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El peruano Reshin Bima sorprende con una exhibición de arte inspirada por la Amazonía y la espiritualidad

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El concepto de “medicina” cambia de cultura en cultura, y lo que es visto todavía por los occidentales (o por sus compañías farmacéuticas) como peligroso y prohibido puede ser mágico y curativo para otros grupos sociales, como ocurre con el ayahuasca, una planta de la Amazonía con conocidas propiedades alucinógenas.

Pero, fuera de sus cualidades terapéuticas, el mismo ayahuasca puede inspirar la elaboración de arte propositivo, como es el caso de Layner Mori Huayta, quien, bajo el seudónimo de Reshin Bima, viene creando desde hace dos décadas obras inspiradas por las experiencias que ha tenido con esta sustancia y con su propia vida en la Amazonía peruana, ya que nació en Santa Clara, un pueblo remoto de la selva.

Lo interesante para nuestros lectores es que, hasta el 31 de marzo, Reshin estará exponiendo muchas de sus creaciones en la galería Hellada, ubicada en el Art District de la ciudad de Long Beach; y lo hace en una muestra conjunta con Ma’athyou, un muchacho estadounidense que, por su parte, ha basado su obra en el uso de productos psicotrópicos típicos de esta zona.

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Curiosamente, tras mudarse hace cinco años al Sur de California -impulsado por un romance ahora inexistente con “una gringa”- y sufrir el esperado ‘shock’ cultural, Reshin ha encontrado una inesperada conexión con artistas californianos que se inscriben abiertamente en la contracultura y que muchos ven todavía como ‘hippies’.

Pese a que su madre era una artesana, Reshin tomó los pinceles de manera tardía, a los 18 años, cuando vivía ya en Lima, la capital peruana, a la que se trasladó siendo todavía un niño para convertirse en empleado doméstico de una familia adinerada. Mientras trataba de ayudar a su primer hijo con una tarea escolar que involucraba la reproducción de un paisaje con témperas, descubrió los encantos de la pintura y los relacionó con las enseñanzas de la medicina (el modo en que él denomina al ayahuasca).

“Mis dos padres son evangelistas, pero los espíritus de la medicina me enseñaron a vivir la espiritualidad de una manera distinta y a transmitírselo a los demás”, le explicó el artista a HOY durante una reciente entrevista. “El camino del arte me permitió lidiar con la existencia cotidiana en la gran ciudad y recordar de paso a mi gente, los shipibo-konibos, que en el pasado eran tribus separadas que se odiaban pero que, tras llegar a un acuerdo, se convirtieron en una sola comunidad”.

Desde su llegada a Los Ángeles -una urbe que, pese a las complicaciones que presenta, ha abierto sus ojos a formas hasta entonces desconocidas de tolerancia-, Reshin ha sido testigo del modo en que las leyes y las restricciones han ido cambiando en lo que respecta a ciertas sustancias que fueron ilegales por décadas de décadas, como es el caso del ‘cannabis’.

“Es lo que tiene que pasar con la medicina natural; ocurrió ya con la marihuana y ocurrirá también con el ayahuasca, del que se habla mucho más en estos días que cuando yo llegué, pero que tendrá un camino difícil, porque los poderosos no quieren que se difunda, ya que eso haría que perdieran sus negocios”, concluyó el artista y guía ceremonial.

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