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Grandes mareas pueden desencadenar terremotos más fuertes, según estudio

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Las grandes mareas podrían ser responsables de que pequeños sismos se conviertan en grandes temblores, según un nuevo estudio publicado en la revista Nature Geoscience.

En una revisión de los sismos más grandes del mundo, un equipo de científicos japoneses halló que los potentes terremotos tienden a ocurrir durante períodos de fuertes mareas, como en luna llena y luna nueva, cuando la diferencia entre las mareas alta y baja es mayor.

La idea de que las mareas pueden afectar los terremotos no es nueva. De hecho, tiene sentido: a medida que los océanos crecen cuando el Sol, la Tierra y la Luna están alineados -como por ejemplo durante los ciclos de luna llena y nueva-, las fuerzas de marea pueden añadir más presión sobre las fallas sísmicas. Pero este estudio es el primero en mostrar una conexión estadística y la prueba de que hay sismos más potentes durante los períodos de fuertes mareas, señaló Satoshi Ide, profesor de sismología de la Universidad de Tokio y autor central del estudio.

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Todos los terremotos comienzan siendo pequeños. La idea presentada en el reporte es que el estrés añadido por parte de una fuerte marea puede llevar a una falla -ya cargada y tensa, cerca de su punto de quiebre- al límite, generando así que un sismo de poca importancia se convierta en un monstruo.

“Cuando las mareas son muy grandes, los pequeños temblores pueden crecer bastante”, afirmó Ide. El terremoto de 2004 en Indonesia, de magnitud 9.1, y el registrado en Chile en 2010, de 8.8, que produjeron tsunamis de grandes daños, ocurrieron durante el ciclo de luna llena, cerca del pico de tensión de las mareas, señala el estudio.

El geofísico Nicholas van der Elst, del U.S. Geological Survey, quien no participó del estudio, sostuvo que las observaciones documentadas resultan interesantes y que llevarán a otros científicos a intentar replicar los resultados. “Personalmente, espero que esta observación dé resultados y sea reproducible”, señaló. El especialista dijo que “estudiar cómo las mareas afectan el desarrollo de los temblores ayuda a explicar cómo éstos comienzan, y cómo crecen hasta convertirse en fenómenos de grandes proporciones”.

La principal causa de los sismos es el movimiento de las placas tectónicas de la Tierra, que se encuentran en constante roce. Entre ellas, la tensión se acumula hasta que toda esa tensión se libera repentinamente mediante un terremoto. “Las mareas sólo añaden un poco -un 1% o menos- de presión adicional en la parte superior de esa carga tectónica”, sostuvo Van der Elst. “Aunque se trata de una contribución pequeña, podría ser ‘la gota que colma el vaso’, por decirlo de un modo simple”, añadió. “Por ello tiene sentido decir que un sismo puede ocurrir con mayor facilidad, y convertirse en un evento de importancia, cuando recibe esta presión adicional”.

De todas maneras, muchos sismos ocurren cuando la fuerza de mareas es baja. “Los temblores son un proceso prácticamente aleatorio”, remarcó Ide. “Las fuerzas de marea son sólo un factor, entre muchos otros, en un proceso que es complejo”.

La relación entre las mareas y los terremotos fuertes sólo se ha comprobado en los sismos de enorme magnitud, y no en los eventos más pequeños. La razón de ello sigue siendo un misterio, conforme explicó Van der Elst. Una buena prueba será ver si la relación entre ambos, presentada en el estudio se comprueba en los próximos años, estimó.

No obstante, este estudio no implica que el temido próximo ‘gran terremoto’ (Big One) de la falla de San Andrés, en California, ocurrirá durante los ciclos de luna llena o nueva (las mareas se hacen sentir sobre la roca sólida también, y la roca de la Tierra se orienta hacia el sol y la luna tal como las aguas del océano). Para Van der Elst, hay que pensarlo de este modo: “Si hubiera 100 grandes sismos en la falla de San Andrés, uno podría observar una tendencia de ocurrencia cuando las mareas están alineadas. Pero el célebre ‘Big One’ de la falla podría ocurrir durante un ciclo de luna llena o en cualquier momento”, aseguró.

Los otros dos coautores del estudio, además de Ide, son Suguru Yabe y Yoshiyuki Tanaka, también de la Universidad de Tokio.

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