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Acompáñanos a conocer los lugares de Los Ángeles donde creció Meghan Markle

El Príncipe Harry y su prometida, la exactriz angelina Meghan Markle, que se casarán este sábado en una gran ceremonia.

El Príncipe Harry y su prometida, la exactriz angelina Meghan Markle, que se casarán este sábado en una gran ceremonia.

(DANIEL LEAL-OLIVAS / AFP/Getty Images)
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Uno de los aspectos más curiosos de ser reportero de Entretenimiento es que este trabajo te da la oportunidad de encontrarte a veces en lugares lujosos y de estar al lado de celebridades de todo tipo, en clara oposición a la vida particularmente modesta que te brinda normalmente el oficio cuando no te encuentras en medio de una asignación.

En lo que respecta a este artículo, no tuvimos la fortuna de hablar con Meghan Markle, quien se encuentra a punto de convertirse en integrante de la Realeza Británica debido a su matrimonio del próximo sábado con el Príncipe Harry; pero sí pudimos retomar varios de los pasos que dio en su ciudad de origen, Los Ángeles, para sentir de ese modo que nos encontrábamos recorriendo parajes transitados en algún momento por la próxima princesa.

Lo primero que nos demostró el recorrido es que, a diferencia del titular inadecuado y sensacionalista que empleó el Daily Mail en una nota de noviembre del 2016 (“La chica de Harry casi salió de Compton”), despertando con ello una enérgica protesta por parte del mismísimo Príncipe Harry (el novio), la zona en la que creció la descendiente de un anglosajón y una afroamericana se encuentra lejos, muy lejos de ser pobre y de estar infestada por pandillas, ya que se trata de View Park-Windsor Hills, un barrio acomodado que muchos llaman “el Beverly Hills negro”.

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Es ahí donde se encuentra todavía la casa de Dora Ragland, la madre de Meghan, una trabajadora social e instructora de yoga que crio a la futura actriz por su cuenta luego de divorciarse de Thomas Markle, el padre de Meghan, un director de iluminación para producciones televisivas que vive desde hace varios años en Rosarito, México, y que ha sido objeto de una polémica que detallamos ya en otra nota.

A mediados de esta semana, llegamos hasta la puerta de Ragland, desprovista esta vez por completo de la presencia de los medios de comunicación que se instalaron ahí tras el anuncio inicial de la boda con el fin de intentar arrancarle alguna declaración a la señora.

A mediados de esta semana, llegamos hasta la puerta de Ragland, desprovista esta vez por completo de la presencia de los medios de comunicación que se instalaron ahí tras el anuncio inicial de la boda con el fin de intentar arrancarle alguna declaración a la señora.

“Es que ella se fue justamente esta mañana”, nos dijo Rubén, un trabajador mexicano de construcción que laboraba en la casa vecina y que nos comentó además que su propio caso era una excepción, porque en este barrio, “hasta los jardineros son morenos”. Como lo supimos después, Ragland salió rumbo a Londres este miércoles a primera hora, con el fin de llegar a tiempo para la ceremonia del sábado.

Pese a que limita con la ciudad de Crenshaw -que puede ser bastante dura-, la zona completamente residencial en la que Meghan vivió no podría ser más tranquila; fuera del ruido natural de la avenida principal que la cruza, el ambiente que se respiraba durante nuestra visita era absolutamente placentero, lo que se veía remarcado por generosas filas de palmeras a ambos lados de la calle. La casa en la que pasó sus años formativos y muchas de las que la rodean poseen un estilo colonial y pequeños jardines con cactus a la entrada, en concordancia con la modalidad ecológica actual.

Claro que Meghan tuvo probablemente experiencias mucho más decisivas en una ciudad distinta, la de Hollywood, donde estudió la primaria y la secundaria en escuelas privadas antes de trasladarse a Illinois para graduarse en la Northwestern University.

Ella inició su desfile por las aulas en Hollywood Schoolhouse, un centro pequeño pero acogedor que se ubica en medio de un barrio de estilo bohemio a algunas cuadras del Paseo de la Fama y del popular cruce de Hollywood y Highland.

Continuó sus estudios en Immaculate Heart, una escuela católica completamente femenina que se halla en el cruce de Western y Franklin. Pese a que el lugar, cercano al popular Thai Town, tiene mucho tránsito vehicular, la escuela en sí es de lo más agradable, ya que el estilo arquitectónico de su edificio remite a la era española, las instalaciones son amplias y están muy bien cuidadas y la vegetación es abundante.

El inmueble colinda además exactamente con las oficinas centrales de la prestigiosa institución AFI (American Film Institute), lo que tiene que haber sido llamativo para Meghan en vista de que ella misma se convirtió luego en actriz y de que en esa época ya estaba interesada sin duda en la materia, debido a que, como se sabe, su padre la llevaba frecuentemente a los sets en los que trabajaba.

Antes de conocer al Príncipe Harry en el 2017, Meghan se desempeñaba justamente como intérprete, tanto para la pantalla grande como para la chica; y si bien no había tenido todavía papeles demasiado destacados -lo que ella misma adjudicaba al hecho de que su etnicidad no era demasiado marcada-, se la recuerda por su participación en series televisivas como “Suits” y “CSI: Miami” y en películas como “Get Him to the Greek” y “Horrible Bosses”.

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