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El siguiente senador de California podría ser una latina. ¿Sus errores pasados se interpondrán en su camino?

La representante Loretta Sánchez, frente las escaleras de un edificio de oficinas del Congreso. ()

La representante Loretta Sánchez, frente las escaleras de un edificio de oficinas del Congreso. ()

(Alex García / Los Angeles Times)
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El estilo sencillo y amigable de la representante Loretta Sánchez ha persuadido a los votantes del condado Orange durante dos décadas, pero esa bendición ha venido con una maldición irritante: la ocasionales y punzantes ‘metidas de pata’.

Desde que entró en la carrera por el senado federal la primavera pasada, Sánchez ha recibido atención negativa por imitar un “grito de guerra” de los nativos americanos —que fue grabado en video— y por sugerir que entre el 5% y 20% de los musulmanes apoyan un califato.

Incluso el lanzamiento de su campaña salió mal cuando un anuncio “preliminar” fue revelado a reporteros días antes de que estuviera lista.

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Los errores de Sánchez han dibujado sonrisas en sus opositores en la carrera por sustituir a la senadora demócrata Barbara Boxer, quien se retira a los 75 años. Pero rivales pasados advierten que nunca hay que darla por descontada. Ellos dicen que la demócrata tiene una historia de desafiar bajas expectativas, y sus 10 victorias consecutivas en el Congreso en un condado conocido por ser un bastión conservador, son prueba de su tenacidad y habilidad política.

“Es fácil, basado en las vistosas acciones y metidas de pata de Loretta, descartarla de buenas a primeras. Pero ella es de hecho una inteligente y agresiva candidata”, dijo George Andrews, quien en 2010 manejó la infructuosa campaña del republicano Van Tran, para desbancar a Sánchez en uno de sus desafíos de reelección más difíciles.

Para Sánchez, de 56 años, enfrentar complicadas apuestas no es nada de nuevo.

En 1996, la poco conocida analista financiera de Anaheim se ganó el apodo de “Asesina de Dragones”, al vencer al ultraconservador representante Robert “B-1 Bob” Dornan, derrotándolo por solo 984 votos. Ella sobrevivió a una amarga lucha con Dornan, quien trató de revertir los resultados reclamando que la elección estaba manchada por los votos ilegales emitidos por no ciudadanos.

Antes de eso, su curriculum político consistía solamente en un intento fallido por el Gobierno Municipal de Anaheim.

“Cuando se nominó por primera vez, no se esperaba que fuera a ser la candidata, ni siquiera por el partido demócrata”, dijo el consultor político John Shallman, quien manejó la campaña de Sanchez de 1996. “Y cuando fue la nominada, no creyeron que tuviera posibilidades. ¿Por qué? Porque era latina y mujer”.

Nacida de padres que emigraron a Los Ángeles desde Sonora, México, Sánchez recuerda ser una de las primeras inscritas en la Operation Head Start, un programa federal para niños de bajos ingresos, en la escuela primaria El Monte.

Sus padres se conocieron cuando trabajaban en una frábrica de goma y plástico de L.A., donde su padre era maquinista y su madre contadora.

Cuando la familia Sánchez se mudó a Anaheim en 1965 y se unió a un pequeño grupo de otras familias latinas en el vecindario, ambos vecinos pusieron sus casas a la venta, recuerda Sánchez.

Sánchez era la segunda de siete niños, y sus padres los empujaron a enfocarse en las matemáticas y la ciencia — algo menos que una boleta de calificaciones de puras A significaba problemas—. Todos continuaron hasta obtener títulos universitarios. “Mi papá me dijo, ‘no quiero que nadie te llame mexicana tonta’”, recuerda Sánchez.

En 2011 la legisladora se casó con un fiscal retirado del ejército, el coronel Jack Einwechter. En ese entonces él trabajaba como cabildero en Washington; ahora es abogado practicante en el condado Orange. (Sánchez se divorció en 2004 de su primer marido, Stephen Brixey).

Einwechter dijo que había sido republicano por mucho tiempo y había votado por Ronald Reagan en la elección presidencial de 1980. Ahora, dijo, es un ferviente seguidor político de Loretta”.

Sánchez dijo que se registró como republicana cuando estaba en su último año en la preparatoria Katella de Anaheim por el consejo de su profesor de educación cívica, un liberal, que le dijo que votar por los demócratas en el conservador condado Orange garantizaba una vida de aplastantes decepciones. Pero Sánchez cambió de opinión bruscamente a principios de los 90, un período de despertar político para muchos latinos de California, cuando oyó que el precandidato presidencial republicano Pat Buchanan había hablado de la “invasión ilegal” de inmigrantes mexicanos cruzando hacia EE.UU., trayendo drogas y robando empleos de estadounidenses.

“Mis padres son inmigrantes”, recordó Sánchez que pensó en aquel momento. “Me dije, ‘sabes qué, no pienso que sea una republicana’”.

La transformación política de Sánchez, en muchos sentidos, coincidió con la ola de californianos, sobre todo latinos, que se alejaron del partido republicano.

Pero el crecimiento del partido demócrata en el estado no le ofrece ninguna garantía de éxito en su actual campaña. Su principal rival es la fiscal estatal Kamala Harris, una compañera de partido que se mantiene cómodamente delante en las encuestas y colecta de fondos a menos de dos meses de las elecciones primarias.

Una encuesta reciente de USC Dornsife/Los Angeles Times encontró que Harris aventaja a Sánchez 28% contra 19%, con los aspirantes republicanos en un solo dígito y el 32% de los votantes californianos todavía indecisos.

California no ha tenido un asiento del Senado abierto desde 1992. Los que terminen en primero y segundo lugar en la primaria del 7 de junio, independientemente del partido, se enfrentarán en la elección de noviembre. La senadora Dianne Feinstein buscará la reelección en 2018.

En las dos décadas que Sánchez ha representado al condado Orange, ella ha sido elogiada y vista a veces como experta en recaudar fondos y sabia mentora política —pero también como legisladora de peso ligero y un comodín propenso a equivocarse—.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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