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El plan médico de UCI para detener las superbacterias se utiliza a nivel masivo; aunque falló en el propio hospital

Una muestra de bacterias vivas de MRSA en un laboratorio de la Universidad de Chicago (Zbigniew Bzdak / Chicago Tribune).

Una muestra de bacterias vivas de MRSA en un laboratorio de la Universidad de Chicago (Zbigniew Bzdak / Chicago Tribune).

(Zbigniew Bzdak / Chicago Tribune)
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A fines de diciembre pasado, una bacteria letal había arrasado la unidad de cuidados intensivos de UC Irvine Medical Center (UCI), donde afectó a siete bebés. La Dra. Susan Huang, experta en control de infecciones del hospital, tenía un plan.

La estrategia -que había promovido con tanto éxito que ahora la mayoría de los centros médicos en los EE.UU. la utilizan- incluía bañar a los pequeños en UCI con un poderoso desinfectante, y frotarles el interior de la nariz con un antibiótico.

Pero esta vez, el plan fracasó. Pese a aislar a los bebés infectados y de asegurarse de que las enfermeras se lavaran las manos, en febrero y marzo tres pequeños dieron positivo para la misma cepa de la superbacteria MRSA.

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El brote es un recordatorio de que los científicos aún batallan por controlar las infecciones intrahospitalarias. También amplificó un debate ya muy acalorado acerca de si la estrategia que Huang ayudó a desarrollar es la mejor forma de detener el MRSA, un patógeno pernicioso que mata al menos a 9,000 estadounidenses por año.

“Deseamos que las estrategias que empleamos funcionen el 100% de las veces, pero eso no es posible”, afirmó Huang en una declaración escrita enviada al Times. La doctora se negó a ser entrevistada.

Incluso antes del brote de MSA en UCI, los expertos temían que la estrategia de tratar a todos los pacientes con el desinfectante y el antibiótico pudiera crear más daño que bien, convirtiendo a las bacterias en más peligrosas todavía y más resistentes a los medicamentos.

“El amplio uso de estrategias antisépticas desplegadas durante muchos días o semanas solo ayuda parcialmente, y a su vez puede inducir a consecuencias no deseadas”, advirtió el Dr. Derek Angus, profesor de medicina de cuidados críticos en la Universidad de Pittsburgh.

El desinfectante clorhexidina y la mupirocina también pueden tener efectos adversos en los pacientes, especialmente en bebés prematuros de ICU, cuya piel y sistemas neurológicos todavía están en desarrollo.

En febrero pasado, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) advirtió a los hospitales que se estaba viendo un mayor número de reacciones alérgicas extrañas y serias a la clorhexidina.

El biocida se vende sin receta para desinfectar áreas pequeñas de la piel antes de una cirugía, y no está aprobado para bañar el cuerpo entero de los pacientes. Su etiqueta advierte acerca del uso en niños menores de dos meses de edad, a quienes podría causarle quemaduras químicas.

Mupirocina, el antibiótico, no está aprobado para su uso en menores de 12 años. Su etiqueta prohíbe específicamente su uso en prematuros.

John Murray, vocero de UCI, señaló que ningún bebé sufrió reacciones adversas con el tratamiento. Aunque el hospital no ha encontrado aún la fuente del brote, dijo, todos los pacientes actuales en la unidad intensiva neonatal dieron negativo al MRSA, siglas en inglés de ‘Staphylococcus aureus resistente a la meticilina’.

Un proveedor nacional de asistencia sanitaria redujo drásticamente las infecciones por MRSA utilizando una práctica muy distinta a la defendida por Huang y sus colegas.

Huang recomienda no someter a nuevos pacientes a pruebas de MRSA, y en cambio confía en tratar a cada uno en ICU con baños en desinfectante diarios y los hisopados nasales con antibiótico; una práctica llamada “descolonización universal”.

Por el contrario, el Departamento de Asuntos de Veteranos de los EE.UU. (VA) prueba a cada paciente que ingresa. Si estos dan positivo, son aislados y tratados, lo cual hace más difícil la propagación de la bacteria.

El VA reportó en enero que la prueba y el aislamiento de los pacientes había ayudado a reducir las infecciones por MRSA en un 80% desde 2007.

Sin embargo, la práctica es costosa. Requiere habitaciones individuales; las enfermeras y médicos deben ponerse batas y guantes al entrar en el cuarto de los aislados y quitárselas al salir. A menudo, se requiere de más personal. El aislamiento de una sola persona puede agregar cientos de dólares a la cuenta de un centro de salud.

El protocolo de Huang es mucho menos costoso. El estudio que llevó a cabo en 2013 descubrió que costaba solo 40 dólares tratar a cada paciente con el desinfectante diario y los hisopados nasales.

La idea para el estudio, explicó la doctora en una presentación de 2014, provino de una conversación entre un ejecutivo de Hospital Corp. of America (HCA), la mayor compañía hospitalaria del país, y Richard Platt, el director de Harvard Pilgrim Health Care Institute, que es una asociación entre Harvard y la aseguradora más importante de Massachusetts. Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC), de rango federal, ayudaron a cubrir los costos del ensayo.

Platt remarcó que el grupo no estaba motivado por el dinero. “Lo hicimos para responder la pregunta: ‘¿Podemos reducir el número de infecciones?’”, afirmó. “No se trató de: ‘¿Podemos bajar los costos?’”.

Cuarenta y tres hospitales propiedad de HCA se unieron al estudio de Huang, que concluyó que bañar a todos los pacientes de ICU con el biocida y tratarlos con el antibiótico condujo a menos infecciones que cuando se les hacía la prueba para detectar MRSA y se los aislaba.

La tasa de infecciones del torrente sanguíneo con MRSA no cambió significativamente. Pero cuando el grupo examinó las infecciones sanguíneas con todo tipo de patógenos, la cifra caía al 44%.

Antes del estudio, los más de 150 hospitales de HCA usaban un enfoque similar al de VA. La compañía eventualmente cambió a la propuesta al estudio de Huang, afirmó Ed Fishbough, vocero de HCA, y sigue viendo un declive en las infecciones.

Algunos científicos rápidamente desafiaron los resultados del estudio luego de que éste fuera publicado en el New England Journal of Medicine, en 2013. En cartas, los expertos cuestionaron si los resultados mixtos justificaban el uso del tratamiento. También manifestaron que los médicos podrían hacer más peligrosa la bacteria al tratar a todos los pacientes. “Se debe tener mucho cuidado al transferir los resultados del estudio a la práctica clínica”, escribieron doctores de la Universidad Médica de Graz, en Austria.

Las preocupaciones no impidieron que los hospitales adopten la medida. En una charla en enero pasado, Huang señaló que entre 65% y 80% de los centros médicos de los EE.UU. usan ahora la descolonización en sus unidades de cuidado intensivo.

Hasta ahora, sin embargo, su uso generalizado no ha reducido la tasa nacional de infecciones por MRSA. Entre 2014 y 2015, una estimación nacional basada en infecciones sanguíneas por MRSA reportadas por los hospitales mostró un aumento de un 10%, conforme datos del National Healthcare Safety Network, de los CDC.

Cuando se le pidió que explicara el incremento, Melissa Brower, vocera de los CDC, señaló que la agencia había cambiado su método para calcular la estadística nacional, lo cual redundó en una distorsión del número. La tasa real de infecciones sanguíneas por MRSA no aumentó entre 2014 y 2015, aseguró.

Los científicos ya han descubierto que la bacteria se vuelve más resistente tanto a la clorhexidina como a la mupirocina.

Un equipo liderado por el Dr. Ajita Prabhu, en la Clínica de Cleveland, esperaba ver que las infecciones declinaran cuando comenzó un estudio en el cual pacientes con hernias eran tratados con toallitas de clorhexidina antes de las cirugías. En cambio, esas personas sufrieron más infecciones quirúrgicas que aquellas no tratadas, reportó el grupo el año pasado. “El uso indiscriminado” del desinfectante, concluyeron los médicos, “debería desalentarse”.

Huang y sus colegas estaban tan conformes con la seguridad del tratamiento que indican a los hospitales que ni siquiera es necesario pedir autorización a los pacientes para realizarlo. En cambio, se les debe decir que es “algo de rutina empleado en esta sala de cuidados intensivos”, según su manual de aplicación impreso.

El brote en la unidad neonatal de cuidados intensivos de UCI comenzó en agosto pasado. Los funcionarios del hospital declararon al estado en una carta con fecha del 6 de enero que habían comenzado a descolonizar el 22 de diciembre de 2016 a todos los niños pacientes y a aquellos que provenían de otros centros médicos, con la combinación de clorhexidina y mupirocina.

Murray dijo que 220 empleados de cuidados intensivos habían sido sometidos a pruebas de MRSA en enero y febrero, y desconolizados en caso de dar positivo. El plantel seguía limpiando el equipamiento y las superficies de la unidad de cuidados intensivos.

Pero más tarde, otros tres bebés dieron resultados positivos para la misma cepa de MRSA: en total, nueve niños se enfermaron con ella. La piel de otro pequeño había sido colonizada; ninguno de ellos falleció.

Briana Walker, de Mission Viejo, relató que su hijo dio positivo en el examen de MRSA el 6 de marzo pasado, una semana después de que el personal trasladara a un bebé infectado al cuarto contiguo al de su pequeño.

No queda claro hasta qué punto el personal utilizó los baños con desinfectante y el tratamiento con antibiótico. Walker comentó que el plantel no trató a su hijo sino hasta después de comprobar que el resultado de su análisis era positivo. Para entonces, había estado en la unidad intensiva por un mes. El personal tampoco le informó del brote. “Me pregunto a cuántos otros pacientes no se les dijo lo que estaba ocurriendo”, expresó.

Murray se negó a responder más preguntas sobre el tratamiento de los bebés.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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