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Guillermo del Toro retoma su mejor faceta en la tierna y fascinante ‘The Shape of Water’

Sally Hawkins, izq., y Doug Jones en una escena de la cinta "The Shape of Water", que se estrena esta semana en el Sur de California.

Sally Hawkins, izq., y Doug Jones en una escena de la cinta “The Shape of Water”, que se estrena esta semana en el Sur de California.

(Kerry Hayes / AP)
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Pese a su merecida reputación como cineasta y al hecho de que sigue siendo uno de nuestros directores favoritos debido a la devoción que sentimos por el género fantástico, que es justamente el que favorece, Guillermo del Toro no ha dado siempre en el blanco de la excelencia.

Y es que su interés por las formas más populares del entretenimiento le ha dado a veces pie a propuestas interesantes pero poco trascendentes como la de “Pacific Rim” (2013), una historia sobre robots gigantes contra monstruos de las profundidades oceánicas que era técnicamente espectacular, pero que no tenía demasiada sustancia, y que se contraponía visiblemente con la profundidad artística y de mensaje de “El laberinto del fauno” (2006), su mejor obra hasta la fecha, narrada desde el punto de vista de una niña que lidiaba con los inicios del régimen fascista en España ayudada por un fascinante mundo de fantasía.

En ese sentido, “The Shape of Water”, que se estrena en Nueva York este viernes y en L.A. el 8 de diciembre, y que es el décimo largometraje del realizador mexicano radicado en el Sur de California, prolonga la línea de “El laberinto” en términos de sensibilidad y de maestría para contar una historia muy distinta: la de una empleada de limpieza de Baltimore (interpretada por Sally Hawkins) que, a inicios de los años ’60 y a pesar de ser muda, establece una relación muy particular con una extraña criatura subacuática (Doug Jones) que ha sido capturada por el gobierno de su país.

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Respaldado por un guión que él mismo escribió al lado de la estadounidense Vanessa Taylor, Del Toro vuelve a mostrar facetas ya habituales en su carrera, como el cuidado que pone en retratar a sus personajes femeninos, los comentarios políticos que infiltra por aquí y por allá, el cariño que siente por los monstruos incomprendidos y su talento para fabricar puestas en escenas de altísimo nivel en las que, además, incluye detalles visuales dignos de un autor que se encuentra enamorado de la ciencia ficción y del terror.

Para ser sinceros, en medio de la encomiable actuación de Hawkins y de la labor titánica de Jones bajo ese traje, el relato alcanza a veces una sencillez que nos libra de enredos pero le quita a la vez complejidad a ciertos personajes, como es el caso del villano principal, el Coronel Richard Strickland (Michael Shannon), quien no posee demasiados matices.

Sin embargo, la belleza de lo que se ve en la gran pantalla, la pertinencia de los sentimientos presentados y la decisión de incluir ciertos detalles sexuales que pese a su sutileza hubieran sido probablemente evitados por un director más comercial compensan cualquier reparo que se le pueda hacer a una producción que resulta ciertamente maravillosa.

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