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Crece la población indigente latina, ‘un fenómeno completamente nuevo’ en Los Ángeles

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Timoteo Arevalos nunca imaginó que terminaría aquí, vagando por horas en un banco en el parque Hollenbeck en Boyle Heights, utilizando su mochila como almohada.

Él solía tener un trabajo del gobierno, pero la recesión llegó y fue despedido. Luego la hizo de lavaplatos pero el otoño pasado le disminuyeron las horas de trabajo y ya no pudo pagar la renta donde vivía.

Ahora, es parte de un creciente número de latinos que viven sin hogar en Los Ángeles. Las cifras publicadas recientemente por el condado indican que la tasa de personas sin hogar aumentó en un 63% en el último año, un número asombroso en un condado que registró un incremento del 23% de población sin hogar, a pesar de los esfuerzos que se hacen para sacar a la gente de la calle.

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Casi todos los grupos demográficos, incluidos los jóvenes, las familias y los veteranos, mostraron un aumento en el número de personas sin hogar, pero los latinos lograron una de los incrementos más pronunciados, sumando más de siete mil personas.

“Yo diría que es un fenómeno completamente nuevo”, dijo Hilda Solís, la supervisora del condado de L.A., cuyo distrito vio aumentar el número de personas sin hogar en un 84%. “Tenemos que ponerlo en el radar y realmente pensar diferente cuando consideramos cómo ayudar a esta población”.

Autoridades responsables de los indigentes y algunos grupos de ayuda dicen que las alzas en los alquileres de Los Ángeles y los bajos salarios son los principales impulsores que expulsan a mucha gente de sus hogares.

Según un estudio publicado por la Autoridad de Servicios para Personas sin Hogar, los inquilinos que viven en Los Ángeles son los más afectados de todo el país. Más de 2 millones de hogares en los condados de L.A. y Orange tienen costos de vivienda que exceden el 30% de sus ingresos.

Los latinos están particularmente en riesgo, con muchos trabajando hasta dos o tres empleos mal pagados para llegar al fin de mes. Aquellos que carecen de estatus legal son más vulnerables en estos días, ya que luchan por encontrar trabajo y evitar la asistencia pública, que temen podría señalarles para que eventualmente sean deportados.

“Es como si vivieran con un pie sobre una cáscara de plátano y el otro a un paso de la indigencia”, dijo Rose Ríos, que dirige Cover the Homeless Ministry, organización sin fines de lucro del sur de Los Ángeles que alimenta a la gente en las calles, muchos de ellos latinos.

Después de que Arevalos perdió su empleo en el gobierno, vivió de sus ahorros de 70 mil dólares. Cuando eso se terminó, luchó para encontrar un trabajo bien remunerado. Eventualmente empezó a trabajar lavando platos, pero cuando el restaurante recortó sus horas de trabajo, el otoño pasado, perdió su apartamento Pico Rivera.

Ahora, recibe 900 dólares de desempleo, suficientes para comprar comida y ropa, pero no para cubrir el alquiler y las facturas que se generan de ello. La mayoría de los días, duerme en un callejón aislado en el Pico Rivera, no lejos del rugido de los trenes que pasan y los camiones de carga. Para bañarse, va a la piscina pública de Roosevelt High School.

“Estoy frustrado y triste”, dijo Arevalos. “Tener que subir y bajar y empezar de nuevo toma mucho de ti”.

En todo el condado, se estima que un 20% de los latinos viven por debajo del nivel de pobreza. Su ingreso familiar promedio es de aproximadamente $ 47 mil dólares.

“Esta es una población que ya vive en circunstancias muy difíciles”, dijo el profesor de sociología de la USC, Manuel Pastor. “Cuando aumentas los alquileres, realmente empiezas a ver un mayor impacto”.

En 2016, los latinos representaban el 27% de la población sin hogar del condado de Los Ángeles; Ese número se ha disparado al 35% en el último año. Actualmente los latinos representan alrededor del 48% de la población total del condado.

El porcentaje de personas sin hogar blancas disminuyó en un 2% en ese tiempo. Los afroamericanos vieron un ligero aumento en el número de personas sin hogar, pero mientras esta población representa solo el 9% del total del condado de L.A., ellos tienen una desproporción del 40% en cuanto a indigentes se refiere.

El recuento de personas sin hogar de este año, realizado en enero, mostró aumentos significativos en los jóvenes indigentes que viven en automóviles. Estas cifras parecen confirmar la idea de que el aumento de personas sin hogar latinos se compone de trabajadores pobres que podrían haber sido rebasados por el mercado, dijo Pastor.

Solís ha notado la diferencia mientras conduce alrededor de su distrito en el Este de Los Ángeles y partes del Valle de San Gabriel. Ella ha visto más latinos que aparentemente viven a las orillas de los ríos y bajo los puentes de las autopistas.

La supervisora dijo que espera que las necesidades de los latinos sin hogar sean tomadas en cuenta, ya que los fondos de la Proposición HHH y la Medida H se asignarán durante la próxima década. Se espera que las medidas aprobadas por los votantes de Los Ángeles, en noviembre, proporcionen varios miles de millones de dólares en vivienda, subsidios de alquiler y servicios a las personas sin hogar.

“Muchos latinos tienden a venir de comunidades muy unidas y no les gusta hablar de cómo están luchando”, dijo Solís.

Muchos tienden a no buscar ayuda de refugios y centros de atención, como los que están ubicados en el centro de L.A. Ellos tratan de subsistir, dependiendo de familiares, amigos, iglesias, clínicas, todo mientras viven fuera de su vehículo o en la calle.

“Necesitamos proveedores de servicios que reflejen la comunidad, que proporcionan información competente y culturalmente sensible en español”, dijo Solís.

En una iglesia al este del río de Los Ángeles en una tarde reciente, cerca de tres docenas de hombres se sentaron alrededor del patio, esperando una comida caliente y un lugar para pasar la noche. La mayoría duermen en catres que instalan alrededor de la iglesia, cerca del altar y las puertas.

Los individuos, todos latinos y algunos de ellos sin documentos de residencia, han estado viniendo aquí por casi 30 años para buscar refugio de emergencia. Entre ellos estaba Mario Martínez, de 48 años de edad, originario de Guatemala. Él llegó a Estados Unidos cuando tenía 17 años.

Trabajó en fábricas y obras de construcción, eventualmente consiguió un trabajo como gerente de un almacén de tejidos y textiles. Ganaba 18 dólares la hora.

Martínez, su novia y sus dos hijos, de 4 y 10 años de edad, alquilaban un apartamento en Montebello por 1,400 dólares al mes. “Yo había empezado desde abajo y había subido”, dijo. Pero la vida tomó un giro y él y su novia se separaron. Hace cinco años perdió su trabajo.

El trabajo desde entonces ha sido difícil de conseguir y se paga mucho menos. Cuando Martínez agotó sus 15 mil dólares en ahorros hace unos meses, terminó en la calle.

Él espera que el trabajo a tiempo parcial a través de una agencia de empleo lo ayude a volver a un apartamento pronto.

“Soy el tipo de persona que toma la vida como viene”, dijo Martínez. “Mientras esté sano y pueda trabajar y dormir, podré recuperarme”.

La iglesia también proporciona asistencia similar a las mujeres latinas.

En otras partes de la ciudad, varios distritos que han experimentado la gentrificación vieron el aumento de la falta de vivienda de los latinos. Eso incluye el Distrito Uno del concejal Gil Cedillo, donde hubo un aumento del 79%.

El Distrito Uno incluye vecindarios densamente poblados como Pico-Union y Westlake, donde muchas familias pobres viven en apartamentos que van a la alza en precio. La proximidad del área al centro de la ciudad ha hecho atractivo para los desarrolladores en los últimos años, presionando por un incremento de rentas para muchas personas.

En el centro de Westlake, MacArthur Park se ha convertido en un destino para los desamparados de toda la región. Sus tiendas de campaña se extienden a través del parque de 32 acres, creando un ciclo interminable que no termina a pesar de los esfuerzos semanales de divulgación realizados por la oficina de Cedillo y numerosas organizaciones.

“El problema es la falta de viviendas suficientes”, dijo Cedillo. “La gente es muy compasiva y preocupada por los desamparados, pero lo que necesitamos hacer es salir del camino de los desarrolladores y comenzar a crear un proceso para que la gente pueda construir y los vecinos necesitan aceptar esta idea”.

En Highland Park, otra área representada por Cedillo, la gentrificación ha aumentado enormemente los precios de la vivienda. Las casas de dos dormitorios se venden por más de 600 mil dólares.

En 2009, Rebecca Prine fundó Recycled Resources for the Homeless, un grupo sin fines de lucro que conecta a las personas sin hogar con la vivienda y proporciona servicios básicos, como lavandería gratis los miércoles por la noche.

Durante el invierno, la organización abre un refugio, el único en el barrio. El año pasado, Prine dijo que el albergue estaba lleno en su mayoría con latinos. Muchos de ellos tenían puestos de trabajo a tiempo completo. Pero no podían pagar los alquileres. Otros eran residentes mayores con ingresos fijos.

“De un año al siguiente”, dijo Prine, “el rostro de la falta de vivienda cambió para nosotros”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

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