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Así reviven el Día de Muertos El Dasa, Kinky, Ximena Sariñana, Aterciopelados y muchos más en el Hollywood Forever

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A medida que ha ido creciendo, y con la llegada de un costo de entrada estable -a diferencia de la colaboración voluntaria del inicio-, el evento por el Día de Muertos en el cementerio Hollywood Forever se ha visto sometido a críticas provenientes de que quienes consideran que ha adquirido un aire comercial ajeno al espíritu supuestamente libre de la festividad conmemorada.

Sin embargo, en vista de lo que ofrece en términos de diversidad y de calidad, nos parece que los 20 dólares que se cobran para el ingreso se encuentran lejos de ser un exceso; y lo decimos incluso en medio de la profunda incomodidad que nos ha causado la pérdida de nuestro celular de trabajo en un ambiente VIP del lugar que, de todos modos, no es el que alberga al público regular.

De ese modo, el festival, que se llevó cabo el sábado pasado desde el mediodía hasta la medianoche, y que tuvo como homenajeado principal al legendario ilustrador José Guadalupe Posada, contó con varios escenarios repartidos a lo largo y ancho del cementerio (una locación que le brinda ya al evento un aire de lo más particular) y dedicados a distintas vertientes de la música mexicana y latinoamericana, expresadas por invitados internacionales y locales de toda clase que se inclinan frecuentemente hacia el folklore.

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En el entarimado principal, armado al final de una enorme explanada, la fiesta se cerró con la participación de Aterciopelados, una reconocida banda colombiana que no tiene una relación directa con esta celebración, pero que se esmeró en rendirle tributo a la misma no solo a través de sus disfraces y sus maquillajes (el de la vocalista Andrea Echeverri fue ciertamente impresionante), sino también incorporando a su repertorio habitual (que incluyó temas tan conocidos del Rock en Español como “Baracunatana”, “El estuche” y “Florecita rockera”) piezas mexicanas como “Ojalá que te vaya bonito” y “He venido a pedirte perdón.

No hay que olvidar tampoco que, a la entrada del cementerio, los sudamericanos presentaron un altar propio que se encontraba dedicado a las víctimas de los recientes desastres naturales, y que lucía en su parte superior un globo terráqueo.

El otro momento realmente llamativo en la misma tarima fue el homenaje a Pedro Infante que se produjo horas antes, y que contó con la presencia de tres actos separados. Para ser sinceros, el primero, protagonizado por Lupita Infante, hija del icono, fue el menos logrado, simple y llanamente porque se llevó a cabo con un descarado uso del ‘playback’; pero luego llegó el ídolo del regional mexicano El Dasa para remediar las cosas con una versión muy animada y muy entretenida de “Yo no fui” que lo tuvo al lado de su propia banda, y la faena se completó con el grupo regiomontano de electro rock Kinky, que interpretó a su manera “Un mundo raro” y remató su set con un par de creaciones propias.

En horas de la tarde, Ximena Sariñana desgranó su agradable pop con pinceladas rockeras mientras tocaba los teclados, dando cuenta de una propuesta bilingüe y sofisticada en la que se entrometieron composiciones como “Mediocre”, “Different” y “La vida no es fácil”; y en lo que respecta a su tributo personal a la fecha, ofreció una convincente versión de “La llorona”, a pesar de que su voz es mucho menos contundente que la de las intérpretes más legendarias del clásico.

En vista de la asistencia masiva a este evento y de lo difícil que resulta desplazarse por él a medida que pasan las horas, sobre todo cuando se tienen que tomar también fotos, fue difícil ver todo lo que queríamos ver, y nuestros recuerdos más detallados no pueden verse respaldados por los apuntes que tomamos en el celular perdido; pero sabemos de todos modos que disfrutamos en los demás ambientes de un acto de danza con tintes de protesta a favor de los inmigrantes, de un conjunto procedente de una provincia del país vecino que tocaba piezas tradicionales con mucho esmero y de unos danzantes aztecas involucrados en un apasionado ritual.

Ya fuera del área musical, que es la que nos compete, es necesario señalar que una buena parte del atractivo de esta celebración en particular se encuentra en sus numerosos altares, cada una más impresionante que el otro. Por ese lado, vimos desde homenajes individuales a seres queridos de los artistas participantes hasta instalaciones con intenciones colectivas que eran ofrendadas a las personas fallecidas por la violencia en México y en los Estados Unidos, así como debido a los terremotos, huracanes e incendios que nos han venido azotando. Pero no había llanto, sino ganas de tener presentes a los desaparecidos del mejor modo posible.

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