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UC ofrece pensiones generosas, y los estudiantes pagan el precio con matrículas más altas

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A medida que los padres y los estudiantes empiezan a escribir cheques para el primer aumento de matrícula estatal en siete años en la Universidad de California, esperan que el dinero adicional pague por una mejor educación.

Pero una gran parte de ese nuevo dinero, quizás decenas de millones de dólares, se destinará a pagar las jubilaciones cada vez más generosas del profesorado.

El año pasado, más de 5,400 jubilados de la UC recibieron pensiones por más de $100,000. Alguien sin una pensión necesitaría ahorros de entre $2 millones y $3 millones para garantizar un ingreso similar en la jubilación.

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El número de jubilados de la UC que cobran pensiones de seis cifras ha aumentado un 60% desde el 2012, según un análisis realizado por Los Angeles Times sobre los datos universitarios. Casi tres docenas recibieron pensiones por encima de $300,000 el año pasado, cuatro veces más que en el 2012. Entre los que se unieron al nivel más alto estaba el ex presidente de la UC, Mark Yudof, quien trabajó en la universidad durante sólo siete años, incluyendo un año sabático pagado y otro en el que impartió únicamente una clase por semestre.

La pensión promedio de la UC para las personas que se jubilaron después de 30 años es de $88,000, según los datos.

Los elevados desembolsos, los generosos salarios y la falta de contribución de la UC al fondo de pensión durante dos décadas han dejado al sistema de jubilación en lo más bajo. El año pasado, hubo una brecha de $15,000 millones entre el monto disponible y el monto que se debe a los jubilados actuales y futuros, según la valoración anual más reciente de la universidad.

“Creo que el aumento de matrícula de este año es sólo el comienzo de los rescates de los estudiantes y sus padres”, dijo Lawrence McQuillan, autor de California Dreaming: Lessons on How to Resolve America’s Public Pension Crisis (Lecciones sobre Cómo Resolver la Crisis de las Pensiones Públicas en los Estados Unidos). “Los estudiantes no tienen nada que ver con crear esto, pero van a ser la alcancía para resolver el problema a largo plazo”.

En una reunión de la Junta de Regentes de la UC celebrada este mes, los funcionarios de la universidad comenzaron a discutir el presupuesto del próximo año y abordaron la posibilidad de otro aumento de matrícula. Las pensiones y los cuidados médicos de los jubilados encabezaron su lista de gastos crecientes, pero no está claro si los regentes aprobarían otro incremento.

Los fondos públicos de pensiones están en crisis en todo el país, y particularmente en California. La causa subyacente es esencialmente la misma en todas partes. Durante décadas, los organismos gubernamentales y los empleados públicos no contribuyeron consistentemente con suficiente dinero a sus fondos de jubilación, confiando en su lugar en estimaciones excesivamente optimistas de cuánto aumentarían las inversiones.

El problema de pensión de la UC, aunque no es único, es claramente auto-infligido. En 1990, los administradores dejaron de realizar contribuciones durante 20 años, incluso mientras sus inversiones fracasaban, dejando una imponente factura para la próxima generación, que ahora ha llegado.

Después de dejar a un lado aproximadamente un tercio del nuevo dinero para la ayuda financiera, los funcionarios universitarios esperan que el aumento de matrícula y las cuotas de este año para los estudiantes del estado genere unos $57 millones adicionales para el llamado fondo central, que paga por conceptos básicos como los salarios de los profesores y mantener las luces encendidas en las aulas. Pero también esperan pagar unos $26 millones adicionales del fondo para las pensiones y los costos de salud de los jubilados, de acuerdo con el informe presupuestario más reciente de la universidad.

La portavoz de la UC, Dianne Klein, dijo que es imposible decir con precisión qué parte del aumento de la matrícula se destinará a los costos de jubilación, porque la universidad combina los ingresos de una variedad de fuentes, incluyendo la matrícula para estudiantes no residentes y el dinero de los contribuyentes del fondo general estatal, para cubrir los gastos.

El fuerte aumento de los pagos de pensiones de seis cifras durante los últimos cinco años fue impulsado por una ola de “baby boomers” jubilados con larga permanencia y con salarios elevados, dijo Klein. “La UC, como ustedes saben, tiene una fuerza de trabajo envejecida”.

Los funcionarios universitarios han intentado controlar los costos aumentando la edad de jubilación y limitando las pensiones para los nuevos empleados, pero esos son arreglos a largo plazo que no darán ahorros significativos durante décadas. Y el presupuesto actual promete $144 millones en aumentos para los profesores y el personal, una medida que hará que los futuros pagos de pensiones sean aún más altos.

En el 2016 los diez principales beneficiarios de pensiones incluyeron a nueve académicos y científicos que pasaron décadas en la universidad: médicos que enseñaron en las escuelas de medicina y trataron a pacientes en los hospitales universitarios, un investigador científico contra el cáncer ganador del Premio Nobel y un físico que supervisó el arsenal de armas nucleares de Estados Unidos .

La excepción es Yudof, quien recibe una pensión de $357,000 después de trabajar solamente siete años.

Bajo la fórmula estándar, 2.5% del salario más alto por el número de años trabajados, la pensión de Yudof sería de poco más de $45,000 por año, según los datos proporcionados por la universidad.

Pero Yudof negoció un acuerdo de jubilación separado y más lucrativo para sí mismo cuando dejó su trabajo como canciller de la Universidad de Texas para convertirse en presidente de la UC en el 2008.

“Así es como funciona en el mundo real”, dijo Yudof en una reciente entrevista con Los Angeles Times.

El acuerdo le garantizó una pensión de $30,000 si duraba un año. Dos años le conseguirían $60,000. Subía en incrementos similares hasta el séptimo año, cuando remataba en $350,000.

Yudof dimitió como presidente después de cinco años, citando razones de salud. Bajo los términos de su acuerdo, su pensión habría sido de $230,000. Pero no abandonó inmediatamente la nómina de la universidad.

Primero, cobró su sueldo de presidente de $546,000 durante un “año sabático” pagado ofrecido a los ex administradores de alto nivel para que puedan prepararse para volver a la enseñanza. Al año siguiente siguió cobrando su salario mientras enseñaba una clase por semestre, llevando su mandato a siete años y asegurando la pensión máxima de $350,000.

En el 2016 obtuvo el aumento de costo de vida estándar de 2%, resultando en su pensión de $357,000.

Al preguntársele si valía todo ese dinero, Yudof dijo que sería más apropiado preguntarles a los miembros de la Junta de Regentes de la universidad que aceptaron el acuerdo.

Richard C. Blum, que fue presidente de la Junta en el 2008, no respondió a las solicitudes de comentarios.

Seis de los 10 principales beneficiarios de pensiones del año pasado, cada uno de los cuales recibió más de $330,000, eran médicos que enseñaron en las escuelas de medicina o trataron a pacientes en los hospitales universitarios.

Durante décadas, los funcionarios universitarios han argumentado que el generoso plan de pensiones es esencial para competir con otras escuelas superiores, especialmente las privadas que ofrecen salarios más altos.

Las escuelas de medicina rivales en California, incluyendo a Stanford y la USC, no les ofrecen a los médicos pensiones vitalicias garantizadas. En cambio, ofrecen planes de contribución definida en los que el empleador y el empleado contribuyen cada uno a la cuenta de jubilación personal del empleado. Cuando el trabajador se jubila, recibe el dinero y el empleador queda libre, sin una vida de pagos continuos.

La gran mayoría de los médicos en los Estados Unidos que no trabajan para universidades públicas se les ofrecen tales planes en lugar de pensiones, al igual que la gran mayoría de otros profesionales que trabajan en la industria privada.

Tres reclutadores médicos les dijeron a Los Angeles Times que pensaban que el persuadir a los mejores médicos para trabajar en la UC sería fácil, dado el prestigio de la institución y el hecho de que los hospitales están ubicados en algunos de los lugares más deseables del país para vivir.

“Creo que podría venderlo contra un trabajo mejor pagado en el sector privado, incluso sin una pensión garantizada”, dijo Vince Zizzo, presidente de Fidelis Partners, una empresa de búsqueda nacional con sede en Dallas. El trabajar para una universidad “es un mundo protegido de eso garantizado”, dijo Zizzo. En un consultorio privado, se les paga a los médicos en función del número de pacientes que ven y cuánto facturan. “Es una vida mucho más difícil; comes lo que matas”.

La mayoría de los principales beneficiarios de pensiones de la UC no respondieron a las solicitudes de comentarios sobre esta historia.

Dos beneficiarios entrevistados por Los Angeles Times dijeron que estaban agradecidos por las pensiones, pero el plan de jubilación no jugó ningún papel en su decisión de aceptar los trabajos en la universidad a principios de sus carreras.

Nosratola Vaziri, ex especialista en riñones e hipertensión de la Facultad de Medicina de UC Irvine, cobró una pensión de $360,000 el año pasado. Fue a trabajar a la UCI después de terminar una beca en la UCLA en 1974 y se quedó durante los siguientes 37 años, contribuyendo con más de 500 artículos científicos. A pesar de las ofertas de otras instituciones, nunca se fue porque amaba el trabajo, dijo Vaziri.

“Ni el salario ni la pensión fueron la razón de mi elección”, dijo Vaziri.

El radiólogo Lawrence Bassett pasó 41 años trabajando en los hospitales de la UC después de terminar su residencia en la UCLA. Se especializó en el campo emergente de la imaginología de la mama y dijo que la UC era un gran lugar para beneficiarse de la investigación de vanguardia. Cuando se le preguntó si la pensión había sido un factor en su decisión inicial de tomar el trabajo, o permanecer durante los años, Bassett dijo: “no, honestamente no lo fue”. La pensión de Bassett fue de $347,000 el año pasado.

McQuillan, autor y profesor emérito en el Independent Institute, un grupo de expertos no partidista en Oakland, dijo que sería más simple, más transparente y en última instancia más barato que los hospitales y las escuelas de medicina de la UC compitieran con otras instituciones mediante el pago de salarios más altos.

Las pensiones implican una conjetura sobre cuánto el empleador tendrán que invertir hoy para pagarle a un jubilado una cantidad garantizada más adelante. Es común que los funcionarios públicos adivinen bajo, ahorrando dinero a corto plazo y dejando a sus sucesores para averiguar cómo compensar cualquier déficit.

Eso es lo que ha estado sucediendo en la UC durante décadas, dijo McQuillan. “Al menos con un sueldo grande, no hay esta bomba de tiempo que va a estallar 30 años después”.

Al igual que la mayoría de las pensiones de empleados públicos, que son infrecuentes en el sector privado en estos días debido al costo, la UC se financia a través de las contribuciones regulares de cheques de pago de los empleadores y empleados. El dinero se invierte en acciones, bonos y bienes raíces en todo el mundo con la esperanza de que crecerá lo suficiente con el tiempo para cubrir los pagos garantizados en la jubilación.

Como suele suceder, el problema financiero del fondo de pensiones de la UC no comenzó cuando había muy poco dinero; comenzó cuando había demasiado.

En 1990, después de años de fuertes retornos de inversión, los funcionarios de la universidad determinaron que el fondo había acumulado más de lo que debía a los jubilados en el futuro previsible. Así que tomaron lo que se suponía era un “asueto” temporal de hacer contribuciones al fondo. Y dejaron que los empleados hicieran lo mismo.

La política fue popular y difícil de revocar incluso cuando el fondo comenzó a bajar a los mínimos.

Para cuando se reintegraron las contribuciones en el 2010, el fondo había quedado rezagado miles de millones de dólares.

Desde entonces, los administradores universitarios han estado luchando para ponerse al día, pidiendo prestado y transfiriendo $4 mil millones de otras cuentas de la universidad para reinvertir al fondo de pensiones. También elevaron la edad mínima de jubilación de 50 a 55 años.

En el 2015, el gobernador Jerry Brown ofreció un donativo de $436 millones de los fondos de los contribuyentes estatales a cambio de un acuerdo de la presidenta de la UC, Janet Napolitano, para limitar la cantidad de salario que se puede utilizar para calcular una pensión a $117,000, una medida que ahorrará dinero dentro de décadas, pero que poco hace a corto plazo.

El acuerdo también requiere que Napolitano les ofrezca a los nuevos empleados la opción de un plan de contribución definido.

A pesar de todos estos esfuerzos, la brecha de pensiones de la UC no se ha reducido desde el 2010; ha crecido en miles de millones, según la valoración más reciente de la universidad. Esto se debe a que el retorno de las inversiones no ha seguido el ritmo del crecimiento del personal, los salarios y los pagos de las pensiones de los empleados salientes. Las ganancias del mercado bursátil de este año ayudarán pero aún no han sido incluidas en las valoraciones publicadas.

Mientras la universidad lucha por resolver el problema, la oficina de Napolitano se ha convertido en un celoso guardián de la información sobre pensiones.

En diciembre, la organización sin fines de lucro California Policy Center envió una solicitud de registros públicos a la UC para una actualización de una hoja de cálculo del 2014 que muestra los pagos de pensiones a los jubilados de la universidad. Un administrador de la escuela respondió con un correo electrónico diciendo que la UC había proporcionado la hoja de cálculo anterior como una “cortesía” y ya no estaba dispuesta a hacerlo.

Cuando la organización sin fines de lucro presionó, diciendo: “la información es indiscutiblemente pública bajo la ley, y otras agencias gubernamentales de California rutinariamente proporcionan datos de pensiones sin demora”, el administrador envió un correo electrónico alegando que el empleado que creó la hoja de cálculo del 2014 se había jubilado y nadie podía encontrar la consulta que había utilizado para extraer la información de una base de datos más grande.

“¿Perdieron el programa informático? Ese no es mi problema”, dijo Craig P. Alexander, un abogado de Dana Point que representa a la organización sin fines de lucro. La universidad finalmente entregó los datos de pensión en mayo, pero sólo después de que Alexander amenazara con demandar.

El personal de Napolitano también se negó inicialmente cuando Los Angeles Times solicitó la información de la pensión en febrero. Tomó hasta el mes de junio para que proporcionarán los datos utilizables, que demostraron el aumento dramático en los pagos de pensión de seis cifras y revelaron por primera vez la cantidad completa de la pensión de Yudof.

Traducción: Diana Cervantes

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