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Ahora es acusado de acoso el célebre fotógrafo peruano Mario Testino; ¿dónde terminará todo esto?

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En estos días, debido a las noticias que flotan permanentemente en el ambiente, me resulta imposible dejar de pensar en las denuncias prácticamente diarias que se han venido haciendo contra personalidades del mundo del entretenimiento que han sido acusadas de acoso o de abusos sexuales directos.

Hasta ahora, los señalados han sido todos hombres, y además, profesionales pertenecientes a la escena anglosajona; en ese sentido, y a pesar de que recuerdo haber leído algo relacionado a un artista latino cuyo nombre no me viene a la mente simplemente porque el caso no progresó, los representantes de nuestra comunidad habían salido bien librados de esta clase de demandas.

Pero eso se acaba de terminar con un artículo publicado por el importante diario New York Times en el que cerca de treinta hombres aseguran haber sufrido situaciones similares por parte de los reconocidos fotógrafos de moda Bruce Weber, quien es oriundo de Miami, Florida, y Mario Testino, quien nació en Lima, Perú, pero desarrolló su carrera en el extranjero, una vez asentado en Londres, Inglaterra.

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En el caso de Testino, que cuenta con 63 años y ha sido el retratista favorito de la realeza británica, además de trabajar frecuentemente con compañías tan grandes (y tan millonarias) como Gucci, 13 asistentes y modelos han narrado acercamientos sexuales en incidentes desde la década de los ‘90 en los que se hicieron supuestamente presentes manoseos y masturbaciones.

Hay incluso un modelo llamado Ryan Locke que ha calificado a Testino de “depredador sexual”, diciendo que durante una sesión realizada en una cama, el limeño sacó al resto del personal del lugar, cerró la puerta y se trepó encima de él, lo que lo obligó a levantarse y a salir corriendo de la habitación.

Es necesario remarcar que el NYT no es un medio cualquiera y que suele hacer sus investigaciones de manera exhaustiva, lo que lo ha llevado a incorporar a su nota declaraciones de exasistentes de Testino (como Roman Barrett) en las que estos aseguran que el fotógrafo mantenía un patrón consistente en solicitar los servicios de hombres jóvenes y casi siempre heterosexuales a los que sometía a acercamientos cada vez más agresivos, tanto en cuartos de hotel como en automóviles y hasta en aviones.

Ya lo he dicho aquí mismo: el que comete faltas que perjudican a otro individuo (sea este del sexo que sea) tiene que rendir cuentas y, de ser necesario, pagar las consecuencias según la gravedad de lo ocurrido. Sin embargo, a estas alturas, el flujo interminable de denuncias debería llevar a cualquier ser humano consciente a tomar las cosas con calma hasta que se demuestre la culpabilidad del acusado, porque como lo hemos visto, esta clase de señalamientos se han vuelto prácticamente una sentencia de muerte para las carreras de los implicados.

El caso de Harvey Weinstein no deja mucho lugar a la duda, pero hay otros que se están viendo seriamente perjudicados por demandas que ni siquiera han llegado a un tribunal, como sucedió por ejemplo con Kevin Spacey, a quien se eliminó por completo de una película que ya había terminado (“All the Money in the World”, de Ridley Scott, actualmente en la cartelera local), y como podría ocurrir con el actor y director más reciente en la lista, James Franco, quien esta semana vio cancelado un conversatorio que había sido organizado por el mismo Times.

En el trascurso de la búsqueda en la red que desarrollé para tener los datos correctos en este artículo, encontré una carta abierta de la editora en jefe de Vogue, la prestigiosa revista con la que Testino ha colaborado desde 1983, en la que ella misma decreta la implementación de un nuevo Código de Conducta durante las sesiones fotográficas que cambiará sin duda la manera en que se han venido haciendo las cosas dentro de su negocio, y en la que, además de decir que se siente afectada por las acusaciones debido a que Testino y Weber son amigos personales suyos, anuncia que ha tomado la decisión de dar por terminada la relación laboral con los aludidos.

Es probable que otras firmas tomen la misma actitud, e incluso sin saber el grado de responsabilidad del peruano en todo esto (ni siquiera lo conozco personalmente), es imposible que yo mismo, un inmigrante del país del que surgió Testino al que le importa un comino la moda, deje de sentirme afectado por lo que sucede con un profesional que, hasta ahora, era considerado un orgullo para muchos de mis compatriotas, y que según todos los indicios tuvo que esforzarse mucho para obtener lo que ha tenido hasta ahora. También habrá que ver si, al ser presentadas solamente por hombres, estas denuncias generarán la misma reacción que las que han sido hechas por mujeres.

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