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Agoniza un mural de Siqueiros en Los Ángeles a espaldas del gobierno mexicano

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Azotado por el sol, la lluvia y el olvido, un monumento artístico del pueblo mexicano --por denominación oficial-- se esconde detrás de una plasta de pintura grumosa que se está cayendo a pedazos.

Para acceder a éste, se coloca una escalera de latón y se trepa hasta la azotea de una iglesia coreana en Los Ángeles. Allá arriba, los rascacielos del centro no se miran tan lejanos.

Es un patrimonio de los mexicanos de ambos lados de la frontera”.

— Armando Vázquez Ramos, profesor de CSULB.

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“Es un patrimonio de los mexicanos de ambos lados de la frontera”, define Armando Vázquez Ramos, “El Profe”. Lleva subiendo a esa azotea desde 2005, cuando algunos colegas de la comunidad chicana de California hicieron público un descubrimiento que podría considerarse como arqueológico.

Invisible, el mural Mitin obrero, de David Alfaro Siqueiros, se ha resistido a la desaparición durante ocho décadas, con todo en contra. La inmediata censura que sufrió por su contenido sindical y multirracial lo encadenó al anonimato desde 1932.

“Es muy significativo en múltiples niveles: intelectual, del espíritu e histórico”, dice el fotógrafo Luis Garza, cambiando de inglés a español cuando habla desde el corazón. “Es muy importante que esta obra, uno de sus primeros esfuerzos, sea reconocida, preservada, porque merece la atención que no ha recibido”.

Garza, ex fotógrafo del mítico diario La Raza y activista chicano, pertenece al grupo de estudiosos del arte, junto con Dave Tourjé y José Luis Sedano, que se negaron a aceptar, como dictaba la versión oficial, que Mitin obrero había sido destruido.

El mural, primero de tres que Siqueiros pintó en Los Ángeles ese año, fue originalmente comisionado por la Escuela de Artes Chouinard, censurado con pintura poco después de ser develado, y erradicado del mapa cuando la institución académica cerró sus puertas.

A pocas calles del Parque MacArthur, el viejo edificio art decó de Chouinard persiste de alguna manera en lo que ahora es la Iglesia Onnuri de Los Ángeles. El desdén, sin embargo, se hace mayor con la proximidad de cinco cuadras que guarda el inmueble con el Consulado General de México en esta ciudad.

A partir de las modificaciones realizadas al edificio original, el mural terminó dividido en dos plantas por un techo que no estaba ahí originalmente. En la parte de abajo, donde se acondicionó una cocina, la obra tiene un mejor estado de conservación.

Arriba, en lo que quedó convertido en la azotea, su deterioro es notorio. En las calas donde antes se veían rojos y azules vivaces, ahora sólo se ve un homogéneo gris que denuncia el abandono.

“Tenemos el reto, como comunidad chicana-mexicana, de conseguir los recursos para adquirir el inmueble”, señala Vázquez Ramos, presidente del Centro de Estudios California-México de la Universidad Estatal de California. “Solamente adquiriendo el inmueble se puede hacer la recuperación”.

No hay comprador para ese tesoro. Desde hace más de una década, el grupo ha cabildeado, sin éxito, de ambos lados de la frontera para que instituciones públicas adquieran el edificio de la congregación religiosa coreana que actualmente lo posee.

Desde su descubrimiento, cuatro administraciones del INBA y del antiguo Conaculta, hoy Secretaría de Cultura, han ignorado el decreto presidencial de 1980 que declara Monumento Artístico de la Nación a toda la obra de Siqueiros.

En 2014, expertos del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam), adscritos al INBA, acudieron a revisar Mitin obrero. Su conclusión, como consta en el informe en posesión de este diario, es que es técnicamente posible rescatarlo.

Y aunque Sari Bermúdez, presidenta del Conaculta de 2000 a 2006, visitó el inmueble durante su gestión, nunca se ha hecho un esfuerzo convincente para juntar el dinero. La Secretaría de Relaciones Exteriores, a través de su Consulado, tampoco ha salido al quite.

El año pasado, cuestionada por este diario al respecto, la actual titular del INBA, María Cristina García Cepeda, aseguró que la dependencia que encabeza estaba en pláticas para restaurar el mural junto con la representación de México en Los Ángeles, pero no ha sucedido nada.

Para Garza, no hay imagen más precisa que la de una semilla. “Siqueiros es quien inició el muralismo en Los Ángeles”, dice el documentalista, testigo de la lucha por los derechos civiles de los chicanos en las décadas del 60 y 70.

“La comunidad chicana, los artistas chicanos, tuvieron su nacimiento en Los Ángeles, después en los Estados Unidos y luego en el mundo”, celebra, agridulce. “Eso es lo que Siqueiros inició”.

De espaldas a los gobiernos de México y Estados Unidos, Mitin obrero permanece oculto detrás de una plasta de pintura grumosa, hasta que alguien se haga responsable.

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