Anuncio

Este inmigrante peruano celebra en L.A. un importante logro literario

Share

Pese a que no es todavía una luminaria de las letras, Alfredo M. Del Arroyo se encuentra a las puertas de un reconocimiento que impulsará sin duda el desarrollo de su vocación artística, y que lo ha traído desde el estado en el que vive, Virginia, hasta el Sur de California.

Mañana, el escritor peruano asistirá a la ceremonia anual de los International Latino Book Awards, fundados por una reconocida organización sin fines de lucro, Latino Literacy Now, que fue creada hace dos décadas por el prestigioso actor, productor y activista mexicoamericano Edward James Olmos con el fin de promover el talento de los autores hispanos de Estados Unidos que escriben tanto en español como en inglés.

Del Arroyo es uno de los tres finalistas en la categoría de relatos de ficción, lo que lo hace ya un ganador, más allá del resultado que se determinará a partir de las 5 de la tarde en el Dominguez Ballroom de la California State University de Dominguez Hill; y un día después, tendrá su propio espacio en Los Angeles Latino Book and Family Festival de la Plaza de Culturas y Artes, donde podrá encontrarse con el público que desee conversar con él y adquirir un ejemplar de “Martes de infamia y otros días fatales”, la obra nominada (que se puede comprar igualmente en línea a través de Amazon y la página de Barnes and Noble).

Anuncio

Este es un volumen de cuentos para adultos que oscilan entre el suspenso, la ciencia ficción y el desarraigo sentimental, y en los que se encuentran historias de ficción inspiradas en situaciones reales que tienen que ver con las experiencias de los inmigrantes latinoamericanos en este país, pero también con sucesos del extranjero.

“Fue un trabajo que me tomó cerca de dos años y medio, y aunque muchos de los relatos se inclinaban inicialmente hacia el amor, decidí finalmente cambiarlos para hacerlos más dramáticos, con el fin de darle peso a los aspectos psicológicos de los personajes, que son un poco locos, y para mostrar también hechos inusuales y descabellados”, nos dijo el autor durante una reciente entrevista.

Eso le permitió darle coherencia a un libro que desemboca normalmente en momentos trágicos, hilvanados alrededor del relato central, que transcurre el mismo día en que se dieron los atentados terroristas del 2001. Pero también aparecen por ahí desastres y problemas de otras latitudes, como el derrumbe que arrasó con la localidad andina de Yungay y las secuelas provocadas por los crímenes del ‘fujimontesinismo’.

“Usé experiencias propias y experiencias de otros, porque yo me mudé a los Estados Unidos en 1989 y Fujimori empezó a gobernar en 1990”, detalló. “Las cosas que he leído y de las que me enterado también me han servido para escribir, así como los viajes que he hecho y que se plasman de algún momento en los momentos que se desarrollan en Miami, Puerto Rico y, obviamente, en el área en la que vivo, cercana a Washington DC”.

Fuera de las historias que presentan situaciones exageradas pero posibles -incluyendo la que vincula a un inmigrante salvadoreño con una siniestra campaña de donación de órganos-, hay cuentos que se meten de lleno en terrenos más sobrenaturales -como uno en que el protagonista mantiene una relación de amor/odio con su propia sombra, y otro en el que el personaje central viaje a través del tiempo para convertirse involuntariamente en soldado durante la Guerra del Pacífico que enfrentó a Perú y Chile-.

“Me encantan las películas y las series de ciencia ficción, empezando por ‘La Guerra de las Galaxias’ y ‘Battlestar Galactica’; y cuando era chico, mi mamá compraba una revista llamada ‘Lo Insólito’ en la que se presentaban esta clase de casos raros, sobre platillos voladores y reencarnación”, retomó el escritor, dando con ello cuenta de una influencia ciertamente inusual, pese a que asegura admirar también a Mario Vargas Llosa, Santiago Roncagliolo, Daniel Alarcón, Raúl Tola y, sobre todo, Alonso Cueto.

Del Arroyo emplea además citas musicales que muestran la diversidad de sus gustos, ya sea a través de fragmentos de canciones que abren sus relatos como mediante la inserción de escenas que involucran a intérpretes tan distintos como The Who, Soundgarden, Miguel Mateos, El Gran Silencio, Daddy Yankee y Don Omar.

“Soy fan del rock, pero me gustan también otros estilos; y hasta me di el lujo de incluir algo de Mar de Copas, una banda limeña que me encanta, por lo que llamé a un primo que vive allá para que le pidiera el permiso necesario al guitarrista”, precisó.

Como la literatura no le brinda aún fondos suficientes para subsistir, Del Arroyo trabaja desde hace veinte años en una oficina federal de correos; pero hace poco cambió el puesto de supervisor, que era demasiado exigente, por uno de atención al cliente a través de ventanilla, lo que le permite crear con más tranquilidad.

“En realidad, escribir me ha servido como terapia, porque hubo momentos en los que necesitaba desahogarme de las presiones laborales, y este libro me dio incluso la oportunidad de matar a algunos personajes”, comentó con una risa. “Recibir después un premio por eso resulta alucinante, y es algo que me ha dado alas para dar el gran salto a la novela, que es lo que viene”.

Anuncio