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¿Cuál es el plan B si es deportado? Una generación dividida (Video)

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Si algún día las autoridades migratorias lo encuentran y deportan, Angel Estrada, de 48 años, ya sabe a quién llamará, en que hotel se encontrará con su familia antes de tratar de rehacer su vida en su ciudad natal de Cuernavaca.

La hija de Estrada, de 24 años, la que se encuentra en el páis indocumentada, no tiene planes de irse muy fácilmente.

“Si me van a deportar no va a ser tan sencillo”, dice Karla, quien ha vivido en este país desde que tiene 5 años. “Voy a llamar a esta persona, esta organización, este abogado. Voy a ponerlo en Facebook, Twitter, voy a hacer un circo de esto. Me voy a quedar en este país.”

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El debate en la casa de los Estrada muestra una división generacional en muchas casas de latinos en California y otras partes del país provocado por el debate sobre la inmigración y el movimiento en el estado de facilitar las restricciones para que se quede en el país gente indocumentada.

Angel Estrada y su esposa Gloria, vino a la California de Pete Wilson, como lo llama, durante un periodo de hostilidad en los 90, cuando los votantes aprobaron la Proposición 187. Ellos estaban jóvenes y sabían que podrían ser deportados fácilmente, así que mantuvieron un perfil bajo para no llamar la atención.

Su hija, recién graduada de UCLA, creció en la era digital, alrededor de activistas proinmigrantes listos para presentar una batalla en las redes sociales y en las calles. Para Karla, su estatus migratorio no es algo que tenga que esconder.

Sentada al lado de su padre en su casa en Chino ella no está de acuerdo cuando su madre dice: “Nos da miedo, ella no puede hablar de eso, no demasiado abierta, en Facebook”.

“Mis padres siempre me dicen que me quede callada, que no diga nada”, dice Karla. “No estoy de acuerdo. Para mi es como decir… ‘Sí, soy indocumentada y qué”.

Karla tiene la edad que tenía su padre cuando llegó a una California más hostil. Ella está viviendo otro tipo de retórica contra la inmigración indocumentada, con los candidatos presidenciales, liderados por el billonario Donald Trump, hablando de deportaciones masivas, la construcción de un muro gigante y ciminalizando a los inmigrantes.

Pero ella también vive en un estado en donde el mes pasado el gobernador Jerry Brown firmó unas medidas migratorias que incluían remover la palabra ‘extranjero’ del código laboral de California. También firmó una legislación permitiendo a los no ciudadanos que participaran como trabajadores electorales y protegiendo los derechos de los menores en juicios civiles. El estado también permite a los indocumentados obtener licencias de manejo.

Desde la última legalización masiva de 1986, hay al menos dos generaciones de personas sin estatus legal, dijo Roberto González, un sociologo de Harvard.

“Comparado a sus padres, los jóvenes indocumentados están más conectados a la gente y lugares de su alrededor”, agregó. La srelaciones con sus compañeros y maestros los convencen que pueden lograr el sueño americano, si trabajan duro y siguen las reglas, ellos pueden obtener lo que quieran”.

Karla en una participante de la propuesta de Obama de brindar permiso de trabajo a los jóvenes que llegaron a este país como niños y se quedaron ilegalmente. Pero desde antes, ella sabía que hay una comunidad muy grande, experta políticamente que podría estar a su lado.

“No see porque ellos no pelearían”, dice ella acerca de sus padres. “Yo lo haría, y si me lo permitieran yo llamaría a cualquier persona hasta lograr que regresaran a este país”.

Cuando Estrada a California ni siquiera le gustaba ondear la bandera mexicana o hablar de su estatus migratorio.

“Los jóvenes ahora no temen declarar que son indocumentados”, dijo. “Lo ven como algo anormal”.

Este año, la gente sin un estatud legal atendieron en masa para obtener licencias de manejo. Ahora se pregunta si la licencia que obtuvo en los 90 con un seguro social falso lo pondría en problemas.

Ante la presión de su hija solicitó su licencia de conducir explicándole la situación a un trabajador del DMV, el cual le dijo que su licencia llegaría en el correo si él no cometió ningún delito mayor con su anterior licencia.

“Tengo mucha seguridad porque hablo perfectamente el inglés y tengo hábitos americanos”, dice Karla. Tengo la cultura, escucho la música y tengo la misma mentalidad del sueño americano”.

La proposición 187 pretendía negar fondos para atender diversos servicios a los indocumentados, incluyendo a los niños, lo cual provocó que los latinos votaran más y se formara una generación más politizada.

Al principio del 2000, con el aumento del tráfico de indocumentados se generó una red de abogados que los defendían al ser arrestados y evadir la deportación, por un tiempo.

Angel Estrada tuvo que dejar su natal Cuernavaca en busca de una mejor vida ya que la situación económica se había deteriorado en México. En ese entonces era relativamente sencillo cruzar la frontera.

Su plan era simple. Trabajar y trabajar duro para ayudar a su familia. Cuando su hija comenzó a involucrarse en el activismo descuidar sus estudios, sus padres la presionaran para que parara… “tienes que trabajar porque venimos a este país y sufrimos para cruzar la frontera, tienes que seguir adelante”, le dijeron.

Karla los escuchó y comenzó a balancear su activismo con los estudios. Pero no tenía planes de parar. Ella ayudó a organizar una marcha en Costa Mesa y lideró actos de desobediencia civil en Washington. Para el 2010, se comenzó a identificat asimisma como indocumentada y sin temor. Sus padres querían entender en que andaba, así que la acompañaron

A unas reuniones en donde los jóvenes activistas compartían su testimonio de vivir indocumentados en este país.

“Era una triste historia tras otra”, dice su padre. “Eran muchos lamentos”.

Su hija lo interrumpe. “Pero papa, eran círculos para cicatrizar us historias”.

Karla y sus padres aún no están de acurdo en muchos temas, sobre todo en la manera que se deben defender los derechos de los inmigrantes. Sus padres aún no aprueban la presencia de la bandera mexicana en marchas, diciendo que es de “poco gusto” y “una falta de repseto”, y solo sirve para enojar a los políticos y americanos.

“Son extremistas y no me representan. Tienen que saber que se encuentran en otro país y deben de respetarlo y adaptarse”, dice Angles.

Algunas veces es difícil para ellos aceptar alguna de sus acciones.

“No tiene miedo. Eso me llena de orgullo. Nosotros creamos esta situación. Lo que no sabemos es que tan lejos nos irá a llevar”, agrega.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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