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David Trueba apela al entusiasmo y la curiosidad como motores de la vida

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EFE

El cineasta y escritor español David Trueba, que se encuentra en Miami para presentar hoy su última película, “Casi 40”, confesó que su divisa es “empezar de cero” con cada obra, “conservar y regenerar” el entusiasmo y la curiosidad como elementos clave de la vida.

Trueba tiene muy claro que “el mayor peligro” en la vida profesional es la “pérdida de entusiasmo”, la incapacidad de sacudirse la “inercia” para acometer cada nuevo proyecto con idéntica ilusión con la que abordó el primero.

Por eso, la única fórmula o receta posible para “conservar” el ese preciado estado de entusiasmo, según dijo en una entrevista con Efe, consiste en “plantear cada cosa como la primera”, recuperar la “pasión y las ganas de conectar” de esos comienzos y “no pervertirlo con las millones de tentaciones que ofrece la industria”.

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Esta postura ética le lleva al autor de la novela “Tierra de Campos” (Anagrama, 2018), que presenta el sábado también en esta ciudad floridana, incluso a decir que, de ser totalmente honestos, “cada película y libro tendrían que publicarse con un nombre distinto”.

Y es que, a juicio de Trueba, nos encontramos en una “fase en la que se da más valor al nombre que a la obra”, una perversión de mercado que habría que “combatir” con un nombre de autor nuevo acompañando cada trabajo.

Efecto directo de esta actitud es su rechazo a cualquier lectura posterior de sus novelas o visionado de sus películas. “No solo no vuelvo a ver mis películas y releer mis libros, sino que en muchas ocasiones mi mayor deseo es el de no firmar con mi nombre”, precisó.

A sus 48 años, este madrileño defensor fervoroso del valor de las familias numerosas -es el menor de una familia de ocho hermanos- se reconoce profundamente contrario a las “unanimidades, que son terribles y empobrecedoras”.

“Si algo tiene de maravilloso la cultura y el arte son las miradas distintas”, subrayó Trueba, quien reúne en “Casi 40” a los protagonistas del amor adolescente de su ópera prima “La buena vida (1996), fiel a su convencimiento de que un cineasta “tiene que ser ser alguien que escucha más que alguien que habla”.

Cree fundamentalmente en la “intuición” como herramienta de trabajo y de conocimiento, y en tener un oído atento a la realidad e historia, a los registros y tono de los personajes que va dando forma en su obra narrativa y fílmica.

Esa virtud de saber contar y desentrañar en su obra pequeñas historias del material cotidiano de la existencia procede, en buena parte, del cultivo de la curiosidad como arma para “romper las corazas y el egoísmo”.

El hilo conductor de la curiosidad, antídoto contra el mal de la inercia y la mirada despectiva hacia todo aquello “que creemos ajeno y no nos afecta y no nos condiciona”.

En realidad, prosigue Trueba, se trata de una postura empobrecedora y cerrada, porque el “gran descubrimiento es que las cosas aparentemente más ajenas o lejanas” se convierten en próximas e influyentes en nuestra vida.

A la postre, la curiosidad es la primera virtud periodística y “saber mirar lo que hay detrás de la gente y las cosas” es clave: “No conformarse con las versiones oficiales, con las ideas preconcebidas y el prejuicio”, subrayó.

También la dimensión del tiempo, su cambiante sentido en la vida es motivo de reflexión para Trueba.

Al contrario de aquellos que convierten su vida en una queja de lo rápido que pasa el tiempo, al dicho de que “no da tiempo a nada”, Trueba sostiene que esa distorsión se produce por que “nos hemos condicionado a un uso del tiempo utilitarista” en perjuicio de su valoración como “acumulación de experiencia y disfrute”.

“La gente cree que se le agota el tiempo, cuando en realidad lo que hace es acumularse y eso es de una gran riqueza” y eso es de una “gran riqueza”, si sabemos aprovecharlo.

No se esconde Trueba de su devoción familiar ni de sus deudas con los escritores y directores de cine que han enriquecido su diversa trayectoria profesional.

Sobre la familia, no duda en asegurar que fue muy importante en su “formación”, especialmente el ascendiente de su hermano Fernando Trueba, director de cine, ganador de un Óscar, guionista y productor, por su “generosidad” y constante deseo de “compartir” lo que le apasiona con los demás.

Hasta el punto que Trueba le llama en bromas “el evangelizador”, por su disposición permanente a “regalar con alegría a la gente que le rodea libros, discos y descubrimientos” que hace.

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