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A los elefantes rara vez les da cáncer, los científicos ahora saben porque

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Has escuchado que los elefantes nunca olvidan, pero ¿sabías también que casi nunca les da cáncer?

Resulta que sólo el 4.8% de las muertes de elefantes de las que se tiene conocimiento, están relacionados con el cáncer. En los seres humanos, las muertes relacionadas con cáncer son mucho más altas--entre 11% y 25%, según los científicos.

La baja tasa de cáncer del elefante es particularmente interesante porque en igualdad de condiciones, los elefantes deberían tener más cáncer que nosotros.

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Los elefantes tiene casi 100 veces más células que los humanos y viven más tiempo, casi 70 años. Eso le da a muchas células muchas oportunidades para mutar y volverse malignas a lo largo de la vida del elefante.

Durante décadas los científicos se han preguntado por qué los elefantes y los grandes mamíferos en general no son más propensos al cáncer que los mamíferos más pequeños. La pregunta tiene incluso un nombre--paradoja de Peto. Pero ahora, la nueva investigación puede arrojar luz sobre habilidades de súper lucha contra el cáncer de nuestros amigos de grandes orejas.

En un artículo publicado el jueves en el Journal of the American Medical Assn., un equipo de científicos expone que los elefantes africanos tienen 20 copias y por lo tanto 40 alelos de un gen llamado p53, también conocido como “guardián del genoma” por su capacidad para crear una proteína que suprime los tumores. Los seres humanos, por el contrario, tienen sólo una copia (dos alelos) del mismo gen.

En el transcurso de tres años, el equipo de investigación, liderado por el oncólogo pediatra Joshua Schiffman del Instituto de cáncer Huntsman en Salt Lake City, realizó una variedad de experimentos que demuestran cómo estas copias extras de TP53 ayudan a los elefantes a defenderse del cáncer.

La secuencia del ADN del elefante demostró que mientras que los elefantes africanos tienen 20 copias de TP53, 19 de ellos son lo que se conoce como retrogenes, lo que significa que fueron insertados en el genoma del elefante en una fecha posterior al del gene original.

Esto sugiere que estos genes adicionales fueron seleccionados preferencialmente a lo largo de la evolución del elefante y de alguna manera probablemente ayudó a los elefantes.

Para ver si ellos, los genes adicionales, de hecho ayudan a los elefantes a luchar contra el cáncer, los investigadores recopilaron células blancas de la sangre de elefantes y de seres humanos. A continuación, expusieron esas células a la radiación que causó que las dobles cadenas de ADN se rompieran.

Los investigadores esperaban que las células del elefante, con todos esos genes TP53 extras, se repararan más rápidamente que las células humanas, pero eso no fue lo que observaron.

En lugar de eso, vieron que las células del elefante morían a un ritmo mucho mayor que las células humanas.

A pesar de que esto puede sonar como algo malo, no lo es. Parte de la estrategia de supresión de TP53 es causar que una célula dañada se suicide, en lugar de transmitir mutaciones potencialmente dañinas.

“Es como si los elefantes, dijeran, es tan importante que no nos de cáncer, que vamos a matar a esta célula y a comenzar de nuevo”, Schiffman dijo en un comunicado. “Si matas a la célula dañada, se ha ido, y no se convertirá en cáncer. Esto puede ser un enfoque más eficaz a la prevención del cáncer que intentar detener la división de una célula mutada y de no ser capaz de repararse a sí misma completamente”.

En otro experimento, los investigadores encontraron que las células de elefante expuestas a radiación se autodestruyen al doble de la tasa de células humanas sanas y más de cinco veces la tasa de células humanas con sólo un alelo funcional del gene TP53.

Schiffman añadió que el siguiente paso de su equipo es ver si puede utilizar lo que aprendió de los elefantes para ayudar a las personas con cáncer.

En una entrevista con Los Angeles Times, dijo que una posibilidad es crear un fármaco que imite lo que hace el gen TP53. Otra idea es insertar más genes TP53 en células precancerosas.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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