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En las escuelas de Oklahoma, los jefes ayudan a los maestros a organizar la huelga

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A principios de este mes, Melissa Abdo visitó una clase de futuros maestros de escuela, estudiantes de educación en Oklahoma State University. “¿Cuántos de ustedes están considerando ser maestros en Oklahoma?”, les preguntó.

De los aproximadamente 20 alumnos en la clase, solo uno levantó la mano.

“No creo que Oklahoma me quiera”, respondió otro a Abdo, quien es miembro del consejo de escuelas públicas de Jenks, en los suburbios de Tulsa.

Días atrás, Arbo afirmó estar avergonzada por Oklahoma, donde los docentes no han tenido un aumento de sueldo en los últimos 10 años, una decisión que los dejó con algunos de los salarios más bajos del país.

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Así es como Abdo y los miembros de otras juntas escolares en todo el estado han dado un paso muy inusual: están ayudando a sus trabajadores a organizar una huelga.

Cuando los maestros (o los trabajadores de cualquier campo) dejan de trabajar, generalmente ocurre un enfrentamiento con los jefes. Eso sucedió cuando en 2012 los docentes en Chicago se declararon en huelga, para forzar mejores términos de contrato en el tercer distrito escolar más grande del país.

Pero en Oklahoma, así como en la reciente huelga de maestros de nueve días en Virginia Occidental, las líneas de batalla tradicionales entre los trabajadores y la administración se han difuminado, y ambas partes apuntan a un objetivo mayor: la Legislatura estatal.

En todo el estado, los maestros reciben el apoyo de los superintendentes y las juntas escolares mientras se preparan para no asistir al trabajo el lunes, a menos que la Legislatura aumente significativamente sus salarios.

En las reuniones de la junta escolar, los superintendentes han hecho presentaciones a los integrantes del grupo y a padres de familia sobre cómo funcionaría el paro de maestros y cómo podrían apoyar, y no oponerse, a una huelga que afectará a cientos de miles de estudiantes de Oklahoma.

“Es inusual para cualquier tipo de huelga, pero remarca lo horrible de la situación”, expresó Randi Weingarten, presidente de la Federación Estadounidense de Maestros, uno de los sindicatos del sector público más grandes del país. “Lo que vemos ahora es una lucha por la educación pública, porque las juntas escolares están diciendo: ‘¿Cómo vamos a conseguir maestros para esta generación de niños del país, y para la siguiente?”.

Al menos 172 distritos escolares de Oklahoma, con 500,000 estudiantes, están preparados para no trabajar por lo menos un día si los maestros van a la huelga, según una encuesta publicada esta semana por la Asociación de Juntas Escolares del Estado de Oklahoma y otros grupos educativos estatales. Un total de 48 distritos escolares, con más de 230,000 estudiantes, expresaron que están preparados para cerrar por tiempo indefinido.

Shawn Hime, director ejecutivo de la asociación de la junta escolar, afirmó que entre los 513 distritos del estado, no conocía una sola junta escolar que hubiera rechazado idea del paro de actividades. “Los miembros de las juntas, aunque no lideran la huelga... entienden la frustración de nuestros maestros”, afirmó Hime, quien señaló que los bajos impuestos a la propiedad en Oklahoma obligan a las escuelas a depender más del financiamiento estatal que sus contrapartes en los estados vecinos.

El pago inicial para un maestro en Oklahoma con una licenciatura es de $31,600 dólares, una cifra establecida por la Legislatura. El salario promedio del estado para docentes de escuelas públicas es de $45,276, más bajo que en cualquier otro estado, excepto en Mississippi y Dakota del Sur, según los datos más recientes disponibles de la Asociación Nacional de Educación.

La Asociación de Educación de Oklahoma comenzará la huelga a menos que los legisladores garanticen aumentos de $10,000 en los próximos tres años. El último paro de maestros en el estado ocurrió en 1990 y provocó una reacción conservadora contra los nuevos impuestos.

“Siento que estoy en ‘Back to the Future’”, afirmó Janet Dunlop, superintendente de las escuelas públicas de Broken Arrow, en una reunión -realizada el pasado 12 de marzo- del distrito suburbano de Tulsa, que obtiene más del 40% de sus fondos del estado. Dunlop recordó cómo se unió como estudiante y docente durante la huelga de 1990. “Recuerdo la angustia, sentía que estaba casi traicionando [aquello] por lo que había luchado tanto”.

Ahora, incluso con un trabajo que normalmente la colocaría al otro lado de la mesa durante las negociaciones laborales, todavía suena como una maestra lista para marchar hacia el Capitolio estatal, en Oklahoma City, y exigir a los legisladores que aumenten los sueldos. “Creo que todos estamos de acuerdo: nadie quiere que esto suceda”, advirtió Dunlop sobre la huelga, según una grabación de video de la reunión. “Pero también se llega a un punto en el que cual no crees en las promesas [de los legisladores estatales] y necesitas que algo pase”.

Ese día, los cinco miembros de la junta escolar de Broken Arrow aprobaron por unanimidad un plan para suspender las clases por hasta 25 días y apoyar los planes de huelga docente. “Hemos agotado todos y cada uno de los esfuerzos. Hemos intentado negociar, conversar”, indicó el secretario de la junta, Jerry Denton, refiriéndose a los legisladores estatales “Se ha hecho todo para tratar de aliviar estos problemas”.

Si bien la ley estatal prohíbe a los maestros declararse en huelga cuando negocian colectivamente con los consejos escolares, la norma no se expide en cuanto a hacer paros de actividades para presionar a la Legislatura estatal.

Si la situación se complica, será difícil para el estado convocar maestros de reemplazo.

Hasta el pasado diciembre, Oklahoma había emitido más de 1,800 certificaciones de emergencia a nuevos docentes que carecían de las calificaciones habituales para ser contratados, una cifra que se disparó en los últimos cinco años, pero aún palidece en comparación con los 41,000 maestros de Oklahoma. “No hay maestros para reemplazar a los actuales”, consideró Hime.

Pero los educadores y los distritos también enfrentan una escalada difícil en el Capitolio, donde ni siquiera sería suficiente una tradicional mayoría de apoyo de los legisladores.

Después de la huelga de 1990, las fuerzas conservadoras intentaron, sin éxito, derogar la ley de educación obtenida por los maestros, que aumentó los salarios, incrementó los fondos para las escuelas y limitó el tamaño de las clases.

Sin embargo, los conservadores lograron después aprobar una medida electoral en todo el estado que requirió que el 75% de los legisladores voten a favor para aprobar cualquier aumento de impuestos en el futuro, el requisito más difícil de todo el país.

Eso significa que cualquier proyecto de ley que aumente los impuestos para financiar incrementos de salarios para maestros probablemente necesite el apoyo de ambos lados del pasillo en la Legislatura, donde los republicanos superan a los demócratas a razón de tres a uno.

No es que la clase política dirigente de Oklahoma no quiera aumentar el sueldo de los maestros. Pero las propuestas recientes para gastar más en educación, incluido un aumento salarial, fracasaron porque los legisladores no lograron tener mayoría suficiente.

Un plan de $581 millones adoptado por líderes empresariales estatales y legisladores republicanos fue derrotado en la Cámara de Representantes del estado en febrero último, cuando 63 legisladores votaron afirmativamente y 35 por el no, lo cual cayó muy por debajo del umbral necesario para aumentar los impuestos.

Esta semana, los legisladores volvieron a intentarlo. La Cámara votó 79 a 19, el lunes; y el Senado por 36 a 10, el jueves, para aprobar un proyecto de ley que elevaría el ingreso promedio de los docentes en alrededor de $6,000, aún por debajo de los reclamos.

Sería la primera vez que la Legislatura estatal aumenta los impuestos desde que se implementó el umbral de votación del 75%, en 1992.

La gobernadora republicana Mary Fallin adelantó que firmará la ley y agregó que “quienes votaron afirmativamente respondieron al llamado del público al otorgar a los maestros un aumento de sueldo y dar al estado una base sólida para el futuro”.

¿Cuál fue la respuesta de los docentes? “Estamos caminando”, tuiteó la Federación Estadounidense de Maestros de Oklahoma City, citando encuestas que muestran que el 79% de los miembros de ese sindicato aún apoya una huelga.

Sondeos a nivel estatal de la página de Facebook de la huelga -”Oklahoma Teacher Walkout — The Time Is Now!”-, que tiene más de 70,000 miembros, mostró un 81% de respaldo para el paro de actividades.

Los maestros y los distritos escolares ahora se preparan para alimentar y cuidar a los alumnos si cesan las clases. En Jenks, el distrito publicó información para que los miembros de la comunidad donen a un banco local de alimentos y apoyen las comidas organizadas por los maestros para los estudiantes.

El distrito escolar de Clinton, en el oeste rural de Oklahoma, recomendó a los padres formar cooperativas o contactar a las iglesias locales para tener opciones de cuidado de niños, mientras que el distrito planea proporcionar cuidado infantil limitado, así como desayuno y almuerzo gratis en algunas escuelas.

Floyd Simon Jr., miembro de la junta de las Escuelas Públicas de Clinton, recordó que perdió a varios maestros destacados, quienes se trasladaron a los distritos escolares de Texas, que aumentaron su salario entre $10,000 y $ 20,000. “Normalmente no apoyo las huelgas, porque nuestra meta como consejo escolar es hacer lo mejor para los niños y las escuelas, y en la mayoría de los casos uno pensaría que tener clases es lo mejor para ellos”, expuso, “pero a veces los tiempos drásticos requieren de medidas drásticas”.

Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

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