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Esta nueva escuela tienen un desafío especial: cuidar de 38,000 tumbas sin nombre

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Una iniciativa de 15 años para construir una escuela en el vecindario de Dunning, en Chicago, está en marcha con una complicación inusual: los trabajadores deben tomar medidas cuidadosas para no perturbar los restos humanos que puedan estar enterrados allí.

La escuela, por un valor de $70 millones, se construirá en los terrenos de una antigua casa para personas de bajos recursos del Condado de Cook, donde se estima que 38,000 personas fueron enterradas en tumbas sin nombre.

Algunos de los fallecidos eran residentes demasiado pobres para pagar los costos del funeral, cuerpos no reclamados y pacientes del manicomio del condado.

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“Puede haber y se han encontrado cadáveres por todas partes”, aseveró Barry Fleig, un genealogista e investigador de cementerios que comenzó a investigar el sitio en 1989. “Es un lugar espeluznante y aterrador”.

Los trabajadores tienen hasta el 27 de abril para excavar y limpiar el sitio, remediar el suelo y reubicar una línea de alcantarillado existente. La escuela debería abrir a tiempo para el año académico 2019-2020, aunque un portavoz de las Escuelas Públicas de Chicago no precisó qué tipo de institución académica será.

“Estoy seguro de que estarán encima de algunas tumbas, pero esto es el progreso”, señaló el concejal Nicholas Sposato.

Con 135,000 pies cuadrados, la escuela tendrá capacidad para aproximadamente 1,200 estudiantes, según el funcionario.

Fleig está “casi seguro” de que no hay ataúdes intactos debajo de los terrenos escolares propuestos: los cuerpos fueron enterrados principalmente en dos antiguos cementerios, aunque se han descubierto restos humanos diseminados durante los proyectos de construcción anteriores.

Niños, pacientes de una enfermería y de un hospital de tuberculosis, víctimas del Gran Incendio de Chicago, de 1871, y veteranos de la Guerra Civil fueron sepultados en lo que se conoce como Dunning Ground, un tramo de 320 acres en el noroeste de la ciudad.

En 1854, el condado abrió un asilo de pobres y una granja, y gradualmente agregó un manicomio, enfermería y hospital para tuberculosos a la propiedad. Hasta 1,000 personas eran enterradas en los terrenos cada año.

El estado se hizo cargo en 1912 y cambió el nombre oficial a Hospital Estatal de Chicago. Los edificios fueron cerrados en 1970 y sus funciones se trasladaron a lo que ahora es el Chicago-Read Mental Health Center.

En los años posteriores al cierre del Hospital Estatal de Chicago, el estado vendió una gran parte de la tierra a empresas de desarrollo. Hoy en día, los cementerios están rodeados de restaurantes, negocios, casas y condominios.

Los cuerpos fueron desenterrados por trabajadores que estaban construyendo viviendas unifamiliares e instalando líneas de alcantarillado, en 1989 y nuevamente en 1995, informó el Tribune en ese momento.

No se han encontrado restos humanos desde que la ciudad comenzó a explorar el sitio escolar en 2013, confirmó Bryant Payne, vocero de la Comisión de Edificios Públicos de la ciudad.

David Keene, un arqueólogo contratado para examinar el sitio en 1990, supervisó la apertura de zanjas antes de la construcción del proyecto escolar para buscar restos humanos, enterramientos o cementerios, pero no halló nada.

Aun así, Payne señaló que la agencia redactó un plan de cinco páginas para guiar a los trabajadores sobre cómo lidiar con posibles descubrimientos mientras construyen la escuela.

Se alienta a los constructores a utilizar palas y cucharas de plástico o de goma durante las obras. Deben tener bolsas de plástico para huesos pequeños y artefactos, recipientes, guantes y equipos de fotografía en el lugar.

En caso de hallar tumbas intactas, los funcionarios establecerán un perímetro con cinta policial, colocarán señales de advertencia y asegurarán el área.

Los arquitectos luego retirarían los ataúdes y artefactos de la tumba, los colocarían en contenedores de plástico y los trasladarían a un área de almacenamiento antes de reanudar las obras.

El Museo Estatal de Illinois tiene jurisdicción sobre cualquier resto humano que se descubra, según la Ley de Restos Esqueléticos Humanos.

Los funcionarios del museo destacaron que trabajarán con el Departamento de Recursos Naturales de Illinois para establecer un lugar de descanso final, de ser necesario. Dawn Cobb, arqueóloga de la Oficina de Bienes Raíces y Planificación Ambiental de la agencia, dijo que hay una “gran probabilidad” de que cualquier resto sea trasladado al Dunning Memorial Park.

Jeanne Lambin, de 48 años, fue parte de un equipo de arqueología contratado para investigar los terrenos de Dunning en 1989, poco después de que un operador de retroexcavadora golpeara un cadáver mientras desarrollaba condominios.

El estado recientemente había aprobado una ley que exigía realizar evaluaciones arqueológicas antes de la construcción de cualquier propiedad donde se descubrieran restos humanos.

En ese momento, Lambin tenía 19 años de edad y era una estudiante de primer año de la Universidad de Loyola, que se había unido al equipo para enseñar y capacitar a los trabajadores en el lugar. “Apenas retirabas la capa superior del suelo para comenzar a desenterrar, podías ver los contornos de los ataúdes”, recordó Lambin.

“Los cuerpos emergían. Sé que es realmente espeluznante y extraño para algunas personas, pero para mí, se trataba de conocer a estas personas de una manera muy interesante. Los cuerpos cuentan historias”.

Para entonces, los cadáveres llevaban enterrados en Dunning durante más de un siglo. Lambin dijo que algunos de los cuerpos habían sido enterrados con joyas, cuentas de vidrio, Biblias, monedas y otros artefactos. Había madres sepultadas con infantes. “En muchos de ellos, se podía decir dónde habían colocado sus manos”, narró. “Era absolutamente increíble”.

Lambin trabajó en dos secciones diferentes del sitio de excavación. En un área, el suelo era fácil de excavar y los cuerpos estaban intactos, en ataúdes individuales. Trabajar en la segunda sección fue una experiencia mucho más “espeluznante” y “desconcertante”, dijo. Los excavadores también encontraron “revoltijos de huesos” en una fosa común.

Los cuerpos fueron retirados del sitio, catalogados y analizados en el laboratorio, y vueltos a enterrar en el Cementerio de Oak Park, en pequeños ataúdes.

“Fue una experiencia realmente profunda pasar por el redescubrimiento, la extracción y la repatriación de personas que habían sido olvidadas”, expresó la especialista. “Aprendí mucho sobre las personas que habían habitado ese espacio, pero también hay mucho que nunca sabré”.

Moreno escribe para el Chicago Tribune.

Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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