Anuncio

Acusan a una pareja de El Cajón por un caso de ‘esclavitud moderna’

Un agente del Departamento de Seguridad Nacional.

Un agente del Departamento de Seguridad Nacional.

(Mark Boster / Los Angeles Times)
Share

En un caso que las autoridades federales describen como “de esclavitud moderna”, una familia iraquí con lazos en el sur de California fue acusada de retener a una mujer indonesia contra su voluntad y obligarla a trabajar 20 horas diarias por un pago ínfimo –o sin paga alguna-.

Los fiscales federales anunciaron el viernes pasado que Firas Majeed, de 44 años de edad, y Shatha Abbas, de 38, ambos residentes de El Cajón, fueron arrestados y acusados de tráfico de una mujer para trabajo forzado, y de retener su documentación personal para evitar que regrese a su país de origen. Ambos enfrentarán al menos 20 años de prisión de ser declarados culpables.

“[Los] arrestos sacan a la luz la triste realidad de la esclavitud moderna”, afirmó mediante un comunicado David Shaw, agente especial a cargo de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI, por sus siglas en inglés), en San Diego. “HSI no tolerará ninguna forma de explotación humana. El trabajo forzado, que a menudo implica que las personas estén aisladas, degradadas y –peor aún- despojadas de su libertad humana básica, no tiene cabida en la sociedad moderna”.

Anuncio

Conforme la denuncia penal, la servidumbre de la mujer comenzó en 2010, cuando ella recurrió a una agencia de empleo en Indonesia para hallar trabajo en Dubái. La compañía la puso en contacto con un médico iraquí, quien la contrató para el cuidado de su familia, en Dubái, por un plazo de dos años.

Allí, la mujer cocinaba, limpiaba y se hacía cargo de los niños de la familia durante 20 horas por día. El dueño de casa cerraba las puertas y ventanas cuando se retiraba, y no le permitía a la mujer, cuyas iniciales son W.M. –según documentos judiciales-, salir de allí excepto para sacar la basura, alegan los fiscales.

La familia del hombre enviaba dinero a la madre de W.M. en nombre de la trabajadora, pero los pagos eran infrecuentes y a veces pasaban años sin efectuarse, dijeron las autoridades. Cuando el contrato por dos años terminó, y W.M. afirmó que deseaba volver a su casa, su empleador afirmó que tendría que costearse el viaje por sí misma, algo imposible para ella, que no había recibido prácticamente paga alguna, informaron los fiscales.

Un día, aproximadamente un año más tarde, el dueño olvidó cerrar la puerta al retirarse, y W.M. aprovechó la oportunidad para escapar. Ella tomó un taxi hasta el consulado de Indonesia, pero su empleador la halló allí y convenció a las autoridades consulares de que le permitieran llevar nuevamente a W.M., bajo la promesa de que iría a su país tres meses después. Eso nunca ocurrió, precisaron los fiscales.

En lugar de ello, W.M. trabajó su agotadora jornada de 20 horas diarias por otros dos años. En 2015, su empleador le dijo que iría con ellos a los Estados Unidos durante dos meses para cuidar al padre enfermo de su jefe.

La familia completó sus papeles de inmigración, que indicaban que sólo podía trabajar cinco días por semana, ocho horas diarias (una semana regular de 40 horas de trabajo). Pero ya en los EE.UU., a finales de 2015, la implacable rutina de W.M. continuó tal como era en Dubái.

En un comunicado, las autoridades federales explicaron el tipo de psicología que mantiene a una persona en condiciones de esclavitud moderna. “Las víctimas de trata de trabajadores están a menudo abrumadas por el miedo, y no informan los delitos que se cometen contra ellos. A menudo desconocen la cultura de los EE.UU.; desconocen sus derechos o han sido mal informados deliberadamente acerca de las leyes de este país. Muchos no hablan inglés y no pueden comunicarse con proveedores de servicios, policía u otros que podrían ayudarlos”, dice el comunicado.

En el caso de W.M., su pedido de ayuda llegó en forma de una nota, el mes pasado. La mujer le entregó una nota a una enfermera que visitó el hogar. En ella, W.M. indicaba que “necesitaba ayuda y que estaba siendo abusada en su trabajo”, según la denuncia penal. Alguien pudo traducir el escrito, que llevó a los investigadores a visitar la casa en El Cajón donde W.M. trabajaba.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

Anuncio