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Julio César Chávez llegó a pensar en que ‘no quería vivir más’

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La manos de Julio César Chávez ahora están serenas y entrelazadas a la altura de las rodillas, lejos de donde va la guardia o desde donde sale un gancho.

Esas mismas manos fueron la gloria de México: noquearon a 86 pugilistas, levantaron cinturones de tres divisiones distintas y se mantuvieron invictas 13 años.

Pero para el ex campeón de boxeo también iban a significar la muerte el final, pues con ellas sostuvo un arma, se la llevó a la sien, y jaló tres veces el gatillo.

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“Fue un momento muy triste en mi vida porque tenía mi codo podrido, ya no iba a poder pelear. Me había demandado Hacienda, el Gobierno me quería meter a la cárcel, me había demandado (el promotor) Don King, me había demandado mi esposa por drogadicto y porque la había golpeado.

“Imagínate cómo me sentía. Dije: ‘No quiero vivir más’. No bajé el arma. Agarré la pistola, le jalé y no tronó. Y le volví a jalar y no tronó. Y al tiempo en que le jaló la tercera vez, mi cuñado avienta la pistola y sale volando el balazo”, recordó Chávez en entrevista.

Con ese pasaje de la vida del campeón, el cual no recuerda en qué año se dio, es como inicia la serie El César, que se estrena el 18 de septiembre en México y muy pronto por Telemundo en Estados Unidos.

Con Armando Hernández en el papel del atleta, la historia de 26 capítulos se rodó en cinco meses, basados en investigaciones y el mismo testimonio de Chávez.

“Al principio me negué profundamente. No quería (que se hiciera el proyecto) porque se iban a ventilar muchas cosas que son privadas, mías, y que muchas se han ventilado por medio de la prensa y eso, pero a veces, como prensa le ponen de más”, se sinceró.

El serial, realizado por Alejandro Aimetta y Alfonso Pineda, va sobre la niñez de Chávez en Culiacán, Sinaloa, sus primeros entrenamientos y peleas.

Pero también abordará su amistad con los capos Amado Carrillo “El Señor de los Cielos” y Juan José “El Azul” Esparragoza, además, claro, de las adicciones.

“Lastimé mucho a mi esposa, a mis hijos, a mis seres queridos. Hice mucho daño con mi adicción.

“Recordar y contar eso... me siento mal, me siento triste. Me da vergüenza, ¿me entiendes? Gracias a Dios, nunca he robado, matado ni violado, así que son cosas que viví, que pasaron y tienen que salir”, señaló.

Julio César no pudo ocultar su aflicción luego de ver el primer capítulo de El César en una sala de arte en la Colonia Juárez.

Lo respaldaban Hernández, Julio Bracho, Maya Zapata y Marcela Guirado.

Después de reír en algunas escenas y asegurar que no tuvo tantas mujeres como se ver· en pantalla, leyó en pantalla el nombre de su hermano Rafael “El Borrego”, asesinado este año, y bajó la guardia.

Por eso, ante algunas preguntas, en entrevista, tomaba aire, como si estuviera en el banquillo.

En otras alzó los guante, pero hubo una a la que respondió con un jab.

“¿Cuál ha sido su mejor golpe en la vida?”, se le preguntó; “el haber dejado las drogas”, respondió.

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