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En problemas, miles de niños nacidos en EEUU que asisten a la escuela en México

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Dos décadas atrás, un equipo de investigadores de los EE.UU. y de México se convocó en Dalton, Georgia, para estudiar el creciente número de inmigrantes mexicanos que había llegado a la ciudad a trabajar en las fábricas de alfombras.

Víctor Zúñiga, sociólogo de la Universidad de Monterrey, estaba interesado en descubrir qué significaba el cambio demográfico para las escuelas locales, así que se sentó a dialogar con un maestro, quien le dijo una frase que quedó resonando en su cabeza: “El problema con los estudiantes latinos”, le explicó, “es que desaparecen”.

“Ellos sufren tanta humillación. Son invisibles”.

— Víctor Zúñiga, sociólogo de la Universidad de Monterrey.

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Zúñiga regresó a México con la intención de descubrir qué le había sucedido a esos niños, muchos de los cuales habían salido de los EE.UU. luego de la deportación de sus familiares. Lo que descubrió fue preocupante: muchos estudiantes luchaban seriamente por integrarse en las escuelas mexicanas, porque no podían leer ni escribir en español. Otros ni siquiera asistían a clases, porque carecían de las acreditaciones y documentos necesarios. En total, cerca de un tercio había repetido de grado, o perdido uno o más años de escuela. “Sufren una humillación tan grande”, afirmó Zúñiga. “Ellos son invisibles”.

Esta semana, en la Ciudad de México, Zúñiga se unió a más de 100 académicos, abogados y legisladores de ambos lados de la frontera en un simposio sobre el tema, organizado por UCLA. La conferencia se llamó: “Los estudiantes que compartimos”. En las instalaciones de una mansión del siglo XIX, propiedad de la universidad en el lado sur de la ciudad, los investigadores presentaron una serie de asombrosas estadísticas ante una audiencia que incluyó a un asesor de educación de la Casa Blanca, al subsecretario de educación mexicano y a un grupo de funcionarios electos de la Legislatura de California.

Cerca de medio millón de niños que son ciudadanos estadounidenses están inscriptos en escuelas mexicanas, según el gobierno de ese país. Y hay al menos otro medio millón de jóvenes nacidos en México que pasaron parte de su vida en los EE.UU. y ahora han regresado a casa, conforme las estimaciones.

La mayoría de los alumnos educados en los EE.UU. que ahora residen en México se concentran en los estados fronterizos del norte, entre ellos Chihuahua y Baja California, señaló Mónica Jacobo, investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas. Alrededor de la mitad de los niños en edad escolar primaria nacidos en los EE.UU. llegan a México sin los documentos de identidad necesarios para inscribirse en la escuela, y muchos terminan perdiendo clases o incluso el año entero, mientras sus padres intentan conseguir el papeleo.

“México nos está fallando”, afirmó Maggie Loredo, una traductora de 26 años de edad que vive en el estado central de San Luis Potosí. Loredo nació en México pero se mudó a Georgia con sus padres, ilegalmente, a los tres años de edad. Cuando cumplió 18, comprendió que no podía obtener una licencia de conducir, solicitar becas universitarias o trabajar legalmente en los EE.UU., y decidió regresar a un país que apenas conocía.

Loredo no solicitó el ingreso a las universidades públicas de México porque no aprobaba las pruebas iniciales, que se toman en español y requieren conocimientos de historia mexicana. La universidad privada a la que quería asistir tampoco aceptaba sus expedientes académicos de la preparatoria de los EE.UU. “A menudo nos sentimos como extranjeros aquí”, expresó. “Necesitamos programas que nos ayuden a adaptarnos a nuestro propio país. Precisamos centros de recursos para deportados y repatriados dentro de las universidades. ¿Por qué no nos apoyan con becas y programas de liderazgo?”, cuestionó.

“Estos niños de los que hablamos tienen un enorme potencial, pero los estamos perdiendo”, señaló Patricia Gándara, profesora de educación de UCLA que ayudó a organizar la conferencia. “Queremos reposicionar a estos niños como activos bilingües y biculturales, no verlos como problemas”.

Para la especialista, la responsabilidad recae en los gobiernos de los EE.UU. y de México. “Muchos de estos [alumnos] son ciudadanos estadounidenses, y muchos de ellos regresarán al país”, afirmó. “No podemos simplemente lavarnos las manos y desentendernos de ellos mientras están en México”.

El foco de la conferencia no fue sólo sacar a la luz los retos de la migración de regreso, sino también crear soluciones. La mayoría coincidió en que el aumento de la educación bilingüe a ambos lados de la frontera sería una buen comienzo. Los estudiantes en México que asisten a escuelas en Texas, donde la educación bilingüe es común, se adaptaron mejor que aquellos que habían ido a clases en Arizona, donde los votantes aprobaron una medida electoral que limita el uso de español en las aulas, señaló Rocío Inclán, directora de la oficina de derechos civiles y humanos de la Asociación Nacional de Educación.

Las autoridades mexicanas también expusieron la necesidad de profundizar el inglés que se habla en las escuelas mexicanas. En una entrevista, Javier Treviño, secretario adjunto de educación en México, sostuvo que le gustaría que los jóvenes que retornan a ese país reciban entrenamiento docente, para ayudar a apuntalar a los maestros mexicanos que no hablan inglés. “Ellos tienen derecho a la educación, y nosotros tenemos el deber de proporcionarla”, aseguró.

En la conferencia, muchos pidieron que México haga más para aliviar la carga de los estudiantes que regresan a ese país. Aunque el gobierno mexicano cambió recientemente los requisitos que antes obligaban a los alumnos a tener todos los documentos de identidad y diplomas de los EE.UU. apostillados -un proceso de certificación largo y engorroso-, muchas escuelas siguen rechazando los expedientes académicos y otras constancias emitidas por escuelas estadounidenses, lo cual contribuye a que muchos estudiantes deban repetir el curso.

Debido al aumento de la seguridad fronteriza, el incremento en las deportaciones y las consecuencias de la Gran Recesión, más inmigrantes mexicanos han vuelto a México de los que han emigrado hacia el norte en los últimos años. Entre 2009 y 2014, un millón de mexicanos y sus familias abandonaron los EE.UU. y regresaron a México, según un estudio de Pew Research Center. Durante el mismo período, cerca de 870,000 ciudadanos mexicanos salieron de allí con rumbo a los EE.UU.

Más aún, uno de cada cuatro estudiantes de noveno grado en México es hijo de alguien que ha emigrado a los EE.UU. en algún momento, conforme un estudio presentado por Brian Jensen, profesor adjunto de Brigham Young University.

Lo que sucede con quienes regresan es un fuerte tema de estudio que, durante mucho tiempo, se vio opacado por la investigación de la vida de los inmigrantes en los EE.UU. Pero la cuestión no desaparecerá en el corto plazo, estimó Jill Anderson, investigadora independiente y activista, autora de un libro con historias de inmigrantes llamado “Los otros Dreamers”. “Debido a que son niños, ésta será una cuestión de política pública por los próximos 20 años”, afirmó.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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