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John Williams deslumbró con sus célebres melodías, pero no con las imágenes respectivas

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Tiene 85 años de edad y es una auténtica leyenda, por lo que poder verlo sobre un escenario es desde ya un hecho memorable, sobre todo si, como ocurre con nosotros, te criaste apreciando el cine hollywoodense de calidad, especialmente el que va por el lado de las superproducciones con tintes fantasiosos.

Para ser claros, John Williams ha venido ofreciendo la clase de presentaciones que dio ayer en el Hollywood Bowl -y que repetirá tanto esta noche como la de mañana- desde hace varios años y en el mismo lugar, al mando de la Filarmónica de Los Ángeles; pero no habíamos tenido la oportunidad de asistir a verlo hasta el viernes pasado por la noche, cumpliendo con ello una duda pendiente que se hacía cada vez más urgente, en vista del inexorable paso del tiempo.

Lo primero que podemos decir es que la experiencia fue sumamente satisfactoria, aunque resultó también un poco decepcionante; y no por el modo en el que condujo Williams (en un estado envidiable a su edad) ni por la parte interpretativa (la orquesta fue fabulosa), sino porque la mayoría de las piezas, incluyendo las más famosas que ha creado para las salas oscuras, no se vieron acompañadas en las pantallas gigantes presentes por las imágenes correspondientes, debido sin duda a mezquinas cuestiones de derechos por parte de los estudios responsables.

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De ese modo, “The Imperial March”, una contundente composición que todavía nos pone la carne de gallina y que es la mejor representación sonora de Darth Vader, no contó con clip alguno del temible Sith, y pasó algo semejante con los cortes procedentes de “E.T. The Extra-Terrestrial”, “Close Encounters of the Third Kind”, “Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull” y “Superman” que se interpretaron, y que retumbaron con entusiasmo mientras las pantallas se mantenían apagadas.

El último momento en el que sí se pudieron ver escenas relacionadas a la saga espacial más exitosa de todos los tiempos se dio durante el segmento medio dedicado a tres cortes de “The Force Awakens”, lo que nos llevó a imaginar que el trato entre Disney (que maneja ahora la franquicia) y Williams es más amable y menos mercantilista que el que el mismo autor tiene con George Lucas y con Steven Spielberg, por más extraño que parezca el hecho debido a la estrecha colaboración que el protagonista de la velada ha tenido con estos cineastas de fama universal.

La falta de imágenes logró probablemente que el entusiasmo no fuera todo lo grande que hubiera sido en el caso de haber sido proyectadas, pero eso no impidió que los fans de “Star Wars” (que eran probablemente miles en la multitud) celebraran cada instante relacionado a la serie de sus amores, y que lo hicieran además de manera particularmente visible al levantar en el cielo las espadas láser que llevaban en las manos.

En vista de los lamentables incendios que se producían simultáneamente en el Valle de San Fernando, nuestra llegada al Bow fue antecedida por un horizonte marcado por nubes ominosas; por fortuna para nosotros, el humo no alcanzó al enorme recinto, pero además de que el tráfico en la carretera tuvo niveles espeluznantes, el auditorio mismo se encontraba completamente repleto con personas de todas las edades y procedencias, dando cuenta de la popularidad que tiene este veterano de la música.

Como era de esperarse en vista de las condiciones acústicas de este escenario en forma de concha, el sonido fue espectacular, y los escasos ruidos naturales de los alrededores solo sirvieron para elevar la magia de las interpretaciones, como sucedió mientras sonaban las notas más suaves de “Close Encounters”, que tuvieron como inesperado fondo el canto de unas cigarras.

Aparte de los fragmentos relacionados a “The Force Awakens”, hubo imágenes fílmicas durante las piezas extraídas de la saga de “Harry Potter”, que nunca ha sido nuestra favorita, pero que posee un encanto indudable; y las pantallas le dieron pie a una creativa animación deportiva cuando le tocó el turno a “Dear Basketball”, un monólogo de despedida del popular Kobe Bryant, quien apareció personalmente en la tarima para hacer la declamación mientras la filarmónica lo musicalizaba.

La tristeza por la ausencia de clips no fue excesiva, pero se vio quizás reforzada por lo que sucedió antes de que Williams pisara el estrado, durante un acto en el que la misma orquesta fue dirigida por otro conductor, David Newman, quien logró un momento absolutamente sublime mediante una interpretación de un popurrí de la cinta clásica “A Star is Born” en la que las imágenes y la voz de la espectacular Judy Garland fueron secundadas por una instrumentación en vivo, efectuando con ello una mezcla inusual de tributo y de colaboración que nos pareció mucho más válida que el empleo actual de los nefastos hologramas.

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