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Alumnos de kinder del condado de Orange aprenden vietnamita e inglés

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Son las 8:00 de la mañana, suena el timbre de la escuela y los niños hacen una línea para ir a su clase. Se sientan en el tapete del salón de clases.

La maestra da un paso al frente, les da la bienvenida: “Chao ban, Quin. Chao ban, Koltan. Chao ban, Roberto”. Después cantar una melodía de buenos días, ella, se mantiene al frente sosteniendo una fotografía de la lluvia.

Mua. Mua”, dice en un tono deliberado.

Los alumnos de kinder de la escuela DeMille Elementary cerca de Little Saigon participan en el primer programa de inmersión dual Vietnamita/Inglés.

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Una tercera parte de los estudiantes hablan inglés como primer idioma, otra tercera parte hablan el vietnamita como su lengua materna y el resto utiliza ambos idiomas en casa.

En las primeras semanas de escuela, ellos trabajaran en el manejo de los términos básicos- dicen: “Toi ten la”, que significa, “mi nombre es…”, los días de la semana, meses del año y los colores del arcoíris.

Para la maestra Huong Dang, impartir clases a niños de 5 y 6 años de edad tiene que hacerse con humor y con una gran dosis de paciencia. “Ahora, solamente los estoy exponiendo a cosas simples”, dijo la maestra que tiene 10 años de experiencia en el Distrito Escolar de Westminister. “Después a través de juegos y de acciones van a adquirir más lenguaje”.

La escuela DeMille está al lado del distrito cultural y empresarial para vietnamitas americanos afuera de Vietnam. En el condado de Orange hay más de 300,000 vietnamitas americanos, esto los convierte en la comunidad de expatriados vietnamitas más grande del mundo, y en el hogar de los refugiados que ahora tienen puestos como alcaldes, regidores y senadores estatales.

Muchos líderes locales asiáticos, en entrevistas en televisión y en eventos alrededor del condado, han mostrado su apoyo al programa de inmersión dual, en el cual los estudiantes tienen la mitad de la instrucción educativa que reciben en vietnamita y la otra mitad en inglés. Los estudiantes cambian de salón de clases antes del almuerzo.

Los directivos escolares planean añadir un grado más de inmersión escolar cada año, hasta que una significante porción de estudiantes desde kínder hasta sexto grado tengan la oportunidad de estudiar tanto el lenguaje vietnamita como su cultura.

La directora Shannon Villanueva defiende el programa: “He vivido en esta comunidad, y esto es lo que quiero para mis propios hijos. Hablamos de ser aprendices del siglo 21, y esto es exactamente eso.

No importa el lenguaje o la lección. El primer mes de escuela es crucial para establecer las reglas del salón de clases y ajustarse a las rutinas.

En una de las mañanas, Dang le pidió a los estudiantes que fueran “be ngoan”, lo que significa niños bien portados, explicándoles que los buenos modales les harán ganar reconocimiento en una tabla en donde cada uno está representado por una pequeña rana que lleva su nombre. Esto ayuda a que la maestra Dang pueda controlar el caos, mientras les explicaba un niño empujo a otro y una niña vestida con calcetines de Hello Kitty, parecía que quería llorar.

Pronto el grupo se enfoco en memorizar el alfabeto vietnamita (que carece de las letras “F”, “W” y “Z”, pero que incluye más sonidos de vocales acentuadas que las que tiene el inglés.

Dang dijo que ella sabe que el lenguaje monosilábico puede ser difícil, con palabras de dos letras que pueden tener cinco significados, dependiendo de en donde va la tilde. Pero para ella, “hay sonidos hermosos”.

Para ayudar a los estudiantes a identificar las cosas, todo lo que hay en el salón de clases esta etiquetado con el nombre en vietnamita, Y cada instrucción que Dang dicta, va acompañada de su traducción, como, “dung len”, que significa levantarse y “ngoi xuong” que significa sentarse.

“El vocabulario va a ser su reto más grande”, dijo Dang, quien con la ayuda de un micrófono inalámbrico permite que los pequeños absorban nuevos términos.

Maria Pavia, quien tiene a su hijo Christopher en la clase de Dang dijo: “el era un niño muy tímido, y es sorprendente que ahora está hablando más- y en un lenguaje distinto”.

Pavia que es originaria de Michoacán, México, dijo “que tan pronto comenzaron las asignaciones de tarea le pregunto a una compañera de trabajo si podía llamarla para hacerle consultas, ‘puedo llamarte a cualquier hora’?, Dios mío, esta es una experiencia de aprendizaje para toda la familia”.

Tanya Truon, que vive en Santa Ana, solicito una transferencia para que su hija Christine pueda ir a DeMille. “Es un buen combo”, dijo ella. “Estar tan joven y practicar algo nuevo”.

anh.do@latimes.com

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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