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Las persecuciones policiales causan muertes y heridas innecesarias, señaló el gran jurado del condado de L.A.

Nick Phoenix speaks about the death of his teenage son, Jack, who was struck and killed by a stolen car that was fleeing the LAPD in 2015. While police contend they weren’t chasing the car, Phoenix holds the LAPD responsible for his son’s death. 

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Las persecuciones policiales en el condado de Los Ángeles “causan lesiones y muertes innecesarias de transeúntes”, y los oficiales necesitan contar con un mejor entrenamiento para reducir el riesgo de accidentes durante las operaciones a altas velocidades, conforme un nuevo informe del gran jurado civil del condado.

El reporte se conoce después de que un análisis de datos realizado por Los Angeles Times mostrara que una de cada 10 persecuciones iniciadas por el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) entre 2006 y 2014 resultó en heridas a civiles.

El gran jurado señaló que tanto el LAPD como el Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles necesitan mejorar su entrenamiento para los agentes que se involucran en esas mecánicas, y cuestionó la necesidad de perseguir a los sospechosos de delitos no violentos. El centro de entrenamiento del Departamento del Sheriff tiene una extrema necesidad de actualización, resaltó el informe.

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Citando los datos proporcionados por la Patrulla de Carreteras de California (CHP), el informe del gran jurado halló que el 17% de las persecuciones de automóviles que tuvieron lugar en el condado en un período de 12 meses desde octubre de 2015, terminaron en accidentes que ocasionaron lesiones o muerte. Dos tercios de esas 421 persecuciones dieron por resultado un arresto.

(Len De Groot / @latimesgraphics)

Durante el mismo período, tres conductores que huyeron fueron asesinados y 45 personas resultaron heridas, entre ellas algunos sospechosos, sus pasajeros o los propios oficiales, destacó el informe.

“¿Es éste el mejor equilibrio que podemos lograr entre los objetivos de aplicación de la ley y el riesgo de consecuencias no deseadas?”, se pregunta el escrito, donde también se cita un estudio de alcance nacional realizado por la Asociación Internacional de Jefes de Policía, que descubrió que el 91% de las persecuciones a gran velocidad se iniciaron en respuesta a delitos no violentos. El informe, que revisó cerca de 8,000 incidentes, halló que el 42% de las persecuciones había involucrado una infracción de tránsito. Un tercio de ellas comenzaron luego de que los oficiales notaran un vehículo robado o sospecharan que el conductor estaba intoxicado.

El capitán Scott Gage, del Sheriff del Condado de L.A., quien supervisa la capacitación de la agencia, concordó con el informe respecto de la necesidad de que los agentes cuenten con más horas de entrenamiento acerca de los peligros de las persecuciones a alta velocidad. La agencia ha asignado fondos para un nuevo centro de capacitación y está a la espera de un proceso de licitación para comenzar su construcción, resaltó Gage.

El Departamento del Sheriff ha estado involucrado en 318 persecuciones en lo que va de 2017, según datos revelados esta semana por la agencia. Dichos incidentes resultaron en la muerte de un civil y lesiones a otras nueve personas, muestran los registros.

En un comunicado, el LAPD destacó que las persecuciones son “intrínsecamente peligrosas, y es por eso que el LAPD toma cada paso para desarrollar tácticas y mitigar el riesgo que plantean estas interacciones comprometidas”.

El reporte del gran jurado, que se publicó a fines de junio, no es vinculante ni ejecutable, pero ambas agencias tendrán que proporcionar una respuesta por escrito a los hallazgos en un plazo de 90 días.

En el llamamiento a las agencias locales del orden para que renueven su enfoque de estas prácticas el gran jurado citó el análisis efectuado por Los Angeles Times, que mostraba que las persecuciones del LAPD, particularmente, habían resultado en el doble de las lesiones y muertes que las persecuciones en el resto del estado.

Desde 2006 a 2014, 334 transeúntes resultaron heridos, o uno de cada 10 operativos del LAPD, según una revisión del Times de datos reportados a la CHP. En 2015, las persecuciones del LAPD hirieron a más transeúntes que en cualquier otro año en, al menos, la última década.

El informe del gran jurado también puso de relieve la muerte de Jack Phoenix, un adolescente de 15 años que resultó decapitado en noviembre de 2015 al ser atropellado por un coche que huía del LAPD.

En la corte, una oficial de dicha agencia testificó que la policía había notado un vehículo robado y lo siguió a través de la Autopista 10, hasta el barrio de Palms. La agente remarcó que ella y su compañero siguieron el automóvil a velocidades superiores a las 60 mph sin encender sus luces ni sirenas. Tampoco intentaron detener al conductor mientras éste avanzaba por Venice Boulevard, donde finalmente atropelló al joven.

El LAPD no considera el accidente como una persecución. El conductor del vehículo, Paul Brumfield, fue declarado culpable de asesinato en segundo grado y sentenciado a 27 años de prisión en abril pasado. La familia de Phoenix demanda ahora al LAPD. “Es ridículo en esta época, con la clase de tecnologías disponibles, que deban perseguir a una persona a través del tránsito de esa forma”, expuso Nick Phoenix, padre de la víctima, quien manifestó su agrado ante el impulso para reformar la política.

Anteriormente, los expertos habían considerado la norma de persecución del LAPD como una de las más permisivas del estado.

Oficiales en muchas otras ciudades importantes en California, entre ellas San Francisco, San José y Long Beach, tienen permitido perseguir sólo a aquellos conductores que representan un peligro inmediato para el público o a los sospechosos de delitos violentos. No obstante, el LAPD puede hacerlo también con los sospechosos de delitos graves o menores.

Sumado a ello, también persigue a conductores presuntamente ebrios o con conductas imprudentes con mayor frecuencia que cualquier otro departamento en el estado, una práctica que a menudo es objeto de críticas por parte de los expertos en temas policiales, quienes sostienen que es probable que las autoridades vuelvan más peligroso a un conductor errático al perseguirlo.

Los agentes del Sheriff también están autorizados a seguir a motoristas ebrios, pero su política es más restrictiva, resaltó Gage. Sólo están autorizados a hacerlo cuando lo ven conduciendo de manera extremadamente peligrosa, detalló. Los agentes deben entonces sopesar el peligro que supone el conductor contra los posibles riesgos de llevar a cabo una persecución.

“El agente debe ver la conducción errática y peligrosa antes siquiera de intentar detener el vehículo. Entonces, debe activar las luces y sirenas, no sólo para detener al sospechoso sino para alertar al público”, precisó Gage. “Una vez que se inicia ese procedimiento, debe efectuarse una evaluación constante y ponderar si causaremos que el sospechoso conduzca aún más erráticamente”.

El gran jurado expuso que el LAPD y el Departamento del Sheriff deberían proporcionar a los oficiales un entrenamiento constante de conducción durante persecuciones y que los instructores de cada departamento deberían investigar las lesiones causadas en cada escena.

Los miembros del gran jurado describieron la instalación de entrenamiento del Sheriff como “deficiente” comparada con la del LAPD, y pidieron una instrucción mejorada y más larga para los agentes.

El LAPD ha trabajado en revisiones de su política de persecuciones desde 2015, han asegurado algunos oficiales a The Times, quienes también agregaron que éstas observaciones no se hicieron en respuesta a ninguna crítica pública de las tácticas del departamento. Cerca de dos años después, las revisiones siguen aún en negociación con el sindicato que representa a los oficiales de base, afirmó este martes un vocero de la agencia.

Joanne Saliba, encargada del jurado, espera que el reporte conduzca a una serie de reformas políticas en ambas agencias, y agregó que algunos miembros están preocupados por la forma en que las persecuciones a grandes velocidades de sospechosos de prioridad baja pueden poner en riesgo las vidas de inocentes. “Muchos estaban intranquilos con estas persecuciones a través de áreas urbanas, especialmente en casos de aquellos que no han cometido un delito serio, porque parecen poner al público en riesgo”, concluyó.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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