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La reunión de Viva Malpache nos devuelve a la época dorada del Rock en Español hecho en Los Ángeles

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Cuando me mudé a Los Ángeles en el año 2000, directamente desde Sudamérica, una de mis sorpresas más grandes fue descubrir que existía por aquí una escena muy productiva de Rock en Español (llamada “rock en tu idioma”, si no me equivoco), con bandas que grababan discos y ofrecían constantemente conciertos.

Dentro de las muchas que existían en esa época, la que más me sorprendió fue Viva Malpache, autora de “Los Greatest Hits” (1998), que sigue siendo para mí el álbum más logrado de los que salieron, debido a la energía de sus interpretaciones, su destreza instrumental y, por supuesto, las efectivas melodías de sus canciones, entonadas por un cantante de alto vuelo.

Casi dos décadas después, la agrupación, que se fundó en 1996 y se separó en el 2006, regresa con sus integrantes originales y suma al guitarrista de su segunda etapa -con el que grabó el disco “La venganza de Rock and Roll” (2004)- para ofrecer este sábado en el Mal’s Bar (2331 S. Hill, Los Ángeles, CA) una presentación especial.

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El esperado concierto fue excusa suficiente para reunirnos a las puertas de una sala de ensayo -ubicada en el corazón del Este de Los Ángeles- con el vocalista Giovanny Blanco, el percusionista Jesse Gutiérrez, los guitarristas Robert González y Darren Lolk, el bajista Alan Lee y el baterista Steve Ramírez, dispuestos todos a hablar de una reunión que hasta ahora parece fugaz, pero que abre las puertas de aventuras más extensas.

En medio de la diversidad que tiene la banda (hay en ella un dominicano-americano, tres mexicoamericanos, un chino-americano y un ‘gringo’), la historia más inusual es probablemente la del carismático Blanco, que nació en Brooklyn, Nueva York, vivió desde los 10 hasta los 16 años en Santo Domingo, culminó sus estudios en Connecticut y terminó viviendo en nuestra ciudad por amor a la música.

“Yo estaba solo de paso en L.A., pero al acompañar a un amigo a un estudio de grabación, encontré en el lobby una edición de [la recordada revista local] La Banda Elástica en la que descubrí la existencia de Café Tacvba, Los Fabulosos Cadillacs y Caifanes”, recordó nuestro entrevistado, que había sido ya cantante de una banda de pop en inglés en la otra costa y que, curiosamente, se integró siendo chico a un conjunto tipo Menudo que se llamaba Mermelada.

“Pero también encontré allí un Recycler en el que había anuncios de bandas de rock en español, lo que me voló la cabeza porque nunca pensé que se podía hacer algo así en Estados Unidos”, prosiguió. “Fue así que conocí a los Malpache, que ya estaban tocando de manera instrumental y querían hacer música en este idioma, aunque lo gracioso es que, cuando los conocí, todos hablaban en inglés”.

Lo que siguió fue una interesante trayectoria que le brindó a la audiencia angelina pequeños clásicos como “Pan con mayonesa”, “Ella”, “El mandamás”, “Hey santera”, “Sinvergüenza” y “Esta canción”, donde se impuso un estilo en el que había tanto ska como influencias de la ranchera, las baladas, el merengue y, por supuesto, mucho rock.

“No me resultó difícil meterme en el rollo de la música mexicana, porque al llegar a este lugar fui inundado por esos sonidos, y no sentí mucha diferencia entre ellos y el merengue, con el que había crecido”, retomó Blanco. “Pero lo que más me marcó fue la falta de temor que demostraban los ‘tacvbos’ y Víctimas del Dr. Cerebro para mezclar estilos; podían tocar de todo sin hacerse problemas, y eso es lo que intentamos nosotros”.

En el plano de las letras, Malpache se distanció también de las propuestas abiertamente ideológicas que mostraban algunas de las otras bandas, aunque para el guitarrista González, el hecho de ser una agrupación con tanta diversidad étnica era ya un pronunciamiento político en un momento en el que la tolerancia era escasa.

En todo caso, las letras de Blanco no eran triunfalistas, sino que asumían frecuentemente los aires de desencanto y de desamor presentes en el repertorio de los artistas más clásicos del pop latinoamericano, incluyendo a José José, cuyo tema “Lo que no fue no será” fue transformado en un excelente ‘cover’ por los Malpache.

Justo en el momento en el que este grupo debía despegar, la escena local se desmoronó. “Todas las disqueras entraron en crisis, la industria se hizo pequeña y solo había espacio para lo comercial; si eras alternativo y no estabas ya bien establecido, no había lugar para ti”, explicó Blanco.

En ese momento, el ‘frontman’ determinó que la única manera de que la banda sobreviviera era buscar otros horizontes, más específicamente, mudarse al DF durante un año. Eso implicaba que todos los integrantes dejaran sus trabajos habituales, y como no se llegó a un acuerdo en ese sentido, Blanco abandonó el barco.

Él mismo asegura que no se sintió demasiado decepcionado de la falta de éxito extenso de Malpache, porque era consciente de que la música que hacían se mantuvo siempre en un nivel ‘underground’, aunque reconoce que su eterna obsesión con el pop lo llevó a dejar una huella distintiva en varias canciones que son difíciles de olvidar.

Todas ellas serán sin duda celebradas este fin de semana cuando se presenten en vivo, como parte de una presentación que será la única, al menos dentro de un plazo inmediato. “No hay un plan claro, porque nos hemos mantenido como amigos y hemos hecho otros proyectos juntos”, comentó Blanco, que lidera actualmente un grupo en inglés llamado The Holy Broken, pero se gana la vida como editor de videos. “Queremos tocar, pero no podemos quedarnos en el mismo circuito si queremos trascender”.

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