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Luis Miguel brilla en su nueva casa de Las Vegas, pero no habla con la audiencia

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Su voz sigue intacta, el público le sigue siendo fiel, sus clásicos continúan siendo los favoritos de la audiencia, pero lo que ha cambiado y se ha perdido, son las libras demás que tanto le fueron criticadas.

El Sol de México no quiso hablar en esta ocasión con las miles de personas que llegaron para celebrar las Fiestas Patrias con él durante la noche del 12 de septiembre en el Mandalay Bay de Las Vegas, pero haciéndo a un lado su parco comportamiento, ahora se ve que Luismi ha regresado a la linea, el público lo nota y él lo sabe porque hasta se atrevió a lucir una playera negra manga corta para mostrar sus ejercitados brazos al cierre de su presentación. Y por supuesto, el mariachi fue lo que le dió el sabor a Independencia en medio del “Grito” de Viva México.

El show
Pasadas las 10pm, un horario algo tarde para el inicio de un show en Los Ángeles, pero muy normal para Las Vegas, así se inauguró la velada en el mismo recinto que ha servido de escenario para la entrega de los Latin Grammy en años anteriores.

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La temporada que tiene en marcha Celine Dion en el Colosseum del Caesars Palace, casa habitual de Luismi para estas fechas, lo obligó a mudarse a una nueva plataforma y esta vez no llenó a capacidad por ser casi el doble de tamaño.
La noche comenzó con un recorrido musical lleno de bocaditos de sus grandes éxitos y en la voz de una escultural corista vestida de negro que adornaba la tarima y ponía a suspirar con su sexy interpretación.
Luis Miguel esperó que la audiencia se dejara hechizar para salir al escenario. Y cuando me lo esperaban salto con su potente voz e inauguró
la noche con baladas ritmicas como “Que nivel de mujer”, “Solo tú” y “Dame tu amor”. Apenas llevaba tres temas y ya pedía a su equipo toallas para secarse el sudor que corría por su rostro. No sé si eran sus nervios o la corbata lo ahogaba.
Con los brazos arriba de la fanaticada comenzaba a moverse de lado lado al ritmo de los clásicos “Suave”, “La Última Noche que Pasé Contigo” y “Amor, Amor”, que fue coreada por los presentes siguieron en el repertorio.
De esta manera llegó la primera pausa para ponerle calma la velocidad con la que había arrancado la noche.
Las luces tenues en tono azul de pronto bañaron el escenario para darle cabida a un popurri con boleros y baladas clásicas Todo a nada”, “Sabor a mi” y “Sin tí”, un tema con el que comenzó a experimentar nuevas tonadas, lo cual se convirtió en una constante en la velada.
Hasta ese momento no había dicho una sola palabra a la audiencia. Pero igual modo seguían llegando sus temas de siempre a ritmo de boleros como “Nosotros”, que era aplaudido por la audiencia, en su mayoría hispana.
Nuevamente la velocidad comenzó a elevar la aguja de acelerador y fue cuando decidió despojarse del saco negro que lucía para quedarse con su camisa, chaleco oscuro y corbata para darle voz a “Loca perdida”.
Las pausas estaban bien marcadas entre temas y servían para darle ambiente y espacio a cada interpretación. Luego se sentó a un costado del escenario para continuar con otro popurrí con canciones como “Fría como el viento”, y “Tengo todo excepto a ti” que arrancaron suspiros desde sus primeros acordes. Pero con “La incondicional” dejó que fuera el público quien le diera voz a esta interpretación y tanto fue así, que hasta les pidió que se levantáran.
De pronto el fondo del escenario se pintó de estrellas azuladas. El saxo comenzó a sonar en el medio de la oscuridad del escenario.
Era el preámbulo de lo que parecía ser su primer cambio de ropa, pero regresó con el mismo saco, su camisa blanca y corbata negra como si comenzara la noche una vez más.
Los acordes daban a conocer su próximo clasico: “Culpable o no”, que fue acompañado por las féminas del recinto que habían llegado muy elegantes y muchas de ellas solas sin caballeros del brazo.
“Muchas gracias”, fueron sus únicas palabras después de casi medio concierto. Después no hubo más diálogo con sus seguidores y eso causó desconcierto.
Sin embargo, el contacto llegó con unas rosas blancas que fue lanzando a las fans de las primeras filas, mientras entonaba el éxito que le obsequió Juan Luis Guerra en su álbum 33, “Te necesito”.
Solo le quedaba una rosa en la mano y todas se la pedían con los brazos en alto, pero se volteo de espalda al público para lanzarla a la afortunada que la recibió con gritos de emoción.
Los coros se dejaron oír nuevamente con “Mucho Corazón”, “La Media Vuelta” y legendario “Amorcito corazón”. Más tarde, una versión ritmica pop del clásico “Cucurrucucú Paloma” generó sentimientos encontrados, pues unos lo aplaudidron y otros no entendieron la osadía de haberle cambiado tanto a este clásico de la música mexicana.
Sin embargo la algarabía pudo recuperarse y puso de pie a todos al llegar el mariachi al escenario, impecablemente vestido de blanco y poniéndo a sonar las trompetas, guitarras y violines a su máximo esplendor.
Luismi también volvió a salir y lo hizo totalmente de negro para entonar con el emblemático “El viajero”.
La fiesta vernácula continuó con la “Vikina”, “Si nos dejan”, momento que aprovechó para dar el Grito de “Viva Mexico, Viva Mexico, Viva Mexico”, que su audiencia lo apoyó a viva voz.
“Que seas feliz”, “Sabes una cosa”, “Cielito Lindo”, Que bonita es mi tierra” y “Viva Mexico”, también tuvieron su momento especial en el escenario.
En agradecimiento a la actuación del mariachi, hizo que Luis Miguel abrazara a uno de sus miembros y les dio su espacio para los aplausos.
De pronto el escenario apagó sus luces y los miles de celulares iluminaron el recinto para pedir otra y así llegaron
“Separados” y otros temas de su repertorio de antaño.
Al final el Mandaly se convirtió en una gran discoteca con luces multicoles y brillos de cristal, mientras el sonido fuerte de “Vuelve” puso a bailar desde sus asientos a las miles de almas presentes.
“No culpes a la noche” parecía cerrar la velada, pero los gritos de “Otra, otra”, lo obligaron a
complacer con algo más y hasta repartió besos en la primera fila, lo cual le valió el regalo de una bufanda amarilla que le dio una fanática que terminando bañàndose de confetti multicolor, miestras cuatro enormes pelotas inflables de color negro se paseaban sobre los miles de brazos de despedía a su estrella en el Mandalay.
A la salida del recinto, el público salió entonando “Cielito Lindo” gritándo “México, México, México”, pues la noche todavía era joven y el cuerpo seguría aguantando en la “Ciudad del pecado”.

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