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La gran duda es qué tanto cambio quieren los demócratas

Los únicos candidatos demócratas aún en juego, Bernie Sanders y Hillary Clinton, comparten un saludo amistoso durante un acalorado debate en Durham, New Hampshire.

Los únicos candidatos demócratas aún en juego, Bernie Sanders y Hillary Clinton, comparten un saludo amistoso durante un acalorado debate en Durham, New Hampshire.

(Justin Sullivan / Getty Images)
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Otra noche, otra pelea. Los demócratas ya pueden ir acostumbrándose a ello, a medida que Hillary Clinton y Bernie Sanders libran una batalla cada vez más campal rumbo a la nominación presidencial del partido.

El enfrentamiento entre Bernie Sanders y Hillary Clinton se resume en una pregunta fundamental: ¿Los demócratas realmente desean un cambio rotundo luego de ocho años de control en la Casa Blanca, tal como promete Sanders, o sólo un refinamiento de los programas y políticas impulsados por el presidente Obama, como sugiere Clinton?

“Lo que tenemos que hacer es librar una revolución política, donde millones de personas que se han dado por vencidas en el proceso político puedan ponerse de pie y dar pelea nuevamente”, declaró Sanders, senador independiente de Vermont.

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Clinton sugirió que su contendiente promete mucho más de lo que realmente puede ofrecer.

“Vayamos por un camino donde podamos decirle a la gente aquello que verdaderamente haremos”, afirmó. “Un progresista es alguien que crea progreso. Eso mismo es lo que yo pretendo hacer”.

El debate en la Universidad de New Hampshire, en Durham, tuvo lugar tres días después de que Clinton anotara una victoria muy estrecha sobre Sanders en los caucus de Iowa, y cinco días antes de su próxima prueba, la primaria de New Hampshire, primera de la nación.

La propia realización del debate fue un reflejo de la naturaleza cambiante de la contienda.

Originalmente, Clinton había accedido a sólo seis debates sancionados por el Comité Nacional Demócrata, lo cual fue criticado como una forma de proteger a la principal precandidata del partido y de evitarle un serio desafío.

Su disposición para unirse a Sanders en escena –y acceder a más debates posteriores, en Michigan y California- fue una señal de que la carrera ha sido mucho más dura de lo que Clinton y sus partidarios esperaban.

El debate, organizado por MSNBC, presentó una larga y más profunda discusión de temas, aun cuando muchos de ellos ya se habían tocado en encuentros anteriores.

También hubo un tono más filoso en muchos de los intercambios, especialmente cuando Clinton acusó a Sanders de poner en duda su integridad al citar el dinero que la exsenadora de Nueva York había recaudado en contribuciones y discursos por parte de Wall Street.

Clinton, quien acusó a Sanders de blandir “acusaciones e insinuaciones”, sostuvo que nunca había sido “comprada” y que ella es tan vigorosa como cualquiera cuando se trata de regular la industria financiera y prevenir sus excesos. “Creo que es hora de terminar con esas muy astutas difamaciones que usted y su campaña han realizado”, expresó, al tiempo que un coro de aplausos y abucheos se generaba entre la multitud partidaria.

Sanders, con los ojos bien abiertos y elevando la voz, respondió que había una razón para que Wall Street, las principales compañías farmacéuticas y otros intereses especiales ejercieran un enorme poder político, y sugirió que quien niegue eso es simplemente un ingenuo.

Luego de remarcar que ni un sólo ejecutivo de Wall Street ha sido encarcelado por mala conducta vinculada con la Gran Recesión, Sanders manifestó: “De eso se trata del poder y la corrupción, y eso es lo que debe cambiar en los Estados Unidos de América”.

Otro intercambio, acerca del sistema de salud, dio muestra de las visiones opuestas de los candidatos.

Sanders renovó su llamado a un sistema estatal que brinde cobertura a cada estadounidense, similar al de muchos otros países. “Ellos gastan mucho menos que nosotros per cápita en salud”, afirmó. “Así que no acepto la creencia de que los Estados Unidos de América no pueden afrontar eso”.

Clinton insistió en que “los números de Sanders simplemente no cuadran”, y advirtió que la propuesta de su contendiente podría hundir a la nación en un debate que debilitaría la expansión de la atención médica de millones de estadounidenses bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible, conocida también como Obamacare. “No quiero arrancarle a la gente la cobertura que ya posee”, manifestó.

Sanders se enfureció. “La idea de que yo podría desmantelar el cuidado de la salud en EE.UU. mientras esperamos aprobar un plan de Medicare para todos no es precisa”, dijo.

En otro momento, Clinton rechazó a gritos la afirmación de Sanders acerca de que ella no es una verdadera progresista o, dicho de otra manera, lo suficientemente liberal.

“Bajo su definición, el presidente Obama tampoco es progresista porque aceptó donaciones de Wall Street”, expuso Clinton, y agregó que el vicepresidente Joe Biden sería descalificado por apoyar el oleoducto Keystone XL, y el fallecido senador Paul Wellstone, de Minnesota, un respetado liberal, por oponerse a la ley de matrimonios entre personas del mismo sexo.

Posteriormente, Clinton enumeró las instancias en que Sanders se opuso a los controles de armas y a las reformas migratorias, para cuestionar la naturaleza liberal del senador.

“Podríamos ir y venir con estas cuestiones”, concluyó Clinton, “pero el hecho es que la mayoría de la gente que nos está viendo esta noche quiere saber qué hemos hecho y qué es lo que haremos”.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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