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Downey, el ‘Beverly Hills’ de los latinos

Una familia camina frente a un mural en Downey Avenue mientras llevan su comida del famoso Porto’s Bakery and Cafe. El mural representa la diversidad de este suburbio de clase media en Downey, antigua casa del transbordador espacial.

Una familia camina frente a un mural en Downey Avenue mientras llevan su comida del famoso Porto’s Bakery and Cafe. El mural representa la diversidad de este suburbio de clase media en Downey, antigua casa del transbordador espacial.

(Mark Boster / Los Angeles Times)
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A mediados de la década de 1980, cuando Rick Rodríguez Sr. se mudó a una casa de tres dormitorios en Downey, recordó que un vecino lo interrumpió cuando se ocupaba de su jardín con una pregunta: “¿Tu no vas a ser uno de esos tipos que se estaciona en el patio de enfrente y deja que las gallinas corran libremente en el patio, o si”?

Rodríguez, de 54 años, uno de los pocos latinos en lo que entonces era un suburbio en su mayoría blanco, respondió: “No, Señor. Me voy a asegurar de mantener a las gallinas alejadas del patio de enfrente”.

Después de constituir la empresa de seguridad privada más grande del estado, propiedad de latinos, Rodríguez finalmente vendió su casa y compró varias propiedades alrededor de la ciudad. Estos días ve a menudo a su ex vecino jugando una ronda en el Río Hondo Golf Club. Rodríguez siempre le saluda de lejos con la mano — desde su nueva casa, que colinda con el hoyo 7.

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Rodríguez, cuyos abuelos cruzaron a Estados Unidos ilegalmente desde México, es parte de una ola de segunda y tercera generación de latinos que han transformado Downey y otros numerosos suburbios, incluyendo Whittier, Pico Rivera, Van Nuys y Anaheim, en las últimas dos décadas.

Las comunidades latinas de clase media son prueba del auge de la buena fortuna de los latinos, ahora el grupo étnico más grande en California, según cifras de la oficina del censo publicados en junio.

Los ingresos de los latinos todavía están rezagados frente al de los blancos, pero están aumentando rápidamente a medida que los inmigrantes se mudan fuera de las zonas urbanas densamente pobladas en los suburbios. Y los demógrafos esperan que el poder adquisitivo de los latinos y los niveles de educación sigan aumentando en los próximos años.

Del 2012 al 2013, el ingreso promedio para los latinos aumentó 3.5% a $40,963, dijo la oficina del censo, marcando así el primer aumento anual desde el año 2000.

Downey, un suburbio al sudeste del condado de Los Ángeles que dio a los transbordadores espaciales (y al “Weird Al” Yankovic) — es casi 75% latino. Y a pesar de que los blancos salieron de ahí debido a la caída de la industria aeroespacial, su economía está en auge, con nuevos centros comerciales y negocios. El ingreso anual promedio es apenas por encima de los $55,000, más o menos el promedio del condado, pero significativamente más alto que el de las ciudades circunvecinas, la mayoría latina. Uno de cada cinco hogares gana por lo menos $100,000.

Jody Agius Vallejo, profesor asociado de Sociología en la USC, llama a Downey el epítome de la movilidad ascendente Latina: la ciudad a la que los residentes de las ciudades obreras aspiran a mudarse debido a sus escuelas y a su relativamente baja criminalidad.

Pero si la llegada de latinos cambió la ciudad, Downey — o más bien lo que representaba, cambió a muchos de ellos. Algunos residentes dijeron que cuando se mudaron a Downey, comenzaron a dejar las viejas costumbres.

Es la clásica historia americana de escalar y probar que uno ha ascendido.

“La gente cree que una vez que medio lo lograron, vivir en Downey es un símbolo de que ya lo lograron”, comentó Vallejo, “y que deben comportarse de determinada manera para demostrar o subrayar el estatus de su nueva clase”.

Ella añadió que a menudo, el sobrecalentado debate nacional sobre la inmigración ilegal -incluyendo los recientes comentarios polémicos de Donald Trump- oculta el hecho de que muchos Latinos son clase media y han estado en los Estados Unidos por varias generaciones, algo que se “ejemplifica en Downey”.

“La mayoría de los latinos en Los Ángeles, California y los Estados Unidos son ciudadanos americanos nacidos en el país”, dijo Vallejo. “Los Latinos de la clase media son un segmento sumamente importante y vibrante de Los Ángeles, California”.

Gilbert Alarcón, quien compró una imprenta hace 10 años en el centro de Downey, dijo que la ciudad era conocida como el “Beverly Hills mexicano”.

Cuando se cambió a la parte norte de Downey hace 25 años, Alarcón dijo que se sentía fuera de lugar. No había nada de grafiti, no había personas en situación de calle, no había música ranchera a todo volumen hasta altas horas de la noche.

“Era un terreno diferente”, dijo. “Me sentí orgulloso de mudarme a la ciudad”.

El fin de semana después de que se mudó, Alarcón decidió lavar su coche. Él sabía que estacionarlo en el césped delantero — como él acostumbraba a hacerlo — no era lo adecuado, pero se imaginó que lavarlo en el camino de la entrada al garaje estaría bien.

Le dio vuelta al grifo de la manguera, luego se detuvo. Exploró la calle. Se cuestionó si estaba haciendo lo correcto.

Ninguno de los otros residentes estaba lavando sus autos y le preocupó lo que sus vecinos pensarían, “El vecindario se va a ir por el desagüe ahora que los Latinos se han mudado aquí”.

Así que, en medio de esa reflexión y con la manguera en la mano decidió mejor regar el césped y llevó su Nissan al carwash.

“Estás en una ciudad nueva y en un lugar nuevo”, dijo Alarcón. “Tienes que esforzarte un poco más de modo que puedas establecer los cimientos para la familia Latina que viene después. Si sigues tus viejas costumbres, nada va a cambiar. Sólo traerás el viejo barrio contigo”.

Pero antes de que se enterara, dijo, no estaba evitando las viejas costumbres para evitar la desaprobación de los vecinos blancos, sino la desaprobación de otros Latinos que pudieran fruncir el ceño ante las “viejas costumbres”. Más tarde, él se convertiría en ese Latino.

Hace tres años, Nick Vélez abrió la cantina Bastards American Canteen, en el centro de Downey (en honor de su batallón de Marines en Iraq, apodado “The Magnificent Bastards”) — y se convirtió en parte de una ola de empresarios latinos en el área. Los Latinos poseen 45% de las empresas en la ciudad, según los datos del censo 2007.

Vélez, de 28 años, dice que los Latinos que se mudaron a Downey parecen eventualmente involucrarse más en su comunidad, asistiendo a las reuniones del Concejo y a los festivales en el centro de la ciudad. Tres de los cinco miembros del Consejo de la ciudad son latinos.

“Esto no lo ves tanto con la comunidad en el este de los Ángeles”, dijo Vélez, quien vivió en el lado este de Los Ángeles antes de mudarse con su familia a Downey, en su adolescencia.

El centro de Downey comenzó a marchitarse con el declive de la industria aeroespacial y la salida de muchas familias blancas en los años 90. Aun cuando los Latinos con movilidad ascendente se mudaron ahí, el centro de la ciudad fue muy lento para adaptarse, dijo Valentin Flores, fundador de Downey Art Vibe, una galería de arte y espacio creativo que ofrece educación del arte para los jóvenes.

“Ahora tiene esta población Latina, en su mayoría joven... un montón de jóvenes empresarios están empezando a redefinir Downey Avenue,” dijo Flores, de 32 años.

Aunque muchos de los negocios, desde cadenas de restaurantes hasta pequeñas tiendas, se han adaptado para atender al mercado mayormente Latino, pero son conscientes de que muchos clientes no son latinos o de la generación de inmigrantes, dijo Flores, quien nació en Argentina y se mudó a Downey en 1990.

“Eso es algo sobre los Latinos en Downey; son Latinos muy asimilados. Segunda, tercera, cuarta generación. No es una población que está gritando que somos algo diferente a lo que somos”, él señaló.

Mario Guerra, ex alcalde de Downey e inmigrante cubano que se mudó a la ciudad en la década de 1970, dijo que un cambio importante se produjo cuando Porto, una famosa panadería de L.A. iniciada por inmigrantes cubanos, abrió una tienda en la ciudad. Sus pasteles, bolas de patata y cremoso café con leche pueden atraer hasta 6,000 clientes a la ciudad cualquier sábado, dijo Guerra.

“Tenemos que reinventarnos”, dijo Guerra. “Hemos aceptado el cambio. Ha sido una gran oportunidad”.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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