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La policía arrestó a sospechosos de incendio intencional que mató a 10 personas en 1993

Un hombre llora luego de haber pasado a un lado del cuerpo de un niño, víctima del incendio en los apartamentos de Wastlake en 1993.

Un hombre llora luego de haber pasado a un lado del cuerpo de un niño, víctima del incendio en los apartamentos de Wastlake en 1993.

(J. Albert Diaz / Los Angeles Times)
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En un descubrimiento impactante en un caso de 24 años de antigüedad, la policía de Los Ángeles arrestó a varios sospechosos por un incendio que, en 1993, azotó un edificio de departamentos lleno de inmigrantes latinos en Westlake y mató a 10 personas, entre ellos siete niños.

Varias fuentes policiales declararon a The Times el sábado último que los tres sospechosos están vinculados con la célebre pandilla 18th Street. En el momento del siniestro, en mayo de 1993, la organización aterrorizaba a los residentes del barrio, por entonces una primera parada densamente poblada para inmigrantes que llegaban a L.A. desde México y otras partes de América Latina.

Se supone que los sospechosos estaban enojados con el gerente del edificio porque les había ordenado que dejaran de traficar drogas allí, según las fuentes, que hablaron de forma anónima porque no tienen permitido hacer comentarios públicamente. A raíz de ello, los pandilleros buscaron venganza prendiendo fuego el lugar.

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Escena del incendio vista desde arriba.

Escena del incendio vista desde arriba.

(Al Seib / Los Angeles Times)

Los arrestos coronan años de investigaciones sobre el que se considera uno de los peores incendios intencionales en la historia de L.A. El fuego también simbolizó las desesperantes condiciones a las que se enfrentaban los inmigrantes, tanto legales como indocumentados, que vivían en departamentos antiguos y de mala calidad, con las amenazas cotidianas de las pandillas que controlaban la zona.

Algunos sobrevivientes del hecho relataron terribles historias acerca del incendio. A medida que las llamas se extendían, las madres arrojaban a sus bebés por las ventanas, en espera de que alguien los atrapara. La gente formaba cadenas humanas para bajar a los residentes de los pisos superiores.

Un hombre vio horrorizado cómo su esposa e hijos corrían en el humo, donde perecieron, acurrucados en un pasillo. Otro individuo también perdió a sus tres hijos y su esposa embarazada. Más de 100 residentes quedaron sin vivienda y 40 resultaron heridos. Los siete niños que murieron tenían entre los 15 meses y los 11 años de edad. Dos de las fallecidas estaban embarazadas.

El incendio expuso fallas importantes en el sistema de inspección de la ciudad. El inmueble había sido recientemente multado por violaciones al código de incendios, pero el propietario no había hecho los cambios necesarios.

El capitán Andrew Neiman, vocero del LAPD, señaló el sábado que no contaba con los nombres de los sospechosos arrestados. No obstante, una fuente policial familiarizada con la investigación dijo que dos hombres habían sido arrestados el día anterior por conspiración para cometer asesinato. Además, una mujer sospechosa está detenida por un cargo de asesinato desde 2011. Un cuarto sospechoso sigue en libertad.

En 1993, el complejo de 69 unidades, ubicado en 330 S. Burlington Ave., era una estación de tránsito para inmigrantes, algunos de los cuales convivían con 12 o más personas por departamento para estirar sus bajos ingresos.

La rápida propagación del fuego fue ayudada por las condiciones de hacinamiento, pertenencias personales y muebles amontonados en pequeños espacios, resaltaron los bomberos en ese momento.

Después de dos incendios sospechosos en las instalaciones que habían ocurrido el mes anterior, los inspectores habían notado que las puertas cortafuegos no cerraban y que las alarmas no funcionaban debidamente. Se le exigió al dueño que realizara inspecciones contra incendios cada media hora, lo cual nunca ocurrió, y las puertas ignífugas siguieron abiertas durante el mortal siniestro.

La tragedia generó amplias peticiones de reformas en las inspecciones de la ciudad. Sin embargo, un año más tarde, muchas de las medidas sugeridas, como el inicio de una fuerza de inspección y un sistema de registro computarizado, no se habían implementado.

Desde el principio circularon rumores de que los pandilleros de 18th Street habían sido los responsables. En ese momento, las pandillas locales se volvían cada vez más violentas. El edificio -un lugar donde los inmigrantes trabajadores se cruzaban con traficantes de drogas que vendían crack a los motociclistas- estaba en el corazón de su territorio.

Robert Bub, detective retirado de homicidios del LAPD, afirmó que durante el incendio, los oficiales “interrogaban a cada pandillero que entraba al lugar para intentar unir cabos sueltos”. Pero la gente tenía miedo de hablar por temor a represalias, recordó.

El exconcejal Mike Hernández, quien representaba al distrito de Westlake en ese momento, calificó al nivel de delitos en el vecindario en esa época como “abrumador”. Sin embargo, dijo, la gente no se manifestaba abiertamente porque tenían temor de llamar la atención y ser deportados.

Cinco años después, en 1998, dos pandilleros de 22 años de edad fueron acusados de 10 cargos de asesinato, luego de que un pandillero arrestado por otro homicidio afirmara saber quién había comenzado el incendio. Las acusaciones contra los dos hombres, Rogelio Andrade y Allan Lobos, finalmente fueron descartadas por falta de pruebas.

En tanto, los sobrevivientes del incendio luchaban por reconstruir sus vidas. La mayoría no volvió al edificio en Burlington Avenue; los recuerdos eran demasiado sombríos. Un grupo de ellos recibió dos millones de dólares como indemnización luego de una demanda civil contra el propietario y los encargados de la propiedad.

Elías Verdugo Vásquez, el hombre que vio a su esposa e hijos desaparecer en el humo, volvió a Chiapas, México, con su único hijo sobreviviente. El sueño de una vida mejor en los EE.UU. quedó destrozado con el siniestro.

Pasaron años, décadas. En el edificio de Burlington Avenue, el sábado último, algunos recordaron el incendio, aunque ya no quedan inquilinos de aquella época.

Maura Campos, encargada del lugar, vivía cerca en ese momento. “Recuerdo que una mujer embarazada murió, no por las llamas sino por el humo. Sus niños también murieron”, afirmó la mujer, de 61 años.

Hay mucha menos actividad de pandillas y drogas en el vecindario ahora, según los residentes. Campos afirma que eso es gracias a los policías del LAPD, que solían vigilar durmiendo hasta en el piso de su sala.

Detrás de la escena, los detectives siguieron el caso de cerca. El viernes por la mañana, con la sospechosa ya tras las rejas, trasladaron a los dos hombres y los pusieron en custodia.

El jefe del LAPD, Charlie Beck, planea dar una conferencia de prensa este lunes, para brindar más detalles. Los oficiales dieron poca información el sábado, aunque resaltaron que los arrestos habían ocurrido tras “una amplia y exhaustiva investigación”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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