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Este Diego Rivera canta ópera, pero no abandona sus ideales

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Bernardo Bermúdez nació en Washington DC y se crió en San Diego, California; pero su ascendencia latina es muy clara, ya que su padre es venezolano y su madre mexicana.

Ese es un hecho que lo acercaba ya al papel que le toca cumplir en la esperada ópera “Frida”, que se estrena este sábado en el MOLAA de Long Beach y que lo encuentra metido en la piel de Diego Rivera, el esposo de la protagonista -la legendaria pintora de apellido Kahlo, encarnada aquí por la cantante boricua Laura Virella-, así como un artista de fama mundial por méritos propios.

“Frida y Diego son figuras que cambiaron al arte moderno, del mismo modo en que lo hizo Pablo Picasso”, nos recordó Bermúdez durante una reciente entrevista a las puertas de la sala de ensayo. “Me siento muy afortunado de poder participar en esta obra de Long Beach Opera, una compañía que apoya la presentación de piezas que, pese a ser muy buenas, no son demasiado conocidas”.

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El Rivera de este montaje tiene muchas facetas, porque se lo presenta en sus buenos y en sus malos momentos. “Se lo conoce a veces como un mujeriego, pero para mí, es un honor representarlo, no solo porque soy mexicano y porque mi esposa, que también pinta, lo admira mucho, sino porque reconozco lo importante que fue su arte durante la época de la revolución mexicana”, precisó el cantante lírico.

“Se sabe también que Rivera era comunista, pero entre paréntesis, porque trabajó para gente rica que lo contrataba”, prosiguió. “De hecho, se fue de México porque el Partido Comunista consideraba que no lo estaba representando adecuadamente, debido a que aceptaba comisiones de personas que para ellos no eran parte de la solución, sino del problema”.

Estas contradicciones se muestran en la escena del montaje que muestra a Diego y a Frida en Nueva York cuando él mismo hizo un mural para el Centro Rockefeller en el que incluyó al líder ruso Lenin, lo que le costó que el trabajo fuera destruido; algunas fuentes aseguran que el acto fue perpetrado por un desconocido, mientras que otras insinúan que lo hicieron los empleados del mismo magnate.

“Este espectáculo tiene partes de ficción, como sucede en cualquier película; pero pienso que se encuentra muy cerca de lo que realmente pasó y que es muy completa, porque abarca desde los años ’20 hasta los ’50, lo que le permite mostrar a Frida desde la infancia hasta su periodo final, pasando obviamente por su complicada relación con Rivera”, repasó Bermúdez.

Para el vocalista, el reto mayor de esta puesta en escena fue interpretar a alguien que existió y del que se sabe mucho. “No creo haberme transformado en Diego Rivera, pero sí en alguien que trata de acercarse a él para encontrar conexiones”, explicó. “No he tenido las mismas experiencias, claro, pero sí he empleado elementos de mi vida personal para darle forma al personaje”.

A cargo de la escena

El director de “Frida” es Andreas Mitisek, un profesional de origen austriaco que viene trabajando en este puesto con Long Beach Opera desde el 2003, y que asume claramente la importancia de la presente obra para la audiencia local.

“Frida era una artista maravillosa a todo nivel, y además un ejemplo de independencia, un modelo de lo que es vivir contra la corriente y una precursora de los derechos de la mujer”, le dijo a HOY Los Ángeles en medio de un tardío almuerzo de comida árabe.

Mitisek siente que esta obra es más una pieza de teatro musical que una ópera convencional, en consonancia con una tendencia que la compañía que encabeza se ha empeñado en representar. “Pese a que no evita los momentos difíciles de Frida, es un relato cargado de inspiración por todo lo que ella fue capaz de hacer incluso en medio de su dolor, demostrando que el arte es capaz de curar”, nos dijo el director.

Lejos de limitarse al libreto original de Robert Xavier Rodríguez, Mitisek hizo mucha investigación para llevar a escena su propia versión de “Frida”, una obra que no es demasiado conocida, pero que se ha colocado en las tablas un docena de veces desde su publicación en 1991.

“He creado una instalación de videos que reflejan lo que pasó en sus obras y en su vida, y tenemos escenas que se basan directamente en sus pinturas”, detalló. “Tenemos también a actores con máscaras de calaveras que representan las voces dentro de su cabeza, y empleamos también a unos monos que surgen directamente de su imaginación”.

Mitisek espera que la relevancia de Kahlo se traduzca en una asistencia mayor de la audiencia latina, aunque no se han hecho esfuerzos específicos para atraer al público mexicoamericano. “La música se encuentra influenciada por el folklore mexicano, aunque tiene también elementos de jazz”, comentó. “La orquesta que empleamos tiene una orientación de mariachi”.

“Frida” se presenta el 17, 18, 24 y 25 de junio en el MOLAA de Long Beach, y el 23 de junio en Grand Performances de Downtown L.A. Detalles en www.longbeachopera.org.

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