Anuncio

Donald Trump logró lo que Barack Obama no pudo: generar una nueva ola de activismo liberal

Amanda Litman y Ross Morales Rocketto lanzaron el grupo de activistas demócratas Run for Something, que anima a los menores de 35 años a presentarse para cargos electivos (Carolyn Cole / Los Angeles Times).

Amanda Litman y Ross Morales Rocketto lanzaron el grupo de activistas demócratas Run for Something, que anima a los menores de 35 años a presentarse para cargos electivos (Carolyn Cole / Los Angeles Times).

(Carolyn Cole / Los Angeles Times)
Share

La noche en que Hillary Clinton perdió la Casa Blanca, Amanda Litman lloró tanto que se enfermó y vomitó.

En Atlanta, a medida que se conocían las primeras cifras de la votación, Traci Feit Love se enfrentó a una pregunta de su angustiada hija de ocho años de edad: “¿Y ahora, qué hacemos?”.

Al otro lado del país, en el corazón del Silicon Valley, Rita Bosworth se preguntaba exactamente lo mismo.

Anuncio

Las tres mujeres nunca se conocieron, jamás hablaron, nunca se comunicaron entre ellas de ningún modo. Pero en los días y semanas subsiguientes, se convirtieron en hilos comunes de una extensa madeja: la de los iracundos y políticamente dolidos quienes -sin ayuda alguna por parte de candidatos, de partidos o de ninguna estructura de campaña formal- se unieron a la lucha contra el presidente Trump y sus políticas.

Desde su departamento en Brooklyn, Litman, de 27 años de edad, cofundó un grupo llamado Run for Something (Postúlate para algo), mediante el cual anima a las personas menores de 35 años a hacer precisamente eso. Miles ya han firmado, muchos de ellos novatos a nivel político.

Love, una abogada de 40 años, eligió Facebook y virtualmente de la noche a la mañana creó Lawyer for Good Government (Abogados por un buen gobierno), un ejército de expertos legales de costa a costa que se oponen a Trump en cuestiones como la inmigración y la prohibición de viajes a personas de seis países mayoritariamente musulmanes.

Bosworth, de 38 años, ayudó a iniciar una red que impulsa a donantes y activistas en los estados más demócratas, como California, hacia disputas legislativas en refugios más republicanos, con la teoría de que sus acciones pueden tener un mayor impacto allí donde los recursos son escasos. “La idea es construir una fuente de candidatos y crear incubadoras para políticas que eventualmente puedan tomar curso a nivel nacional”, afirmó Bosworth, quien planea abandonar pronto su trabajo como defensora pública en San José para trabajar a tiempo completo en su organización, llamada Sister District Project.

Fortalecidos por las redes sociales y animados por un profundo antagonismo, Bosworth y otros han producido un movimiento aparentemente sin precedentes: artistas, médicos, abogados, científicos, ingenieros de software y más personas que se organizan para presentarse a cargos electivos, colmar las reuniones en los ayuntamientos y agitar una amplia gama de cuestiones.

Sus números son inquebrantables; para muchos, una buena parte del atractivo de los movimientos ‘hágalo usted mismo’ es la falta de una estructura rígida o de una gestión verticalista. Pero aparentemente cada semana surge un nuevo grupo, con nuevo formato: académicos que dan consejos, bibliotecarios que levantan su voz, bordadores que empuñan sus agujas.

Resulta ser que Trump, un presidente detestado por los demócratas, es un estímulo mucho mayor para el activismo liberal que el venerado Barack Obama, un exorganizador comunitario que anhelaba inspirar una oleada de funcionarios e idealistas demócratas pero, en lugar de ello, fue testigo del debilitamiento de su partido.

“En noviembre del año pasado, ser política era lo último que hubiera deseado”, afirmó Kellen Squire, una enfermera de emergencias, de 32 años de edad, en el centro de Virginia, quien ayudada por la agrupación de Litman se postuló por un puesto en el cuerpo legislativo estatal. “Pero vi que se avecinaba lo inevitable y que iba a ser tan espantoso que no quería quedarme de brazos cruzados. Debía ponerme de pie, gritar, expresarme y vociferar”.

No obstante, no toda la incipiente energía está dirigida hacia la arena electoral. Un grupo llamado Resistance Media Collective reunió 200 animadores, diseñadores gráficos, videógrafos y otros voluntarios para emitir en vivo protestas contra Trump y producir materiales, como un folleto con dibujos animados llamado “Guía de preparativos para familias indocumentadas”.

Sus consejos, en inglés y español, incluyen buscar un ciudadano estadounidense que pueda actuar como tutor legal de un niño y consejos sobre cómo manejarse con el sistema judicial. “Nuestra meta, muy sencilla, es amplificar la resistencia”, afirmó Kathryn Jones, de 48 años, una exactriz residente en la ciudad de Nueva York y una de las líderes del grupo.

Buena parte del esfuerzo está dirigido a revivificar un partido demócrata que perdió cientos de puestos ejecutivos y legislativos en el marco del gobierno de Obama, y que cayó a su posición más débil en décadas.

Pero muchos de los involucrados se han mantenido alejados deliberadamente del partido y también han intentado evitar los persistentes resentimientos respecto de quién apoyó a Clinton y quién a Bernie Sanders en 2016. “No se trata de Bernie o Hillary, u Obama”, expresó Alex Wall, un estratega de comunicación demócrata y uno de los muchos voluntarios que trabajan juntos para ayudar a transmitir el mensaje de la oposición a Trump y ampliar su llegada vía Facebook, Twitter y otras redes sociales. “Se trata de hablar con una sola voz”.

Los líderes partidarios afirman que el movimiento autónomo es bienvenido. “Estamos unidos todos bajo el mismo mensaje”, aseguró Sabrina Singh, vocera del Comité Nacional Demócrata. “Queremos elegir a los demócratas que reflejen nuestros valores y los valores de los estados donde se postulan”.

Litman, oriunda de los suburbios de Washington, D.C., comenzó a caminar los distritos electorales en Virginia a los 16 años de edad. Pasó de la operación política de Obama a dirigir el programa de correo electrónico para Clinton en 2016. Después de su fatídica noche de elecciones, se sumergió en Netflix y viajó a Costa Rica, donde devoró la historia de Emily’s List, un grupo demócrata que promueve la postulación de mujeres para cargos electorales.

Litman contempló una vida alejada de las campañas. Durante una entrevista con una editorial de Nueva York, sin embargo, se sintió a la deriva con sus pensamientos e imaginó mantenerse al margen frente a los horrores de una presidencia de Trump. “Y me pareció patético”, dijo, mientras se dirigía a su oficina diurna, una mesa y una silla en un bar de vinos del Bajo Manhattan que alquila espacios de trabajo en sus horas de inactividad comercial.

Haciendo uso de sus tarjetas de crédito y de sus ahorros, Litman trabajó con el consultor demócrata Ross Morales Rocketto, esposo de una compañera de trabajo en la campaña de Clinton, para lanzar Run for Something. Su idea era aprovechar los miles de contactos políticos de ambos y compartir esa base de conocimiento con una nueva generación de candidatos.

Lanzaron su iniciativa el día de la toma de mando del nuevo presidente, y a la semana 500 personas habían visitado su sitio web y expresado interés. La cifra, explicó Litman, ha escalado desde entonces a más de 10,000.

La pregunta más común -¿Para qué debería postularme?- es fácil de responder, le dijo a unos 20 potenciales donantes y candidatos, reunidos bajo una arboleda durante una fiesta en un patio trasero de Brooklyn Heights, en Nueva York. “Decide el problema que quisieras ver resuelto y ése es el mejor lugar para estar”, afirmó.

Para muchos, esto significa cargos locales, como las juntas escolares y los ayuntamientos, que son más fáciles de ganar que las bancadas en el Congreso, y donde los resultados pueden ser más inmediatos que en la compleja trama de Washington. “Son accesibles”, afirmó Litman, como si vendiera una línea de calzado deportivo, “y son muy, muy, muy importantes”.

A los candidatos que aprueban en una investigación -deben ser demócratas, agradables y comprometidos con el tiempo y esfuerzo que una campaña requiere- se les ofrece un asesoramiento gratuito por parte de profesionales políticos: cómo postularse, cómo escribir un comunicado de prensa o diseñar un sitio web.

Heather Ward, de 21 años, universitaria recientemente graduada que se postula para un puesto en la junta escolar en las afueras de Filadelfia, fue asesorada en el proselitismo puerta a puerta: llevar un mensaje nítido, dejar una nota si no hay nadie en casa. Con guía de su tutor, que ayudó a ejecutar la campaña de Clinton en el norte de Carolina, terminó primera entre cuatro candidatos y llegó a la segunda vuelta de noviembre.

Como con cualquier iniciativa nueva, hay una cierta libertad en las expectativas mínimas y la escasa estructura fija. No hay donantes gordos a quienes apaciguar, no hay titulares ansiosos para calmar, y por lo tanto la agrupación puede mirar más allá de un solo ciclo electoral.

La esperanza, por supuesto, es ganar donde y cuando sea posible, remarcó Litman, pero aún más importante es preparar a un grupo de recién llegados, para que puedan en los años por venir postularse a una gobernatura o al Senado de los Estados Unidos. O, estimó, la máxima fantasía post-Trump: “Un candidato presidencial para 2032 que haya comenzado con nosotros”.

Si deseas leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

Anuncio