Anuncio

‘Es difícil para un hombre pedir ayuda’: cómo trabajan los refugios con varones víctimas de violencia doméstica

Joshua Miller acuna a su hijo de dos años, Jordan, en el refugio Family Place de Dallas, uno de los primeros refugios de violencia doméstica en el país para hombres (Jenny Jarvie / para The Times).

Joshua Miller acuna a su hijo de dos años, Jordan, en el refugio Family Place de Dallas, uno de los primeros refugios de violencia doméstica en el país para hombres (Jenny Jarvie / para The Times).

(Jenny Jarvie / For The Times)
Share

Cuando la novia de Joshua Miller lo atacó, aplastando la guitarra de juguete de su hijo contra su frente, fue a él a quien los policías esposaron.

Recién cuando un vecino respaldó su historia la policía le retiró los grilletes, y Miller se encontró a sí mismo buscando refugio en uno de los primeros centros de violencia doméstica en el país dedicados a hombres. “Los varones no somos vistos como víctimas”, afirmó, mientras acunaba a su hijo Jordan, de dos años de edad, junto a su litera en el refugio Family Place de Dallas. “La gente dice: ‘Una mujer no puede dañarte. Levanta la cabeza. Oh, eso no es nada’. Pero no es así; especialmente cuando los niños lo ven todo”.

Después de décadas de campañas feministas sobre la difícil situación de las mujeres maltratadas, un pequeño pero creciente número de hombres buscan ayuda y desafían así la idea de que sólo las mujeres son víctimas de la violencia doméstica.

Anuncio

Los estudios han demostrado durante mucho tiempo que hombres y mujeres son víctimas a tasas prácticamente iguales, aunque ellas son más propensas a resultar heridas y denunciarlo.

El año pasado, la Línea Directa Nacional de Violencia Doméstica recibió 12,046 llamadas y mensajes de hombres que afirmaron haber sido víctimas de relaciones abusivas; una fracción de las 119,470 interacciones con mujeres, pero un aumento del 73% desde 2014.

“El mayor desafío que enfrentan estos hombres es que la gente no les crea”, expuso Paige Flink, directora de Family Place, que abrió su refugio masculino en mayo. “Hemos pasado por mucho para lograr que se les crea a las mujeres, pero ahora el péndulo ha oscilado al punto en el que asumimos que los varones son siempre los agresores”.

Desde 2013, el gobierno federal requiere que los refugios que financia ofrezcan servicios tanto a víctimas hombres como mujeres. Algunos centros permiten a los hombres vivir junto a víctimas mujeres, aunque muchos prefieren darles alojamiento en hoteles y moteles.

A nivel nacional, sólo el refugio de Dallas y uno en Batesville, Arkansas, ofrecen albergue temporario sólo para varones.

El movimiento feminista ha resistido desde hace tiempo la idea de que la violencia doméstica contra los varones sea un problema social importante. En 1975, cuando sociólogos de la Universidad de New Hampshire publicaron un estudio donde sugirieron que las mujeres tenían casi tantas posibilidades de atacar a sus parejas varones que viceversa, los investigadores se enfrentaron a una enorme crítica, además de amenazas de muerte y ataques con bombas.

Los críticos argumentan que los varones no sólo son más fuertes y grandes a nivel físico que las mujeres, sino que la violencia doméstica tiene lugar en el marco más amplio de una sociedad dominada por hombres. “El abuso de las mujeres hacia los hombres no es una forma de discriminación”, señaló Evan Stark, trabajador social forense y profesor emérito de la Universidad de Rutgers, quien fundó en 1977 uno de los primeros refugios contra la violencia doméstica del país, llamado New Haven Project for Battered Women. “Simplemente no hay evidencia que sugiera que invertir recursos significativos en la prevención de la violencia de las mujeres contra los hombres mejoraría la vida de éstos o de nuestras comunidades”.

Si bien las mujeres sí abusan de los varones a nivel individual, Stark sostiene que la frecuencia y la naturaleza de estos abusos son menos severas que en el caso de ellas, que a menudo implican un patrón de ataque sexual y control coercitivo, lo cual refleja un sistema más amplio de desigualdad social.

Quienes fundan refugios para hombres contraargumentan que están comprometidos con la ayuda a todas las víctimas del abuso doméstico. “Lo que comienza con una bofetada puede pasar a un golpe, o a empujar a otro por las escaleras”, precisó Flink. “Finalmente, lo importante es no dar lugar a ello, más allá del género”.

Hace 50 años había pocos refugios de emergencia para víctimas; hombres o mujeres. La violencia en el hogar se consideraba “una cuestión privada” hasta que las feministas de base expusieron el tema, en los años 1970, y establecieron grupos de concientización, líneas telefónicas de ayuda, refugios y centros de crisis en todo el país.

Cerca de 1,000 refugios para mujeres maltratadas se crearon entre las décadas de 1970 y 1980. Algunos también ofrecían servicios para hombres.

“Hasta los últimos 10 años, sólo nos miraban con aversión”, afirmó Carol Crabson, directora ejecutiva del refugio Valley Oasis, en la ciudad californiana de Lancaster, donde se ofrece asistencia a víctimas masculinas y femeninas de violencia doméstica desde 1981. “Atender a hombres, los ‘chicos malos’, no estaba visto como algo correcto”.

Las llamadas de hombres eran poco usuales en Dallas cuando Family Place fue fundado, en 1978.

Durante los últimos años, el número de varones ha aumentado -de 10 albergados en 2014 a 32 el año pasado- y ahora va camino a refugiar a 50 de ellos.

Como albergarlos en hoteles se volvió cada vez más costoso, esta organización sin fines de lucro decidió que podría ahorrar dinero y ofrecer una gama más amplia de servicios abriendo un refugio que atienda exclusivamente a hombres, un modesto hogar de dos pisos, con siete dormitorios, sala de estar y un aro de baloncesto en el estacionamiento trasero.

Unas semanas después de la apertura, el centro estaba completo, con ocho hombres y seis niños. Uno de ellos había dejado a su esposa después de 22 años, cuando ésta le lanzó objetos a su hija discapacitada. Otro llenó sus maletas cuando su novio intentó ahogarlo. Un tercero huyó cuando su hermano, quien aparentemente abusaba de su hija de 10 años de edad, lo apuñaló por la espalda.

Las víctimas masculinas de la violencia doméstica afirman que se enfrentan a un estigma particular: la sociedad les enseña que no expresen sus sentimientos y los ridiculizan cuando afirman que una mujer está abusando de ellos.

Paige Flink, directora ejecutiva de Family Place, un refugio de Dallas que abrió sus puertas en mayo. Algunos señalan que más víctimas de violencia buscan ayuda hoy en día (Jenny Jarvie / para The Times).

Paige Flink, directora ejecutiva de Family Place, un refugio de Dallas que abrió sus puertas en mayo. Algunos señalan que más víctimas de violencia buscan ayuda hoy en día (Jenny Jarvie / para The Times).

(Jenny Jarvie / For The Times)

“Es difícil para un hombre decir ‘necesito ayuda’”, sostiene Flink. “No es un instinto natural para muchos de ellos”.

Margie Heilbronner, directora de atención primaria de Family Place, ha trabajado con hombres durante 12 años y afirma que vio a muchos de ellos atacados con aceite caliente, destornilladores, cuchillos, martillos, rizadores, clavos, botellas de cerveza y cucharas de madera.

Además, suelen citar las mismas razones que las mujeres, explicó, cuando explican por qué permanecieron con una pareja abusadora: amor, votos matrimoniales, vergüenza, incertidumbre sobre dónde ir, miedo de no volver a ver a sus hijos.

Algunos expertos agregan que hay más hombres que buscan ayuda ahora, a medida que las mujeres se acercan a la igualdad de género y logran más independencia social. A la vez, más personas gay, bisexuales y transgénero reportan violencia doméstica, mientras las familias se vuelven menos tradicionales y los roles de género se consideran más fluidos.

“Realmente ha habido una apertura en la comprensión de cómo son las familias y las relaciones”, señaló Emily Douglas, profesora asociada de trabajo social en la Universidad Estatal de Bride, en Massachusetts. “Si las mujeres cometen hechos de violencia contra sus pares y los hombres contra otros varones, eso abre la puerta para generar una conversación acerca de otras posibles causas de violencia de pareja”.

Las instituciones están cambiando también. El Departamento de Policía de Dallas presentó nuevas pautas de violencia doméstica, y entrenó a los oficiales para que pregunten una serie de cuestiones vinculadas con identificar tanto a hombres como a mujeres en riesgo, y animarlos a que busquen ayuda de servicios especiales.

“Ahora tenemos más conversaciones acerca de cómo se sienten los varones, y cómo muestran sus emociones”, manifestó Flink. “Ellos no deben ser el patriarca rudo. Creo que es el comienzo del desvanecimiento de esta dura caja en la que hemos puesto a los hombres”.

En medio de los cambios, los expertos sostienen que hay muy poca investigación sobre las víctimas masculinas para saber cómo atenderlas mejor. Incluso aquellos que reciben varones en sus refugios están divididos respecto de segregar la vivienda por género.

Los opositores a albergar mujeres y hombres bajo un mismo techo argumentan que llevar varones a centros tradicionalmente dedicados a mujeres podría “provocarlas” e interrumpir su tratamiento, o alentar a las víctimas a buscar prontamente una nueva relación.

Quienes, por el contrario, manejan instituciones integradas, dicen que hay beneficios de la interacción con el sexo opuesto en un ambiente seguro. “El mundo real no nos aísla”, afirma Crabson. “Es una hermosa oportunidad para presentar víctimas de violencia doméstica a personas de otro género. Ellos hablan y se respetan entre sí, entonces aprenden a desarrollar más confianza; descubren que no todos los hombres, ni todas las mujeres, son agresores”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

Anuncio