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El triunfo de Carlos Rivera: ‘Mi destino era ser maestro o ganadero’

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En Tlaxcala, el más pequeño de los 31 estados de México, se hacía raro soñar con una carrera como artista. “Mi destino era ser maestro como mi madre o ganadero como mi padre”, rememora Carlos Rivera, el hombre que se rebeló contra ese patrón vital para alcanzar fama con su voz a ambos lados del Atlántico.

“Trabajé y luché a pesar de que todo el mundo me llamó loco, porque no teníamos contactos ni dinero para lograrlo. Pero lo logré y aquí sigo luchando”, subraya el compositor e intérprete mexicano en una charla con Efe a 9.000 kilómetros de su tierra.

El motivo es el cierre de su última gira en España (doce fechas, muchas de ellas con todo el aforo vendido) con un gran concierto en el formato “Ring” del WiZink Center de la capital. “El Palacio de los Deportes siempre fue un sueño que veía mucho más lejano”, reconoce, transcurridos solo cuatro años desde la salida aquí de su primer sencillo.

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Anticipa que el del 2 de septiembre en Madrid será un show diferente en el que podrá exhibir todo el brillo escenográfico de los espectáculos ofrecidos en su país, donde en su última gira ha llegado a recalar hasta cuatro veces en el Auditorio Nacional de México (con capacidad para 10.000 personas).

“Desde que llegué a España, tenía la ilusión gigantesca de que ocurriera algo con mi música aquí para que fuese un billete de vuelta constante”, señala el que fuera primer protagonista de “El rey león”, musical que abandonó para perseguir su sueño de cantar.

La “valentía”, subraya, ha sido clave a la hora de alcanzar sus metas y por eso, además de “cantar al amor universal”, concibe sus conciertos como sesiones de “coaching” donde invita a la gente “a rebelarse contra su destino”.

“Hubo tiempos en los que el miedo me frenó, pero llegó un día en el que me dije a mí mismo que tenía dos opciones: o echarle la culpa al mundo de mi frustración y esperar que las oportunidades me llegaran del cielo o ir a buscar esas oportunidades. Ahí es donde me cambió la vida”, afirma.

De “abandonar la desesperanza” tratan gran parte de sus canciones, mensajes con acuse de recibo que, según cuenta, han calado hondo en lugares como Venezuela.

“Ahí es donde encuentro el verdadero sentido de hacer lo que hago, si no, simplemente sería un artista que quiere llenar su ego. Yo lo que quiero es llenar el corazón de la gente. A mí la música también me cambió y me dio esas frases que necesitaba”, indica.

No es de extrañar que llamase “Yo creo” (Sony Music) a su último disco, del que recientemente se lanzó al mercado una reedición más extensa con un documental, versiones en acústico y tonadas alegres como “Lo digo” junto a los cubanos Gente de Zona, responsables a su vez de los famosos temas “Bailando” y “La gozadera”.

“El reguetón es el nuevo pop y no podemos negarlo. Millones de personas que lo escuchan no pueden estar equivocadas, algo tiene que le hace empatizar. Hay letras que faltan el respeto a la mujer, pero hay otras que simplemente te hacen bailar, que es lo que quiere la gente ahora entre tantas noticias malas”, opina Rivera.

Después de Madrid aún le quedarán muchos compromisos por delante en América Latina, pero su intención es publicar “el próximo año” su nuevo disco de estudio, el quinto, para el que ya tiene material suficiente este compositor que igual se decanta por la balada romántica que por reinterpretar un huapango mexicano.

“Soy un gran amante del folclor y algún día me gustaría poder hacer un proyecto que tenga que ver solo con mi manera de entenderlo para llevarlo luego a teatros del mundo entero”, proclama en voz alta, justo después de lanzar al aire otro sueño: “Tener siempre un escenario en el que cantar y si cada vez viene más gente, mejor”.

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