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La playa: un secreto del éxito futbolístico de Brasil

Las playas de Copacabana.
Las playas de Copacabana.
(Mario Tama / Getty Images)
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RÍO DE JANEIRO.- Cuando uno ve el éxito que tiene Brasil a nivel futbolístico, uno no deja de pensar muchas veces, ¿será la genética lo que hace a los brasileños en grandes atletas o será la práctica?

Una de las tantas respuestas que tiene esa pregunta se puede encontrar en las playas populares de Río de Janeiro. Copacabana está repleto de gente que tiene la cultura de cuidar su cuerpo, algunos exhibicionistas, pero muchos con el firme propósito de tener un físico del cual se sientan orgullosos.

Desde ancianos que hacen ejercicio en las mañanas, practicantes de la capoeira, hasta niños que juegan futbol de playa a altas horas de la noche, la cultura del ejercicio y de la buena condición física es evidente en la población brasileña.

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En toda la longitud de las playas de Río de Janeiro se pueden encontrar verdaderos atletas que juegan voleibol con los pies, pero lo que más impresiona es el talento que uno puede encontrar en las playas de esta ciudad en el futbol de playa. Residentes ordinarios son tan talentosos que les podrían pintar la cara a cualquier jugador profesional de nuestros países.

La disciplina que las nuevas generaciones aprenden desde pequeños es impresionante.

Recorriendo las playas de Copacabana, las escuelas de futbol de playa, en donde nacieron las reglas de este deporte hace poco más de dos décadas, son abundantes. Los niños comienzan desde la temprana edad a escuchar a sus entrenadores, quienes le inyectan mucha disciplina a sus alumnos, desde lo físico hasta lo mental.

Uno de ellos de esos maestros es Marcio Henrique Amaro, quien dirige una de las escuelas más prestigiosas de Río de Janeiro, la del Flamengo. Durante su entrenamiento por la noche ya cuando los niños han salido de la escuela, el entrenador enseña con mucha autoridad los principios del futbol. Con una voz fuerte, se escucha decirle a niños de 10 a 13 años que tienen que tener paciencia al dominar el balón, a otros les dice que necesitan hacer sus movimientos sin pensar tanto y a otros que tienen que aprender a proteger más el esférico.

Y todos los alumnos escuchan detenidamente.

Amaro cuenta que la mayoría de los alumnos de 13 años practica futbol de playa alrededor de tres horas a la semana y también tienen torneos. A eso se le agregan las horas que los niños practican en la escuela, en la calle y en sus equipos de pasto natural.

Muy diferente a una tradición muy rígida de futbol amateur que existe en Estados Unidos y muchos más amplia de lo que ocurre en México.

“El futbol de playa es parte común de los niños, es parte diaria de la vida y también mejora la relación que tienen entre amigos”, explicó Amaro, un nadador que encontró el amor por este deporte y la paciencia para enseñar a niños de cuatro a 15 años, con la ayuda de otros profesores.

“Principalmente un jugador de playa tiene mucha más condición física que un jugador de futbol. En eso se destaca más. Puede aguantar más en un partido que un jugador en la grama normal. Tenemos un jugador que está jugando para el Flamengo que se ha destacado mucho por la banda izquierda y ha sido por tener esa buena condición”, dijo Amaro, quien agregó que muchas de las personas que juegan futbol de playa se vuelven más espectaculares en cancha normal por la técnica que adquieren al jugar en la arena.

“Les enseñamos los principios morales y también las habilidades. Lo primero que les decimos es que tienen que tener respeto por la gente. Es algo que se les queda para toda la vida. Algunos tienen la técnica y la habilidad y siguen desarrollándose como futbolistas pero la parte más importante del desarrollo es el respeto”, dijo el entrenador.

Entre los pequeños de 13 años encontramos a un niño llamado Pedro, quien obviamente quiere ser jugador de futbol profesional, juega desde los 6 años, es admirador de Neymar y que ni si quiera tiene boletos para alguno de los partidos del Mundial. Pero después de la hora de entrenamiento, se retira en su bicicleta para esperar las pocas horas que faltan para ver el inicio del Mundial, en el que Brasil buscará su sexto campeonato del mundo, pero que sería el primero que Pedro celebraría a sus corta edad.

Una vez que el Mundial termine, Pedro seguirá practicando con su entrenador Amaro y tendrá ventaja sobre sus compañeros que no juegan futbol de playa y será muy superior en habilidad que otros niños de su misma edad en el resto del mundo.

Esa es una de las miles de respuestas del porqué este es un país tan laureado en futbol. Una respuesta que se esconde en la arena de las playas de Brasil.

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