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La batalla por la educación pública continúa, pero utilizar a los estudiantes en la lucha es inmoral

El vicepresidente Mike Pence, a la derecha, toma el juramento a la nueva secretaria de educación, Betsy DeVos. A ellos se les une Dick DeVos, esposo de la funcionaria. (Pablo Martínez Monsivais)

El vicepresidente Mike Pence, a la derecha, toma el juramento a la nueva secretaria de educación, Betsy DeVos. A ellos se les une Dick DeVos, esposo de la funcionaria. (Pablo Martínez Monsivais)

(Pablo Martinez Monsivais / Associated Press)
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La guerra por el control de las escuelas públicas ha escalado tanto a nivel nacional como local. Betsy DeVos fue confirmada el martes pasado como secretaria de educación del presidente Trump, a pesar de haber mostrado una alarmante falta de conocimiento sobre las escuelas públicas y de ser una gran defensora multimillonaria de la cruzada por impulsar más opciones escolares para los estudiantes y sus padres.

Es difícil argumentar en contra de tener más opciones, pero será interesante ver cómo el crecimiento de las escuelas charter afectará a los niños que queden fuera, y triste ver que sus escuelas quedan rezagadas de recursos. Si DeVos impulsa los vales será aún más interesante ver cómo reaccionarán los estadounidenses al ver que sus impuestos son utilizados para subvencionar escuelas privadas, entre ellas las religiosas.

Ahora, volvamos al frente de batalla en Los Ángeles. “Existe una línea de contacto entre la confirmación de Betsy DeVos y lo que está sucediendo en Los Ángeles”, explicó John Rogers, profesor de educación de UCLA. “Ella y su familia han usado su enorme riqueza para manipular la política de educación de Michigan”. En los últimos años, algunas de las personas más ricas de Los Ángeles y otros sitios han gastado millones de dólares con la esperanza de multiplicar las charter, instituciones que reciben fondos públicos pero que funcionan de forma privada. El gasto estatal por alumno en California es vergonzosamente bajo en comparación con la media nacional, pero el desembolso para las campañas de la Junta Escolar del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD) es astronómico.
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La semana pasada escribí sobre una donación de un millón de dólares realizada por el exalcalde Dick Riordan, el principal apoyo financiero de un grupo de estudiantes que ha atacado al presidente de la Junta Escolar, Steve Zimmer, a través de una campaña publicitaria negativa. Zimmer ha sido partidario de algunas charter en un distrito que ya cuenta con decenas de ellas, pero sus adversarios para las elecciones de marzo buscan ampliar esa cifra.

Creo que los tipos como Riordan, el filántropo Eli Broad, el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, la Familia Walton y todas las demás personas que piensan que los sindicatos de maestros son un enemigo para lograr mejores escuelas, tienen derecho a sus opiniones y a gastar su dinero en formas que consideren beneficiosas para los niños. Así como los sindicatos de maestros y sus partidarios tienen derecho a defenderse, con bolsillos que siempre son tan profundos como los de los millonarios y multimillonarios.

Para que quede constancia, he tenido diferencias con ambos lados de esta guerra insuperable, y en más de una ocasión he dicho que, mientras los adultos se golpean las cabezas, los pequeños quedan debajo del autobús, con perdón de la expresión.

Pero en Los Ángeles, los niños ahora se han unido a la lucha, o así lo parece. El nombre del grupo que realizó un repugnante envío de correo para atacar a Zimmer fue L.A. Students for Change (o ‘Estudiantes de L.A. por el cambio’). En un folleto publicitario, acusan falsamente a Zimmer de ser el responsable del fiasco del proyecto iPad del LAUSD, entre otros pecados. Según mi colega Howard Blume, el mensaje se veía sospechosamente idéntico a un video promocional de un programa de Netflix llamado “Making a Murderer” (La creación de un asesino).

Cuando le pregunté a Riordan sobre L.A. Students for Change, (Estudiantes de L.A. por el cambio), me dijo que estaban relacionados con la Asociación de Escuelas Charter de California, un grupo que canaliza decenas de millones de dólares para campañas y las arcas de grupos de gastos independientes afines.

La gente de las charter me derivó con varios ejecutivos antes de que uno de ellos me refiriera a Shallman Communications, en Los Ángeles. Así, llamé a John Shallman, un asesor político desde hace mucho tiempo, quien me dijo que alcanzó la madurez políticamente hablando, como estudiante activista, y le sugirió a la Asociación de Escuelas Charter de California que reclutara a algunos alumnos y los pusiera a cargo de una campaña para la Junta Escolar. “A ellos les gustó la idea”, aseguró.

Shallman les sugirió que uno de sus empleados “tomara una licencia y dirigiera esta cuestión”, una definición que cuestiona si el grupo está realmente dirigido por estudiantes, como se anuncia en su página web.

El empleado utilizó Facebook para reclutar al personal, precisó Shallman. Cerca de 18 estudiantes de secundaria fueron contratados, por un estipendio de hasta $500, y se convirtieron en miembros de un grupo que se ha reunido dos veces o más en el último mes.

Inicialmente, la pagina web -al igual que el folleto enviado por correo- contó con fotografías de archivo donde se mostraba a alumnos que no están realmente en el grupo. Cuando le pregunté a Shallman al respecto, afirmó que lo habían hecho porque aún no tenían la aprobación de los padres para publicar las fotos de los niños reales, algo que más tarde hicieron. Le pedí permiso para hablar con los estudiantes, pero Shallman dijo que podría tomar mucho tiempo lograr la aprobación de los padres para ello. De todos modos, me han invitado a la próxima reunión.

Convenientemente para las fuerzas de pro-charter, resulta que todos los estudiantes piensan que Zimmer es un holgazán, y que era hora de emplearse en forma negativa. ¿O no?

Los alumnos compartieron sus preocupaciones acerca del LAUSD en una discusión grupal, explicó Shallman, donde enumeraron las quejas sobre la falta de actividades extracurriculares, de apoyo educativo y de seguridad en el campus, entre otras cosas.

Sin duda, esos son problemas reales y les doy a los estudiantes la razón y el crédito por participar en la administración de sus escuelas. Pero las explicaciones para las deficiencias del distrito son largas y complicadas, por lo cual me cuesta entender cómo los estudiantes llegaron rápidamente a la conclusión de que, aquello que sale mal, es debido a Zimmer.

“Él es el presidente”, replicó Shallman, quien agregó que los alumnos participaron en el diseño de los folletos postales y estaban muy contentos de cómo lucían.

Dichos folletos, como señalé la semana pasada, se atribuyen a L.A. Students for Change (Estudiantes de L.A. por el cambio), en Oposición a Steve Zimmer para la Junta Escolar 2017’. En ellos se busca que la gente crea que Zimmer despidió a buenos maestros mientras protegía a los de pobre desempeño, que condujo al distrito a la ruina financiera y que no erradicó a los pederastas.

El registro real de Zimmer es mixto; tiene seguidores y tiene críticos. Pero distorsionar ese registro es un acto cobarde. Y utilizar a los estudiantes como frente de batalla es simplemente inmoral.

Traducción: Diana Cervantes

Para leer esta historia en inglés haga clic aquí

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