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Op-Ed Los republicanos podrían condenar la educación de posgrado en los Estados Unidos

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La educación superior estadounidense es la envidia del mundo, pero las universidades en otros países se están poniendo al día. En 2017, por primera vez en sus 14 años de historia, el ranking de universidades internacionales del Times Higher Education nombró a dos instituciones no estadounidenses como las dos mejores del mundo.

El tercer y cuarto lugar fueron para dos instituciones de California, Cal Tech y Stanford. Las proyecciones recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos sugieren que China superará a los Estados Unidos en gastos de investigación y desarrollo en sólo dos años. Si el país quiere mantener su ventaja competitiva, debe aumentar el apoyo a la educación superior.

Los planes de impuestos del Partido Republicano hacen exactamente lo contrario. De hecho, podrían suspender la educación e investigación de posgrado por completo.

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Si bien algunos cambios propuestos al código tributario pueden ser beneficiosos para la investigación y la innovación (la reducción del impuesto corporativo podría permitir que las empresas gasten más en I + D), tanto los proyectos de reforma de la Cámara como del Senado probablemente perjudicarán a las universidades. Ambos proyectos de ley dificultarían detallar las contribuciones caritativas, una medida que podría reducir la donación a universidades sin fines de lucro y otras organizaciones hasta por $13 mil millones anuales. También incluyen un impuesto del 1.4% sobre el rendimiento de la inversión en instituciones privadas sin fines de lucro, que inscriben al menos a 500 alumnos y tienen activos de dotaciones que superan los $250,000 por estudiante, una disposición que probablemente afectaría a Claremont Colleges.

“Gravar las exenciones de matrícula no sólo dificulta la investigación de los estudiantes de posgrado; la hace casi imposible”

Pero el proyecto de ley de la Cámara, en general, es peor para la educación superior estadounidense porque gravaría las exenciones de matrícula para estudiantes de posgrado y empleados universitarios.

Las universidades financian la educación doctoral de múltiples maneras. Muchos alumnos de doctorado reciben una beca que cubre su costo de vida a cambio de trabajar como asistentes de docencia o investigación. Los estudiantes de posgrado con becas deben pasar entre 20 y 40 horas a la semana trabajando mientras asisten a clases y realizan investigaciones. Algunos alumnos de doctorado pagan matrícula por esas clases, pero hasta un cuarto de todos los estudiantes de posgrado reciben una exención (la matrícula nominal en una universidad bien dotada podría costar fácilmente más de $50,000 dólares al año).

En el código tributario actual, el gobierno puede gravar ciertos tipos de financiamiento de la beca, pero no impone exenciones de matrícula. La versión del proyecto de ley de la Cámara cambiaría eso.

Muchos estudiantes de posgrado luchan para llegar a fin de mes. En ciudades con un alto costo de vida, sus becas de $25,000 son apenas suficientes para el alquiler, la gasolina y la comida. Eliminar la exención de matrícula del código tributario aumentaría drásticamente su costo de vida. Cuando se incluye una exención de colegiatura de $50,000 como ingreso gravable, los estudiantes que se lleven a casa sólo $25,000 por año pagarán impuestos como si ganaran $75,000. Para muchos de ellos, eso significaría un incremento del 400% en sus impuestos.

En efecto, eliminar la exención crea un impuesto de estudiante de posgrado.

Esto me afecta a nivel personal, en múltiples niveles. Primero, soy estudiante de posgrado. Segundo, enseño un curso de política pública de pregrado: se supone que debo capacitar a la próxima generación de líderes sobre cómo hacer una política pública efectiva. Una de nuestras unidades de clase se enfoca en los impuestos. Les enseño a mis alumnos que los gobiernos gravan los comportamientos que quieren desalentar, pero proporcionan incentivos para aquellos que desean fomentar. Por esta razón, los estados gravan el alcohol, elevando el precio de algo que, en exceso, perjudica al público en general.

¿Por qué, entonces, queremos gravar la educación de postgrado? En todo caso, deberíamos hacer más para incentivar a las personas talentosas a asistir a la escuela de posgrado para que tomen contacto con el aprendizaje de métodos de investigación difíciles y los apliquen al mundo real.

Los estudiantes de posgrado hacemos un trabajo importante. En su mayor parte, no vamos a la escuela para aumentar nuestro potencial de ingresos. Lo hacemos porque nos preocupamos profundamente por responder preguntas y resolver problemas de todo tipo. Los alumnos no investigan el cáncer por el dinero, sino para encontrar una cura; no estudian psicología simplemente porque el tema les interesa, lo hacen para comprender y ayudar a prevenir el comportamiento delictivo. Gravar las exenciones de matrícula no sólo hace que nuestra investigación sea más difícil; la vuelve casi imposible.

En esta temporada navideña, agradezco que los miembros del Comité de Finanzas del Senado decidieron no incluir el impuesto de estudiantes de posgrado en su plan de reforma fiscal. Cuando llegue el momento de la reconciliación con el proyecto de ley de la Cámara, tengo la esperanza de que el comité siga defendiendo a los alumnos y el sistema de educación superior de los Estados Unidos en su conjunto.

Christopher R. Marsicano es un candidato a doctorado en la Universidad de Vanderbilt, que estudia política y leyes de educación superior.

Traducción: Diana Cervantes

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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