Anuncio

Con pocos intérpretes, las lenguas mayas son hoy un reto en las cortes de inmigración

Aldo Waykam, intérprete de lengua maya, se reunió con Vinicio Nicolás, de 15 años, frente a la corte federal de inmigración en Anaheim, antes de la audiencia de asilo del joven, quien habla kanjobal, el lenguaje empleado en su pueblo de Guatemala.

Aldo Waykam, intérprete de lengua maya, se reunió con Vinicio Nicolás, de 15 años, frente a la corte federal de inmigración en Anaheim, antes de la audiencia de asilo del joven, quien habla kanjobal, el lenguaje empleado en su pueblo de Guatemala.

(Mark Boster/Los Angeles Times)
Share

El día en que Vinicio Nicolás averiguó si se le permitiría quedarse en los EE.UU. y lejos de la pandilla que trataba de reclutarlo, en su Guatemala natal, llevó un intérprete.

Con tanto en juego, quería a su lado a alguien que hablara en su lengua nativa. El chico había llegado al país ocho meses antes, y su inglés no era bueno, pero tampoco su español.

El lenguaje para el cual este muchacho de 15 años de edad necesitaba un intérprete -por el bien de su futuro- es una antigua lengua maya llamada q’anjob’al, o kanjobal.

Anuncio

En los últimos años, las sucesivas olas de más de 100,000 inmigrantes de Centroamérica -muchos de ellos niños y niñas que llegan sin sus padres- han creado una escasez de personas que puedan traducir lenguas mayas, especialmente k’iché y mam. Esta necesidad es especialmente fuerte para los recién llegados de Guatemala, que es hogar de más de dos docenas de lenguas indígenas; aunque también de otros países, como Honduras.

Antes de ingresar en la oficina de asilo, en Anaheim, el intérprete Aldo Waykam le preguntó a Vinicio cómo se sentía: “Tzet x’i a kul?”, dijo. “Watx,” respondió el adolescente. “Bien”.

Hablado por cerca de 80,000 personas en la mayoría de municipios rurales de Huehuetenango, Guatemala, el kanjobal es común en sitios como Santa Eulalia -donde Vinicio creció-, pero no demasiado en otras partes.

Mam, una lengua maya hablada por más de 500,000 personas en Guatemala, ocupa el noveno lugar entre los 10 idiomas que se hablaron en la corte de inmigración de los EE.UU. durante el pasado año fiscal. El quiché se ubicó en el puesto número 11. Ambos superaron al francés, según la Oficina de Revisión de Inmigración del Departamento de Justicia. Hace cinco años, el quiché y el mam ni siquiera llegaban a los 25 más hablados en los tribunales.

La escasez de intérpretes está dando lugar a una serie de inconvenientes. A menudo, los jueces retrasan audiencias hasta que hallan a uno. A veces, los solicitantes de asilo son deportados, incluso si su caso es fuerte, porque no pueden hallar un intérprete calificado a tiempo. Y, al contrario de lo que ocurre en la corte de inmigración, los intérpretes no son provistos de forma gratuita durante las audiencias de asilo.

Este problema está exacerbado por la falta de cursos de intérprete de lenguas mayas, afirmó Naomi Adelson, una traductora de español e inglés en la corte, y coordinadora del programa de lenguajes mayas en la Asociación Mayab, de San Francisco.

Oakland es hogar de una de las mayores concentraciones de hablantes de mam en el país. “Me preocupa mucho satisfacer esta demanda, porque cada vez llegan más personas”, señaló Adelson.

El caso de Vinicio era el segundo de Waykam en la misma semana. Vinicio y sus hermanos, que viven en Compton, escucharon a Waykam en una radio online y lo contrataron rápidamente. El intérprete tradujo la historia del joven al oficial.

Vinicio tenía 14 años cuando los reclutadores de las pandillas fueron a buscarlo a su escuela. Le ofrecieron drogas, un cuchillo y hasta una pistola. “Soy cristiano”, les dijo. “Sólo quiero ir a la escuela. No quiero vender drogas”.

Pero ellos no renunciaban, contó el muchacho, y le aseguraron que matarían a toda su familia si él se negaba.

Una noche, regresaron y él apenas pudo escapar por la puerta trasera. Esa vez, durmió en las montañas; al día siguiente escapó a la ciudad de Guatemala, pero tampoco podía quedarse allí, porque las pandillas tienen una red en todas partes.

En lugar de ello, pidió un préstamo de $3,000 a una tía y viajó a los EE.UU. Entró a una estación de Aduanas y Protección Fronteriza, en Arizona, y pidió asilo.

Algunos inmigrantes desconocen que tienen derecho a contar con un intérprete en la corte de inmigración, y se conforman con un traductor de español, que no puede transmitir su mensaje con precisión.

Mariano García Matías, un intérprete de mam de 52 años de edad, residente de Los Ángeles, viaja por el país ofreciendo sus servicios. A veces tiene tanto trabajo que debe rechazar clientes. Tal como la mayoría de los intérpretes de lenguas mayas, Matías hace una “interpretación derivada”. Esto significa que otro intérprete hace la traducción de inglés a español, y Matías traduce de español a mam. Aunque habla inglés razonablemente bien, dice que no se siente del todo cómodo para traducir de inglés a mam directamente. “Tiene que ser una traducción perfecta”, sostiene. “Aquí hablamos de la vida de una persona, de una familia”.

Contar con un buen intérprete es clave, señala Eryk Escobar,

abogado supervisor del programa que representa a los niños sin tutores del Centro de Recursos Centroamericanos en L.A. “Tener un intérprete crea una gran diferencia”, aseguró.

Antes de acercarse a la ventanilla de la sala de espera, en la oficina de asilo, Vinicio afirmó sentirse optimista con su caso. Waykam no estaba tan seguro; sólo un pequeño porcentaje de casos se aprueban a menudo.

Minutos después, ambos caminaron hacia un mostrador. Un oficial de inmigración informó a Waykam el resultado del caso. El intérprete tradujo las noticias al adolescente en un lenguaje que la distancia y la pequeña fraternidad de sus hablantes han hecho más íntimo.

“Maj ak’lay a caso”, le dijo.

No has ganado el caso.

Traducción: Valeria Agis

Si desea leer este artículo en inglés, haga clic aquí

Anuncio