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Aumenta la delincuencia en Los Ángeles por segundo año consecutivo

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La decisión del Departamento de Policía de Los Ángeles de colmar los barrios más letales de la ciudad con más oficiales logró frenar el ritmo de tiroteos en los últimos meses. Sin embargo, el departamento aún se enfrenta al continuo aumento de los asaltos, robos y delitos contra la propiedad, una tendencia que marca el segundo año consecutivo del aumento de la delincuencia general en la ciudad.

El jefe del LAPD, Charlie Beck, y el alcalde Eric Garcetti reconocieron el problema durante una conferencia de prensa realizada el pasado viernes. En ella, aseguraron que se están logrando avances en las áreas de alta criminalidad, pero que no pueden enfocarse en esos vecindarios de forma indefinida. “Eso nos quita muchos recursos de la ciudad”, afirmó Beck. “Mi trabajo, en gran medida, es priorizar”.

Yo puedo decir que, desde las estadísticas, estamos más seguros, pero si uno no se siente seguro, cuál es la diferencia”.

— HOWARD LESLIE, capitán de la División Central.

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El aumento de la delincuencia general se produce en un momento clave. Los residentes de L.A. están a la vez frustrados y alarmados con el repunte. La policía y otros sectores tienen cierta cautela respecto de las próximas semanas, preocupados ante la posibilidad de que este agosto sea tan sangriento como el pasado.

La dificultad para reducir el crimen presenta un potencial desafío político para Garcetti, quien busca un nuevo mandato como alcalde y continuar su ascenso en la escena política nacional. La semana próxima se presentará como orador en la Convención Nacional Demócrata.

“La seguridad pública es el tema número uno para las ciudades y sus alcaldes”, señaló Fernando Guerra, quien lidera el Centro para el Estudio de Los Ángeles, de la Universidad Loyola Marymount. Sin embargo, dijo, los sondeos realizados por esta organización muestran que la percepción pública de la seguridad se mantuvo positiva durante los últimos tres años, lo cual es un buen augurio para la campaña de reelección de Garcetti, el año próximo.

Hasta el 16 de julio, la delincuencia general había aumentado a 6.3% en toda la ciudad, comparada con el mismo periodo del año último, conforme muestran los registros del LAPD. Los delitos contra la propiedad aumentaron a 3.8% y los delitos violentos al 15.9%.

El incremento en este último sector fue liderado por un salto del 19.2% en asaltos agravados, y un aumento del 16.8% en robos. La policía reportó el mismo número de homicidios que el año pasado, 142. En toda la ciudad, 586 personas murieron en tiroteos -una menos que durante el mismo período del año pasado-.

Las autoridades destacaron una variedad de factores que, según ellos, contribuyeron al incremento del delito: más violencia de pandillas, una creciente población de desamparados y la Proposición 47, una ley de 2014 que redujo de graves a menores algunos delitos de posesión de drogas y contra la propiedad.

El aumento local sigue la tendencia del año pasado en toda California. A nivel estatal, los delitos violentos subieron un 10%, y los delitos contra la propiedad un 8%, en comparación con 2014. Así lo reveló la oficina del fiscal general.

El Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles también reportó aumentos este año, entre ellos el incremento del 8.4% en delitos violentos y el 6.8% en delitos contra la propiedad, hasta el fin de junio. Las autoridades del LAPD hicieron hincapié en que, pese al aumento de la delincuencia en los últimos años, Los Ángeles sigue siendo una ciudad más segura que hace décadas.

El LAPD pasó más de un año intentando reducir las cifras; duplicó el número de oficiales especialmente entrenados de la División Metropolitana para reprimir la delincuencia en los puntos más calientes de la ciudad e incrementó las iniciativas para prevenir la violencia de pandillas. Garcetti señaló que sintió la urgente necesidad de estas medidas a fines de marzo pasado, cuando un reporte de los delitos diarios mostró un aumento del 32.7% de los homicidios en toda la ciudad. “Pensamos que las cosas estaban fuera de control”, aseguró. “Dije: ‘Estamos haciendo cosas que creo que darán frutos con el tiempo, pero debemos hacer algo radical en este momento’”.

El LAPD creó un centro de comando enfocado en las cuatro divisiones del sur de L.A. que representaron casi la mitad de los homicidios y tiroteos en toda la ciudad: 77th Street, Sudeste, Suroeste y Newton. Este centro de comando, formado velozmente con expertos del LAPD, le permitió a la policía mover oficiales y otros recursos con mayor rapidez para prevenir los ataques de represalia y tratar de detener otros delitos.

Más oficiales de Metro también fueron trasladados a él. Los agentes de la división sacaron cerca de 300 armas de las calles en los últimos meses, aseguró Beck. Los policías motorizados también inundaron esas zonas para ayudar a los investigadores a localizar los vehículos empleados en robos u otros delitos.

Esos esfuerzos han comenzado a surtir efecto, explicó Beck. Los tiroteos, que habían repuntado a comienzos del año, comenzaron a declinar, mientras que los homicidios disminuyeron de manera continua. A principios de junio, la ciudad pasó un fin de semana completo sin homicidios y nadie resultó herido en dos agencias del LAPD. Fue, tal como le dijo Beck a los comisarios, “la primera vez que recuerdo que algo así ocurre”.

Pero el delito siguió escalando en otras áreas, como la División Hollenbeck, del LAPD, que cubre las comunidades del este, como Boyle Heights y El Sereno. Cincuenta y siete personas han sido baleadas este año, más del doble de la cifra del mismo periodo durante 2015.

Allí, la violencia es impulsada por brotes más pequeños y jóvenes de pandillas que tratan de ganar territorio o hacerse un nombre, señaló el subjefe Robert Arcos. Como algunos recursos clave -por ejemplo los agentes de Metro- fueron dirigidos primordialmente hacia el sur de L.A., el subjefe aclaró que debió encontrar otras formas de hacer frente a la oleada de delincuencia en el este y ser creativo para tomar oficiales de otras zonas que ayuden en su agencia. “Debo buscar todo lo posible en otras divisiones para enviar a Hollenbeck”, agregó, y dijo que ha escuchado quejas de residentes alarmados por la delincuencia en sus barrios. “¿Y qué hay de nosotros?, se preguntan”, comentó.

Terry Cano, de 43 años de edad y residente en Boyle Heights, expresó que la creciente violencia en su barrio ha atemorizado a toda su familia, incluyendo a su hijo de 11 años. “Antes, me sentía cómoda de ir a la tienda caminando con mi hijo. Ahora ya no”, afirmó. “Hay muchos tiroteos, no puedo correr riesgos con la vida de mi hijo”.

Otros vecindarios, en cambio, han visto más progresos. La División Central del LAPD -que incluye partes del centro, skid row y Chinatown- lideró los aumentos de los delitos violentos y contra la propiedad en 2015. Sin embargo, en lo que va de este año, la división fue la que mejor funcionó entre las 21 del departamento en temas de delitos violentos, y reportó una baja del 2% en ese sector, mientras que tuvo un alza mínima en delitos contra la propiedad. Fue la única división con un descenso de la criminalidad violenta.

Howard Leslie, capitán de la División Central, afirmó que su personal de mando sigue de cerca las actualizaciones diarias del crimen y esto los ha ayudado a desplegar oficiales en las zonas más necesitadas de actuación policial. También ha triplicado el número de patrullas a pie en zonas de alta criminalidad en el centro, desde que llegó a la división en marzo pasado.

El objetivo de Leslie es que los oficiales recorran las mismas rutas cada día, algo que les brinda más pistas sobre los criminales. El enfoque, explicó, ha contribuido a que la división concrete un 9% más de arrestos por delitos graves este año, en comparación con el pasado. Estas patrullas a pie también mejoraron la percepción de los residentes acerca de la criminalidad en el centro de L.A. “Yo puedo decir que, desde las estadísticas, estamos más seguros, pero si uno no se siente seguro, cuál es la diferencia”, se preguntó. “La gente que ve a oficiales caminando por la calle todos los días ahora sí se siente más segura”.

No obstante, las próximas semanas serán una prueba clave para el LAPD, que trata de evitar el mismo derramamiento de sangre que afectó a la ciudad el año pasado en la misma época. Treinta y nueve personas murieron en homicidios en agosto de 2015, la cifra más alta para ese mes desde 2007. “El pasado agosto fue horrible”, señaló Beck. “Esas son cifras para Chicago, no para L.A. No quiero que se repliquen”.

Si desea leer la nota en inglés haga clic aquí.

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