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Gilberto Santa Rosa protagonizó una velada salsera de alto vuelo al lado de Jerry Rivera y de Niche

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Para celebrar sus 20 años de existencia, el Conga Room, uno de los locales más prestigiosos de la ciudad de Los Ángeles en lo que respecta a la difusión de la música latina, decidió realizar un concierto que, debido a su envergadura, no se desarrolló dentro del club ubicado en el complejo LA Live, sino en un auditorio muy cercano y mucho más amplio: el Microsoft Theater.

Pese a que el lugar no se llenó del todo, el entusiasmo de los asistentes fue completamente evidente desde el inicio del espectáculo, que estaba protagonizado por el salsero puertorriqueño Gilberto Santa Rosa, pero que incluía como acto de apertura al Grupo Niche, de Colombia, y prometía además una participación especial del cantante Jerry Rivera, igualmente boricua.

En consonancia con su apelativo de “Caballero de la Salsa”, Santa Rosa salió a la tarima vestido impecablemente de saco y corbata, y permaneció con el traje completo todo el tiempo mientras entonaba una larga lista de canciones que se inscribieron mayormente en el estilo romántico del género, aunque incursionó ocasionalmente en sus ramas más duras a lo largo de una actuación que formaba parte de la gira de aniversario “40 años… y contando”.

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Además de una breve intervención como percusionista, el vocalista de 55 años bailó permanentemente; lo hizo con discreción (él mismo afirmó ser un bailarín frustrado) y probablemente con menos elasticidad que en el pasado debido al irremediable paso del tiempo, pero con un ánimo imbatible y la colaboración esporádica de los integrantes de su banda, quienes pasaron de vez en cuando a la primera fila en la que él mismo se encontraba para acompañarlo en la danza.

La energía se mantuvo a lo largo de las más de dos horas de concierto, pero empezó a elevarse a partir de la interpretación de “Yo no te pido”, cuando los asistentes (entre los que se encontraban los actores Luis Guzmán y Jimmy Smits) se animaron a hacer sus propios movimientos desde sus butacas o en los pasillos, lo que demostró que, pese a su amplitud, este local no es precisamente el más adecuado para un evento semejante debido a que los asientos que tiene lo vuelven propicio para espectáculos en los que la gente prefiere quedarse sentada.

Inmediatamente después, la temperatura se incrementó con la llegada de “Conciencia”, uno de los mayores éxitos de Santa Rosa, grabado en 1990 e incluido en su sexto disco como solista, “Perspectiva”. Pese a que su voz actual es más ronca que la que lo distinguía en la grabación original, el oriundo de Santurce mantiene intacto el aspecto melódico, y es perfectamente capaz de reproducir las notas altas y bajas que requiere su repertorio.

En el plano musical, uno de los mejores momentos fue el que le correspondió a “Derroche”, un corte menos comercial y más lento que los demás, y que si bien no se prestaba para el baile desatado, encontró a los cuatro encargados de la sección de vientos al frente, meneándose al lado de su mentor y compartiendo con él el micrófono para la entonación del inolvidable coro.

Pero como Santa Rosa estaba consciente de que el público quería aires más festivos, lo que llegó de inmediato fue “Qué manera de quererte”, una pieza de alegría desmedida que fue inicialmente popularizada por la cantante cubano-americana Albita. Y lo que siguió fue incluso más comercial, con la llegada de “Almas gemelas”, un tema en el que destacó sobre todo el teclado electrónico.

Enseguida, la inclinación hacia el lado de la difusión radial se incrementó con la aparición de Jerry Rivera, quien lejos de lucir un aspecto elegante, llevaba una chamarra rosada y unos pantalones que nos remitían más a un exponente del género urbano que a uno de la salsa.

Pero eso no quiere decir que hayamos sido completamente inmunes a los encantos de Rivera, quien a pesar de tener 44 años y de lucir considerablemente más corpulento que en el pasado, mantiene esa cara de niño que se volvió incluso materia de una canción suya, así como la voz limpia y de registro amplio que no le ganó precisamente el respeto de los salseros de la vieja escuela, pero sí la devoción de las chiquillas latinas de los ‘90.

Acompañado por la orquesta de Santa Rosa, Rivera entonó sus temas más populares (“Me estoy enamorando” y “Amores como el nuestro”) antes de unirse al protagonista de la velada (a quien definió como “el mejor salsero de Puerto Rico”) para entonar a dúo “Vivir sin ella” y bailar a su lado.

Pese a que no hizo mención alguna a problemáticas sociales ni a la difícil situación que atraviesa su país tras el azote de los desastres naturales, Santa Rosa se mostró muy comunicativo con el público y hasta hizo una que otra broma, como la que lo llevó a decir que “nadie más que yo puede decir que cumple 40 años de carrera cuando tiene solo 38 de vida”.

Reservó para los últimos minutos la presentación de “Perdóname”, otro surco esencial de su discografía que le sirvió además para una larga y llamativa sesión de ‘soneo’ en la que, además de improvisar sobre la base de una temática amorosa, incluyó agradecimientos a los organizadores del evento, a los asistentes y a sus músicos.

En la antesala, Niche ofreció un show compacto y lleno de ‘hits’ en el que se alternaron igualmente interpretaciones estrictamente comerciales y entregas más duras, luego de ofrecer un video que graficaba su trayectoria de 38 años.

Esta agrupación ha sufrido muchos cambios y no cuenta ya con la presencia de sus fundadores, Jairo Varela -quien falleció en el 2012- y Alexis Lozano -quien se fue en 1983 para darle vida a la Orquesta Guayacán-; pero la formación actual, que muestra tanto a integrantes bastante jóvenes como a otros un tanto mayores, mantiene dignamente la reputación del conjunto original gracias al indudable talento de sus vocalistas y de sus instrumentistas.

De ese modo, en medio de cortes de tendencia tan pop como “Gotas de lluvia”, desfilaron piezas más dignas de los melómanos, como la estupenda “Buenaventura y caney”. Como era de esperarse, el acto se cerró con “Cali pachanguero”, una pieza esencial de la música afrocaribeña que contó con un espectacular solo de timbales del maestro Diego Camacho.

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