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Mario Escobar publica una novela basada en el genocidio gitano

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Hasta donde sabe, Mario Escobar no tiene nada de gitano. Pero el escritor oriundo de Madrid, que ha publicado hasta el momento cerca de 40 libros, se califica a sí mismo como un “buscador de historias”, aunque la que se transformó posteriormente en la base de “Canción de cuna de Auschwitz”, su nueva novela, llegó más bien a su vida de modo insospechado.

“Mientras estaba en una reunión administrativa conocí a un hombre que era presidente de la Asociación Gitana contra el Genocidio Cometido por los Nazis, es decir, una institución que yo ni siquiera sabía que existía”, nos explicó el autor desde Miami, donde se encontraba en visita promocional. “Le pedí que me contara lo que sabía de esa época y, entre esos relatos, estaba el de Helene Hanneman”.

“Ella era una mujer que, pese a ser una alemana de raza aria, estaba casada con un gitano y tenía cinco hijos; cuando llegaron a arrestar a su familia, decidió acompañarlos aunque no estaba obligada a hacerlo, y eso la llevó a terminar en el temible campo de concentración de Auschwitz, donde hizo además una guardería para niños”, precisó. “Era una historia tan fascinante que puse de inmediato manos a la obra”.

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Cuando le comentamos que se trataba además de una idea realmente novedosa para un autor que escribe en español (aunque sus obras son traducidas a varios idiomas), Escobar comentó que, más allá de eso, su interés principal era la difusión de un genocidio que pasa muchas veces desapercibido, pese a que cobró probablemente cerca de un millón de víctimas entre los gitanos. “En la mayoría de mis libros empleo personajes mestizos, que sirven de puente entre dos culturas, así como temas que se salen de los límites habituales, porque hay muchas historias que pasan desapercibidas por el grupo del que tratan”, afirmó.

Como parte del proceso de investigación, el literato viajó hasta el mismísimo Auschwitz, lo que le permitió plasmar en el texto detalles escalofriantes que ubican al lector en medio de la trágica escena. “Cuando estaba ahí, le pregunté a mi guía cuáles eran los olores, cómo era el ambiente, hasta dónde llegaban los humos de los hornos crematorios, que estaban muy cerca de donde vivían mis personajes”, explicó. “Pero al final lo más importante terminó siendo el aspecto emocional, porque Helene llevó un poco de luz a toda esa oscuridad, y el libro es un homenaje a ella; en este caso, más que escritor, me siento como un mensajero de ese ejemplo, de esa hazaña”.

Frente al altruismo de Helene se encuentra la maldad inagotable pero a veces encubierta de Josep Mengele, otra figura de la vida real, esta vez ampliamente conocida por las peores razones. “En ese sentido, tuve que hacer poco trabajo de novelista, porque la historia ya estaba hecha; tal y como se cuenta en el libro, Mengele fue no solo el director médico del campo gitano, sino que le ofreció a Helen la dirección de una guardería”, apuntó Escobar.

“Él era un médico de una familia muy rica que, luego de convertirse en héroe de guerra, fue enviado a este campo para hacer experimentos con seres humanos, centrados en niños gemelos gitanos y judíos”, recordó nuestro entrevistado. “Para ganárselos y volverlos más dóciles, se portaba muy amablemente con ellos, hasta que lo llamaban ‘tío’. Su idea era ganar el Premio Nobel”.

Pese a que la novela se desarrolla a mediados de los años ‘40, es imposible dejar de trazar vínculos con la situación actual de un planeta en el que el odio se ha convertido en pan de todos los días. “La Historia está ahí para enseñarnos lecciones y sobre todo para estar prevenidos, porque el mundo en el que surgió el fascismo es muy parecido al actual, con crisis económicas, desigualdades sociales y la invocación a soluciones populistas que acusan a ciertas etnias de ser culpables de todos los males”, razonó Escobar.

“La verdad es que ningún grupo en particular es el problema, sino que se trata básicamente de una falta de comunicación”, agregó. “Pasa en Europa con los sirios y los musulmanes, lo que viene produciendo el surgimiento de partidos de extrema derecha, y pasa también en los Estados Unidos con los inmigrantes. No hay que olvidar nunca que el régimen nazi fue algo muy progresivo y que llegó al poder a través de las urnas”.

Aunque se suele pensar que la comunidad latina no está demasiado interesada en los detalles del Holocausto, sobre todo en el caso de los que no tuvieron familiares afectados por el mismo, Escobar aseguró que sus viajes recientes a distintos países le mostraron otra cosa.

“He estado en Argentina, en México y ahora en Estados Unidos, y las personas con las que he hablado se han sentido identificadas con el libro, porque piensan que algo así puede darse en sus propios países, donde permanece el rechazo al que es diferente”, comentó. “Hay que recordar que muchos de estos nazis prófugos llegaron a Argentina, Uruguay, Brasil y hasta Estados Unidos, donde participaron en la elaboración de la tecnología moderna”.

“Ese nazismo esta latente y lo seguirá estando mientras haya gente que discrimine a otros”, agregó. “A veces, uno está tentado a perder completamente la esperanza en el ser humano; pero saber de alguien como Helene te la devuelve”.

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