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Residente endurece su propuesta ahora que el show es todo suyo

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Hace tres años, la separación supuestamente temporal de Calle 13 tomó desprevenidos a los numerosos seguidores de la celebrada agrupación boricua, porque se dio en momentos en los que la misma banda se encontraba en la cima, con 21 Latin Grammys y 3 Grammys anglosajones a sus espaldas.

El anuncio oficial del descanso aseguraba que se trataba de una decisión tomada con el fin de darle espacio a los proyectos personales de los integrantes principales del combo, lo que se tradujo de hecho en el disco solista de Ileana Cabra (la vocalista femenina que se hace llamar ahora ILE); en el nuevo proyecto del guitarrista Eduardo Cabra, Trending Tropics; y, por supuesto, en el álbum epónimo de Residente, el vocalista central y la figura más visible de Calle 13 debido no solo a su calidad de ‘frontman’, sino también a la contundencia de sus letras y a sus frecuentes declaraciones políticas de tendencia progresista.

Por ese lado, Residente (que se llama realmente René Pérez) es el que se encuentra más ligado a la propuesta ideológica del grupo, y eso lo ha llevado a incluir varias piezas del mismo durante su actual gira estadounidense, que llegó este jueves al Hollywood Palladium para plasmarse en un contundente concierto que fue ampliamente celebrado por los asistentes que llenaron casi por completo el recinto, y que además de bailar con entusiasmo, se animaron ya para la parte final a enfrascarse en un alocado ‘slam’ en el que participaron tanto chicos como chicas.

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La impronta de Calle 13 se sintió casi desde el inicio, porque la segunda canción fue “Baile de los pobres” y la tercera “El aguante”, es decir, dos piezas enérgicas del pasado reciente; y poco después llegaron “Calma pueblo” y “Adentro”. Ya más cerca del final, se sumaron “Atrévete-te-te”, “La cumbia de los aburridos”, “Latinoamérica”, “No hay nadie como tú” y “Vamo’ a portarnos mal”, en gran plan merenguero.

Pero estas canciones no se escucharon necesariamente como lo hacían durante los shows de Calle 13. Y es que, sin dejar las inflexiones tropicales que lo han distinguido desde el inicio, Residente parece estar decidido a ofrecer versiones más rudas de las mismas piezas, secundado por dos guitarras eléctricas, dos juegos de percusión, un teclado y una excelente corista, encargada de hacer las partes de ILE y de brindar sus propios aportes.

Pero estas canciones no se escucharon necesariamente como lo hacían durante los shows de Calle 13. Y es que, sin dejar las inflexiones tropicales que lo han distinguido desde el inicio, Residente parece estar decidido a ofrecer versiones más rudas de las mismas piezas, secundado por dos guitarras eléctricas, dos juegos de percusión, un teclado y una excelente corista, encargada de hacer las partes de ILE y de brindar sus propios aportes.

En realidad, la nueva aproximación le quitó sutileza a las interpretaciones originales, aunque la dureza del sonido podía deberse a las condiciones acústicas del Palladium (que nunca han sido demasiado buenas). Por otro lado, sirvió para darle al asunto entero una impronta rockera que favoreció el movimiento de la audiencia.

Pero estar ahora al frente de su propio proyecto ha hecho también que el rapero se contenga incluso menos que en el pasado, lo que lo llevó a ofrecer entre canción y canción largos discursos que no fueron siempre necesarios. En su declarado afán por lograr que todos captaran su mensaje, se dirigió extensamente en inglés al limitado sector de la audiencia que no entendía el español; y aunque atendió en varias ocasiones el tema de la migración, perdió la oportunidad de mencionar otros temas urgentes relacionados a la realidad latinoamericana.

En medio de la abundancia de canciones de Calle 13, figuraron también las composiciones del álbum personal, empezando por la que abrió la velada, “Somos anormales”, que no desentonaría realmente en un disco de la anterior agrupación. Pero luego se interpretó “Desencuentro”, que sí tiene una tendencia claramente distinta, con una voz femenina en francés y una introducción de piano en vivo efectuada por un músico de procedencia argentina.

Más adelante llegaron “Guerra”, un hip hop más puro; “Sexo”, que es lo más cerca al reggaetón que Residente ha hecho en muchos años, y que se distingue por su ingenioso juego de palabras; y “El futuro es nuestro”, una pieza realmente animada que desató súbitamente el ‘slam’ durante las partes de aceleración rítmica (porque posee también muchas influencias de la música del Medio Oriente) y cuya provocativa letra se burla de la obsesión que tenemos con la internet, de nuestra dependencia alimenticia con la carne y hasta de las religiones institucionalizadas.

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