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El indomable espíritu de Bowie volvió a la vida con ayuda latina

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La segunda gira de conciertos dedicada a rendirle homenaje a la trayectoria de un legendario artista de la escena del rock, “Celebrating David Bowie”, llegó esta semana al Wiltern Theatre de L.A. tras un exitoso recorrido por Europa, y como ha sucedido anteriormente, le dio un papel relevante a la reconocida cantante guatemalteca Gaby Moreno, ganadora del Latin Grammy a Mejor Artista Nuevo en el 2013.

Claro que el atractivo mayor de estas presentaciones es ver en acción a los talentos que colaboraron directamente con el fallecido en alguna de sus etapas, ya que es sabido que él mismo cambiaba frecuentemente a los integrantes de su banda con el fin de darle giros imprevistos a su música. En ese sentido, la estrella de la noche fue Mike Garson, el colaborador más frecuente de Bowie, ya que tocó con él en cerca de 1,000 shows entre 1073 y el 2010, y participó además en la grabación de 10 álbumes suyos en estudio y 6 en vivo.

Garson, que tiene ahora 72 años y era ya un virtuoso del jazz antes de conocer al homenajeado, fungió también como una suerte de maestro de ceremonias; pero sus aportes más notables se dieron naturalmente en el plano instrumental, e incluyeron un solo de piano en el que no faltaron fragmentos del aclamado compositor moderno George Gershwin, coqueteos con el “Imagine” de John Lennon y hasta incursiones en el tango argentino.

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La banda estable de la noche incluía también a dos excelentes guitarristas: Earl Slick, quien trabajó y grabó con Bowie en diferentes momentos de su carrera, y Gerry Leonard, quien hizo lo mismo en tres producciones de inicios de los 2000 y mediados de los 2010. Turnándose de manera adecuada los momentos de lucimiento personal y retirándose a veces de manera estratégica del escenario, ambos asumieron al lado de Garson la responsabilidad de que la velada se sintiera auténtica y trascendiera el simple rubro de los ‘covers’, respaldados de cerca por Carmine Rojas, quien grabó los temas más famosos de la etapa ochentera perteneciente al icono desaparecido.

En el plano de los invitados especiales, el más esperado era Perry Farrell, vocalista de la recordada banda alternativa Jane’s Addiction, que debía participar en el tributo del 2017 pero no lo hizo por razones de salud; ahora, el espigado ‘frontman’ apareció para encargarse del incuestionable clásico “The Man Who Sold the World”, que debido a su naturaleza, no le ofreció mayores desafíos al inicio, pero que en la parte final, le permitió demostrar lo bien que le sigue yendo con las notas altas.

También hizo de las suyas Evan Rachel Wood, conocida por sus roles en películas como “Thirteen”, “Across the Universe” y teleseries como “The Blood” y “Mildred Pierce”. Sin tener una voz espectacular, la simpática actriz y cantante impuso su personalidad y su actitud al tomar el micrófono para ofrecernos “Moonage Daydream” -que, dicho sea de paso, es una de nuestras canciones favoritas de Bowie-, y repitió el plato de inmediato con “Rock’n’ Roll Suicide”.

Sin embargo, nos impresionó mucho más -y no lo decimos por el hecho de ser latinos- lo que hizo Moreno, quien se dio a conocer inicialmente por hacer una gira al lado de Ricardo Arjona; pero pensar que sus intereses se limitan al pop comercial sería un grave error, ya que, como solista, ella misma ha dado muestras de preferir los sinuosos terrenos del ‘blues’ que los encantos más superfluos del ‘mainstream’.

La centroamericana estuvo siempre en la parte trasera como corista, pero contó con tres instantes específicos de individualidad ante la audiencia. El primero de ellos le correspondió a “Five Years”, una pieza prácticamente hablada en la que su voz no destacó mucho, y el segundo llegó con “Aladdin Sane”, que sirvió sobre todo para el lucimiento de Garson; sin embargo, un poco más adelante, probó generosamente las virtudes de su portentosa garganta con “Wild is the Wind”, una sensual balada en la que hizo dúo con Bernard Fowler, colaborador habitual de los Rolling Stones.

Entre los demás invitados, destacó también Joe Sumner, hijo del célebre Sting, quien brindó primero una convincente versión de “Quicksand”, pero que destacó realmente más adelante al entonar con una voz sumamente parecida a la de Bowie piezas infaltables como “All the Young Dudes” y “Space Oddity”, mientras llevaba un traje acorde con la extravagancia de Bowie.

Nos gustó también lo que hizo con “Jean Genie” Fantastic Negrito, un descendiente de somalíes que obtuvo su primer Grammy el año pasado; y en el mismo plano rocanrolero, disfrutamos igualmente con la versión de “Diamond Dogs” a cargo de Fowler. Por otro lado, el joven británico Mr Hudson tuvo la importante misión de asumir la voz en los clásicos incuestionables “Changes” y “Starman”, aunque sentimos que su predilección por el pop en términos de carrera no cuadró del todo con la solicitud.

El evento de este año no fue tan espectacular como el del 2017 en vista de la participación menor de estrellas; en esa ocasión, desfilaron por la tarima del Wiltern Ian Astbury (The Cult), Angelo Moore (Fishbone), Joe Elliott (Def Leppard), Corey Taylor (Slipknot), Tony Hadley (Spandau Ballet) y Sting, quien ofreció una memorable interpretación de “Lazarus”, el segundo sencillo del álbum final de Bowie, que brilló ahora por su ausencia, al igual que todos los cortes de la misma placa. Pero eso no quiere decir que lo que vimos y escuchamos el miércoles pasado en el mismo auditorio no haya estado lleno de lujos.

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