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Cientos de personas despiden al oficial de policía de Downey asesinado

La guardia de honor escolta el féretro del oficial de policía de Downey, Ricardo Gálvez, durante sus funerales en la Catedral de nuestra Señora de los Ángeles. ()

La guardia de honor escolta el féretro del oficial de policía de Downey, Ricardo Gálvez, durante sus funerales en la Catedral de nuestra Señora de los Ángeles.

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(Mark Boster / Los Angeles Times)
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Hace varios meses, cuando el policía Ricardo “Ricky” Gálvez, de Downey, detuvo a una mujer mayor porque su coche tenía el registro del vehículo vencido, se pusieron a hablar.

Su esposo acababa de fallecer y ella simplemente no tenía el dinero para pagar el registro de su coche, le explicó ella con lágrimas en sus ojos al oficial. Gálvez la dejo ir con una amonestación. Al día siguiente, Gálvez “mostró su verdadera valía con hombre de buena voluntad” al pagar él mismo la tenencia del auto de la mujer, dijo el jefe de policía de Downey, Carl Charles.

Esa generosidad y humildad fue lo que recordaran más aquellos que conocieron a Gálvez, dijo Charles el lunes, a los cientos de personas que se reunieron en el centro de Los Ángeles para presentar sus respetos finales al oficial de 29 años de edad, quien recibió un disparo mortal durante lo que las autoridades han descrito como un robo fallido.

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Gálvez fue baleado la noche del 8 de noviembre mientras estaba sentado dentro de su BMW en un estacionamiento, a un costado del departamento de policía de Downey, él acababa de regresar de una sesión de entrenamiento para perros policía.

Los asaltantes de Gálvez estaban tratando de robarle y no se dieron cuenta que era un oficial, informaron las autoridades. En el momento de los disparos, Gálvez, un veterano con cinco años en el departamento, estaba de servicio pero no vestía su uniforme y no portaba un arma.

En su misa en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, sus colegas dijeron que preferían recordar la vida de Gálvez en lugar de cómo murió.

De pie, cerca de la carroza negra que llevaba el ataúd de Gálvez, el teniente de policía Mark McDaniel, muy emotivamente dijo que su departamento, donde todos se conocen por su primer nombre, se sintió “absolutamente devastado” tras “perder a nuestro hermano”.

“La ira llegará mañana”, dijo McDaniel. “Hoy se trata de recordar a un hermano, de rendir homenaje a un hermano y celebrar su vida. El caso comenzará mañana y la cólera se establecerá mañana, sin duda alguna”.

Los detectives creen que Abel Díaz, de 16 años y Steven Knott, de 18, se acercaron a Gálvez en su coche y que Jeremy Álvarez, de 21, actuó como el chofer de la huida, dijo el teniente John Corina, Sheriff del condado de Los Ángeles. Los tres enfrentan cargos por asesinato y robo, así como denuncias por armas y pandillerismo. Díaz fue acusado como adulto. Los tres esperan recibir su instrucción de cargos el 17 de diciembre.

La última vez que un oficial de policía de Downey fue asesinado en el cumplimiento de su deber, fue en abril de 1981, cuando el oficial Wayne Richard Presley, fue baleado y muerto por un conductor ebrio.

La mañana del lunes, bajo un luminoso cielo azul, las patrullas de policía de Downey y los camiones de bomberos se habían alineado a lo largo de Temple Street, afuera de la Catedral. Repicaron las campanas de la iglesia, y el sol brillaba sobre las insignias de los oficiales mientras ellos saludaban el ataúd de Gálvez, envuelto en la bandera.

Adentro, se mostraban las fotos del joven con una gran sonrisa. Un arreglo floral en forma de una insignia llevaba el número de su placa: 172. Las bancas se llenaron de cientos de agentes uniformados de todo el sur del estado y hasta de Chicago y Nueva York. En la primera fila, estaban su madre y sus hermanos, mirando fijamente al frente.

Gálvez, quien tambien fue infante de Marina, fue desplegado dos veces en el extranjero, a Irak y Afganistán, y se convirtió en oficial de policía de Downey en 2010. Fue descrito como un bromista sonriente, que solía practicar a ponerles las esposas a sus hermanas menores cuando estaba en la Academia de policía.

El alcalde de Downey, Luis Márquez, mientras se dirigía a la audiencia en las bancas, dijo: “Este es un lugar en el que nunca me imaginé que estaría como alcalde de la ciudad de Downey, en duelo por la pérdida de uno de los nuestros. ... aquellos que lo amaba han perdido a un hombre sensible, cariñoso, divertido y apasionado”.

Charles, el jefe de la policía, dijo que Gálvez había planeado convertirse en un manejador de perros de la policía y que se enorgullecía de mantener su uniforme impecable y mantenerse en excelente condición física.

El oficial de policía de Downey, Andrew Lofquist, amigo de Gálvez luchó contra sus lágrimas mientras hablaba, su voz temblando. Lofquist dijo que Gálvez solía sentarse a su lado durante las reuniones de información oficial y bromeaba intentando tomarle la mano bajo el escritorio. Lofquist lo empujaba lejos, pero él seguía tratando de agarrarle la mano, sonriendo.

Se reían a menudo, dijo, pero las conversaciones con Gálvez siempre se volvían sinceras. Desde la muerte del oficial, dijo Lofquist, los oficiales se han encontrado a sí mismos jactándose de su amistad con él, tratando de superarse mutuamente con sus historias.

“El abrazaba el amor y vivía con su corazón en la mano”, Lofquist dijo triste. “Él pasó por los altos y los bajos de la vida con plenitud”.

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