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¿Por qué se burlan tantos de la muerte de ‘El Pirata de Culiacán’?

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Ante los ojos de cualquiera, el asesinato de una persona inocente que cometió el error de decir una tontería tendría que despertar de inmediato sentimientos de tristeza y de rechazo. Sin embargo, lo que ha sucedido en los últimos días demuestra que las reacciones de la gente no toman siempre la ruta de la razón y la decencia.

Y es que parecen abundar en las redes los comentarios desatinados acerca de la muerte de Juan Luis Lagunas Rosales, más conocido como “El Pirata de Culiacán”, un exitoso YouTuber mexicano que fue acribillado a balazos el lunes pasado en un bar de Tlajomulco, Jalisco, luego de que se difundiera un breve video en el que aparecía embriagado mientras menospreciaba el poder del líder del Cartel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera Cervantes.

Sin dejar de reconocer que lo que hizo Lagunas fue sumamente irresponsable (llegó a usar en ese video una expresión muy vulgar -“me pela la v…”- al referirse al capo de las drogas), nos parece inaudito que se llegue a celebrar lo sucedido con un muchacho que tenía solo 17 años de edad y cuya falta mayor, según todos los indicios, era su excentricidad al momento de mostrarse ante el público, al menos en los trabajos que él aprobaba directamente.

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No hay que olvidar que el mismo adolescente hacía normalmente lo que hacía en estado de ebriedad, es decir, bajo condiciones que pueden llevar a que cualquiera diga tonterías de las que se arrepienta después; por ese lado, sería absurdo quitarle toda la responsabilidad, pese a que eso mismo fue fomentado no solo por sus numerosos fans (tenía 283 mil seguidores en Instagram y más de 1 millón de ‘likes’ en Facebook), sino por quienes trabajaban con él y por los que le pagaban generosas sumas para que asistiera a sus restaurantes a emborracharse.

La actitud de Lagunas en sus videos provocó en más de una ocasión que él mismo fuera tachado no solo de alcohólico y drogadicto (se dice que era adicto a la cocaína), sino también de enfermo mental; sin embargo, varios de los músicos que lo invitaron a colaborar con ellos debido a su popularidad han dicho ahora que el menor de edad era en realidad una persona consciente y astuta que actuaba de manera ‘normal’ cuando no estaba grabando, aunque era evidente que se encontraba fascinado con la idea de la fama desmedida.

Tampoco puede negarse la atracción que el joven sentía por algunos aspectos vinculados al mundo del hampa, lo que conlleva siempre un evidente riesgo; se sabía por ejemplo que era fanático de la ‘música pesada’, y en el 2016, le solicitó a la agrupación Último Escuadrón que le hiciera un tema llamado “El corrido del Pirata de Culiacán’, cuyo video incluimos en esta nota.

Este corrido cuenta con una letra que adopta la perspectiva de Lagunas para lanzar varias perlas que no se pueden pasar por alto. Una de ellas es el momento en el que se dice “me la sigue pel… ese mentado Chanito” (no sabemos quién es ‘Chanito’, pero se deja en claro que a ‘El Pirata’ le gustaba insultar a individuos probablemente peligrosos, y no solo en ‘la peda’), y otra es el instante en el que se señala ‘siempre ando bien loco, acelerado, con mi pistola fajada me paseo por todos lados’ (lo que insinuaría que el aludido se encontraba incluso armado y era en sí mismo peligroso, aunque esta clase de canciones suelen exagerar las cosas).

En conclusión, Lagunas no era precisamente un modelo a seguir, y en medio de la aceptación que tuvo, contaba ya en vida con muchísimos detractores; pero al leer los comentarios que se encuentran en varios videos de YouTube relacionados a su caso, encontramos que una gran parte de estos lo dilapidan simplemente por su aspecto físico y por cuestiones raciales.

Estos ataques retrógrados pasan no solo por alto que las poblaciones de nuestros países son mayormente de origen indígena, sino también que el muchacho fue abandonado por sus padres cuando era un niño, hasta el punto de que, a los 14 años de edad, abandonó la escuela para ganarse la vida trabajando en lo que pudiera. Es cierto que se lo vio gozando de toda clase de lujos y a bordo de una costosa camioneta, pero también es cierto que esta clase de vida le duró únicamente dos años. A fin de cuentas, se trató de una víctima más de un complejo drama social que no tiene cuándo acabar.

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