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Mon Laferte, nominada a dos Latin Grammy, crea arte con el desgarro

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Ella es chilena, pero vive en México desde hace casi 10 años; y aunque al hablar con ella por teléfono sentimos todavía su acento original, lo cierto es que los tres álbumes que ha lanzado hasta ahora se han grabado en la capital azteca, incluyendo al más reciente, “Mon Laferte Vol.1”, que se encuentra ahora nominado como Mejor Álbum de Música Alternativa en la ceremonia del Latin Grammy y que le ha dado también una posibilidad en el rubro de Mejor Artista Nuevo.

“Es una lucha casi heroica pretender ser artista en mi país de origen, y eso me llevó a tomar la decisión de mudarme, aunque tampoco fue fácil por aquí, porque este es un lugar inmenso en el que hay mucha competencia”, le dijo a HOY la cantautora a través de una conexión telefónica con su actual lugar de residencia.

Antes de llegar a la nación vecina, Mon Laferte cantaba ya ‘covers’ en los bares chilenos, había hecho su debut en la composición y había sido estrella de un programa televisivo local, pero no había podido convencer a nadie de que la ayudara a grabar un disco.

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“Solo terminé la primaria; era uno de esos niños superdotados que a los 3 años saben hacer de todo, por lo que en la escuela me la pasaba en los talleres de guitarra, de teatro, de canto y de danza, en lugar de asistir a las clases normales”, recordó la artista, que se presentará en el Roxy de Los Ángeles el 20 de noviembre. “Tuve mi primer trabajo como cantante a los 13 años, y como era algo diario, decidí dedicarme a eso”.

“Tampoco fue por rebeldía, porque mi familia no tenía dinero y todos teníamos que trabajar, o sea que estuvimos de acuerdo con la decisión”, agregó, para precisar luego que su abuela, quien había sido cantante de boleros y compositora, fue una influencia profunda en su niñez. “Yo me dormía súper tarde, porque me daban las tres de la mañana cantando con ella”.

Quienes han escuchado la obra completa de Laferte saben que sus tres producciones manejan estilos musicales muy distintos, lo que tiene sentido cuando se considera que ella misma emplea la música para transmitir mensajes y no para experimentar con géneros.

Mon Laferte durante su llegada a los premios MTV MIAW en el Pepsi Center en la Ciudad de México en una fotografía del 12 de junio de 2016.

Mon Laferte durante su llegada a los premios MTV MIAW en el Pepsi Center en la Ciudad de México en una fotografía del 12 de junio de 2016.

(Berenice Bautista / AP)

Pero eso no quiere decir que no se la haya querido encasillar; de hecho, hace algunos meses, nos invitaron a entrevistarla presentándola como una representante del rockabilly, cuando ese estilo aparece una sola vez en todo el “Vol. 1”, que llega más bien marcado por un aroma retro de tinte latino.

“Escucho mucha música antigua, pero de muchos géneros”, nos dijo. “Ahora en la mañana, por ejemplo, puse un vinilo de Toña la Negra, una cantante de Veracruz que interpretaba temas de Agustín Lara. Y este disco tiene también cosas de jazz y de folklore latinoamericano, incluyendo al huayno andino”.

Otras comparaciones que no han tardado en aparecer la relacionan con Natalia Lafourcade, Ximena Sariñana y Carla Morrison, todas ellas mexicanas. “Tengo una gran admiración por ellas y han sido referentes para mí, pero mi voz no tiene nada que ver con las suyas; es más gritona, más apasionada y menos dulce”, retomó. “Pero claro, no me molestan esas comparaciones específicas, porque se trata de unas mujeres maravillosas que además son compositoras”.

Para reforzar lo que dijo, al ser preguntada por sus vocalistas favoritas, Laferte aludió a “las cantantes antiguas que eran virtuosas y le sacaban el máximo provecho posible a su instrumento. Yo también trato de llevar mi voz al límite, como lo hacían Edith Piaf, Chavela Vargas y Janis Joplin”.

La intensidad emotiva se demuestra también en su más nueva producción desde el inicio mismo, cuando el tema “Tormento” habla con convicción y garra de un desgarro amoroso que corresponde a experiencias propias.

“Este es un tipo de música con la que no puedes mentir, o sea que lo que digo me pasó realmente; el sufrimiento no se puede inventar”, aseguró. “He sufrido, como todos los seres humanos; he tenido muchísimos problemas de amor y de otras clases. Pero no le estoy reclamando a nadie, sino contando historias de lo que vivo”.

Al escuchar estas canciones, se siente tanto el dolor que es posible pensar que esta muchacha no ha superado ciertas circunstancias de la vida, o al menos que no lo había hecho al momento de grabarlas. “Cuando hice este disco estaba muy triste y fue difícil escucharlo, así como ensayarlo para tocarlo en vivo”, admitió. “Pero también sentí la satisfacción de poder compartirlo, y ahora que las canto ante teatros llenos, regreso a veces a mi casa llena de alegría”.

Laferte no es ajena a la problemática social que se vive en su patria adoptiva, y lo ha manifestado en algunas de sus declaraciones; pero, por el momento, la música que hace no refleja estos aspectos.

“No me siento responsable de hablar en mis canciones de cosas que no sean las que llevo en el corazón”, enfatizó. “He sido víctima del machismo y de la violencia de género, pero no me interesa hablar de política en mi música. Solo soy una cantante que hace canciones para sanarse a sí misma”.

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