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California: licencias de manejo dan libertad a inmigrantes

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Los inmigrantes que viven sin permiso en Estados Unidos dicen que haber obtenido este año sus licencias de conducir en California de acuerdo con un nuevo programa les ha beneficiado en los caminos y fuera de ellos.

Más de 350.000 inmigrantes han conseguido licencias desde enero mediante el programa, y el Departamento de Vehículos Motorizados del estado prevé que las extenderá a un millón más en los próximos tres años.

Para muchos, manejar con licencia después de hacerlo durante años por caminos secundarios para evadir a la policía significa conducir con confianza y tranquilidad.

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Algunos recorren en sus vehículos distancias mayores en busca de más trabajo. Otros planean salir de vacaciones con la familia durante el verano a lugares hasta los que nunca se habían atrevido a ir en sus vehículos.

A continuación las historias de algunos inmigrantes en California que han obtenido las nuevas licencias:

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Leticia Aceves, de 50 años, dirige un negocio de limpieza de casas con su esposo, Mauricio, de 49 años, en el condado Placer, al norte de Sacramento. Algunos días ella conduce unos 40 kilómetros (unas 25 millas); en otros, casi 80 kilómetros (50 millas).

Ella y su esposo solicitaron las licencias apenas les fue posible.

“Hay que ganarse la vida, y a veces intentábamos no usar coche, pero necesitamos ingresos, por lo que tenemos que manejar”, señaló Aceves. “Sin una licencia de conducir aquí uno se siente expuesto”.

El año pasado, la policía detuvo al esposo por no hacer alto total. El automóvil fue incautado durante 30 días y ella dijo que tuvieron que pagar unos 3.500 dólares para que se los regresaran.

Aceves pidió prestado el coche a su madre para mantener el negocio. Antes, las hijas de ella los llevaban en vehículo. La pareja tiene cuatro hijos, incluidos un par de graduados universitarios.

Ella tenía una licencia mexicana vencida, así que sabía conducir antes de venir en 2001 a Estados Unidos. Portar una licencia legítima es maravilloso, agregó.

“Uno puede manejar sin temor y sentirse más cómodo al trabajar”, afirmó, y la familia también puede irse de vacaciones por carretera.

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Cuando se le pregunta a Matthew Manos, que trabaja de cuidador de una casa, qué puede hacer ahora que tiene licencia, suspira y responde: “Ah, muchas cosas”.

Manos, de 52 años, tardaba dos horas de ida para ir a su trabajo y dos para regresar a su casa, en las que combinaba desplazamientos a pie y el transporte público. Ahora cada trayecto le toma 45 minutos en el volante.

“Y cuando llego estoy fresco. Puedo trabajar en verdad”, dijo Manos, quien vive en Dublin, al este de San Francisco.

El hombre trabajó de auxiliar doméstico para un diplomático en Canadá y cruzó en 2004 a Estados Unidos porque sabía que sería difícil permanecer en algún empleo en Filipinas, su país natal.

Manos continúa manteniendo económicamente a su esposa e hijos, que viven en Filipinas.

El inmigrante se dijo agradecido de la ley.

“Soy una persona muy tímida”, agregó. “Pero quiero que sepan que estoy muy contento y muy feliz ahora que puedo ganar más y enviar más dinero a mi familia”.

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Eleazar Valdez, de 37 años, dijo que la licencia que obtuvo en abril le ha facilitado mucho la vida.

Un día que le ardía la garganta, Valdez se dirigió personalmente a una tienda minorista con el fin de comprar un medicamento para el resfriado, algo que antes tenía que pedirle a sus amigos que hicieran por él porque no tenía licencia, cuya presentación es obligatoria para comprar algunos fármacos que requieren receta médica.

El intérprete de español y aspirante a maestro también ha logrado ordenar que le sirvan un vaso de vino cuando sale a comer con amigos cerca de su casa en la localidad de Clovis, en el Valle Central.

“Antes les presentaba mi pasaporte o número de matrícula. En algunos restaurantes ni siquiera aceptan eso”, declaró Valdez, quien llegó al país cuando tenía 13 años procedente de México. “Ahora no hay problema”.

Cuando anda en su coche por algún camino, Valdez dice que ya no siente miedo al pasar al lado de un vehículo de la policía. También ha comenzado a desplazarse al volante en distancias más largas, más allá de la zona de Fresno, para trabajar de intérprete y hacer trabajo voluntario a favor de otros inmigrantes.

“Ahora gasto mucho dinero en gasolina”, agregó.

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Alberto García dijo que ha conducido vehículo con y sin licencia desde que llegó en 1986 a Estados Unidos desde México.

García, de 45 años, afirmó que sólo una vez lo detuvo la policía, pero llevaba licencia esa ocasión.

Cuando ya no pudo tener licencia debido a requisitos más estrictos, dijo que conducía sin el documento para llegar a su trabajo como obrero de la construcción en el condado Orange, pero nunca tuvo problema alguno.

Irónicamente, apenas semanas después de que obtuviera su nueva licencia, Garcia señaló que lo detuvieron por conducir a alta velocidad y le aplicaron una multa de 238 dólares. Sin embargo, afirma que eso no es nada en comparación con el lío que habría enfrentado sin el documento, agregó.

“Sé que la multa por manejar sin licencia es de 350 dólares”, expresó García. “De hecho, se han llevado automóviles de mis amigos y éstos han tenido que esperar un mes o pagar una multa de unos 1.200 dólares para que les devuelvan el auto”.

Aunque la licencia no es una forma válida de identificación federal, García dijo alegrarse de poseer un documento con su nombre extendido por el gobierno.

“Ahora se saben quién es esta persona, a través del gobierno, porque el Departamento de Vehículos Motorizados es el gobierno”, afirmó.

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Rodrigo Rodriguez, de 37 años, de Santa Barbara, dedica muchas horas al volante: lleva a sus tres hijos a la escuela y a su esposa a trabajar, y posteriormente se va a su empleo de mantenimiento.

Por manejar sin licencia, Rodríguez sufrió en tres ocasiones la confiscación de su vehículo y tuvo que pagar 2.000 dólares cada vez para que se lo devolvieran.

“Buscaban cualquier pretexto para detenernos, y después para llevarse nuestro coche”, dijo Rodríguez, quien llegó al país a los 14 años desde México.

Rodríguez dijo que siempre ha contado con un seguro para vehículos, aunque evitaba pasar con su coche por retenes hasta que le dieron la licencia en marzo.

Ahora maneja a donde le plazca, incluso más allá de los límites de la ciudad, y tiene pensado irse en coche a visitar a su suegro en Santa Mónica y llevarse a sus hijos en vacaciones de verano, quizá a los Estudios Universal.

“Antes yo solía decir que algún día iríamos, pero ahora que tenemos la licencia, iremos”, afirmó Rodríguez.

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