinos también son bomberos. Es una carrera en la cual ella puede verse; aunque hay un aspecto que desearía poder cambiar: su uniforme.

Su queja no es poco común. Numerosas mujeres en el incendio de Thomas señalaron que no tienen más remedio que usar uniformes hechos para el cuerpo de un hombre.

Rodar las mangas de la chaqueta de gran tamaño hacia arriba, o levantar los pantalones para que la entrepierna no cuelgue no es simplemente incómodo, sino que agrega otro elemento de peligro a la tarea en la primera línea.

Jessica Hannah, de 33 años, quien ha sido bombero en el condado de Snohomish, Washington, durante cuatro años, señaló que los desafíos mentales y físicos del trabajo la entusiasman. No ha habido nada más gratificante que estar rodeada de otros bomberos que comparten la misma pasión e impulso para ayudar a la gente en la lucha contra el fuego de Thomas, aseguró.

Pero, mientras estaba de pie cerca de un puesto de comida donada recientemente, en el recinto ferial del condado de Ventura -el centro de comando para los bomberos- Hannah remarcó que, si pudiera, también tendría un mejor uniforme.

Aunque su departamento de bomberos la apoyaría para obtener ropa personalizada, la mujer duda. “Nuestro traje está creado para durar por años, por lo tanto sería una pérdida financiera para el departamento”.

Otras mujeres afirmaron haberse acostumbrado a usar equipo de protección diseñado para varones. De pie, con las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones azules y su cabello rubio recogido, Amber Anderson, investigadora de incendios del Departamento de Bomberos de Santa Bárbara, de 36 años de edad, dijo que aunque los pantalones son grandes para ella, no le molestan, y que el espacio extra para las piernas le resulta cómodo. “Está bien. He escuchado a colegas hablar sobre eso, pero estoy acostumbrada”, afirmó.

Aunque el número de bomberos mujeres en los Estados Unidos está creciendo, sigue siendo un sector dominado por hombres. Hay alrededor de 77,000 mujeres bomberos en el país, de acuerdo con la National Fire Protection Association.

Hannah destacó que “notó un movimiento para hacer más equipos femeninos”. “He escuchado a más mujeres hablar sobre cuánto desean tener su propio traje debido a lo holgados, pesados y calientes que se sienten los uniformes tradicionales”, señaló.

Durante los últimos seis meses, Hannah Key, bombero del Sierra National Forest y capitana de bomberos en el incendio de Thomas, reunió cientos de encuestas de bomberos de todo el país sobre sus medidas corporales, equipos y mejoras que esperan ver. Su iniciativa derivó de un correo electrónico que envió durante el incendio de Cascade, en la primavera de 2016, quejándose de la falta de equipos apropiados para mujeres. “En una hora, tres personas de la compañía hablaron por teléfono conmigo diciéndome que les gustaría fabricar trajes para nosotras”, indicó Key.

Desde entonces, ha reunido testimonios de mujeres bombero en California, Oregon, Texas, Florida y otros estados, evaluando sus necesidades y los problemas que han encontrado en el campo. “La respuesta ha sido abrumadora”, comentó. “Hay un mercado para esto”.

Key, de 27 años, ha sido bombero durante una década. En algunos casos, su uniforme se interpuso en su trabajo de campo, relató. A menudo se ajusta los pantalones a la cintura para no tropezar cuando camina o se arrastra sobre las rocas, lo cual la frena.

Durante un incendio en Yosemite, en 2010, cayó de una roca después de perder su agarre tratando de usar una mano para sostener sus pantalones y la otra para levantarse. “Muchos insultos vinieron a mi mente en ese momento. Me sentí muy frustrada”, confesó.

Mientras barría los puntos calientes en Ojai, Key llevaba un uniforme diseñado para su cuerpo. Su camisa amarilla se ajustaba a su pequeña contextura, y sus pantalones verdes de algodón abrazaban sus piernas, dándole mayor movilidad y control. Aún así, dijo, se podían hacer mejoras. “Los bolsillos todavía no están en el lugar correcto, así que cuando me siento las cosas se caen”, contó, “pero definitivamente me ayuda cuando estoy en el campo”.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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