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Emiliano Monge vuelca su historia familiar en la novela “No contar todo”

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EFE

La primera historia que Emiliano Monge quiso escribir fue la de la falsa muerte de su abuelo, pero no pudo hacerlo hasta muchos años después, cuando comprendió que, para ello, tendría que convertirse él mismo en parte de la narración, lo que dio como resultado el libro “No contar todo”.

El relato sobre su abuelo, un hombre que fingió su propia muerte para desaparecer del mapa, iba ligado al concepto del “abandono”, pero Monge logró extender las ramas de esta historia hasta convertirla en una “novela metáfora” sobre las diferentes violencias que se dan en México, explica en entrevista con Efe.

“Y ya no es solo el abandono, sino también la mentira y la verdad, el machismo y la composición de la masculinidad”, señala.

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Las violencias, argumenta el escritor, se originan, en primer lugar, en “la mirada familiar”, que las “reduce, potencia, elimina o descompone”. Esto, más tarde, se replica para llegar a la comunidad y a la sociedad.

“Buena parte de lo que sucede en México se entiende en reversa, llegando a esta descomposición de la familia, a este machismo enquistado, arraigado en las personas”, defiende, convencido de que “las violencias de la intimidad prefiguran las de un territorio”.

“No contar todo” podría describirse como una novela de no-ficción, aunque Monge (Ciudad de México, 1978) precisa que, aunque los hechos que se cuentan sí ocurrieron en realidad, la ficción entra en juego a través de la forma de contarlos.

El libro se mueve entre los relatos del abuelo del autor, en forma de diario, de su padre y de él mismo.

Cada una de estas secciones, que se van intercalando, está contada en una persona diferente -primera, segunda y tercera, respectivamente-, lo que le ayudó a marcar diferentes niveles de distancia respecto al narrador.

En su caso, escribir en tercera persona le ayudó a alejarse de sus propias experiencias y a ver su vida como si no fuera suya, despegándose de lo “emocional”.

“Era como si no estuviera hablando de mí, y es ahora, cuando el libro sale y empiezo a hablar de él, cuando empiezo a darme cuenta de que es mi historia”, reconoce.

El también autor de “Las tierras arrasadas” (ganadora del IX Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska) y “El cielo árido” comenta que, para su sorpresa, sus familiares han vivido la publicación de esta novela “con una entereza y una humanidad muy impactante”.

Aunque ellos se han convertido en protagonistas de la obra, no ha habido “mucho drama al respecto”. “O no me lo han hecho saber. A lo mejor les da miedo que lo cuente en otro libro”, bromea.

A lo largo de la novela, Monge reflexiona acerca del peso del apellido y de lo que implica.

“La historia de tus antepasados te marca, porque eres resultado de esa historia. Formas parte de un todo y te complementas con ellos, es imposible escapar de esa influencia, consciente o inconscientemente”, reflexiona el autor.

En su caso, considera que el apellido Monge implica “el presentimiento de la huida”, porque este es un factor que se ha repetido en varios miembros de su familia.

“De eso trata la novela, de entender de qué manera se van agregando esas improntas”, afirma el escritor.

Pese a que el libro abarca unos 80 años de historia familiar, incluyendo secretos de familia y pensamientos íntimos, Monge asevera que guardó “muchísimo” para él, dado que únicamente plasmó aquellas vivencias que estaban relacionadas con los temas sobre los que quería ahondar.

“Es como cuando te atoras una camisa o un suéter en una esquina y sale un hilo, esa hebra, que es parte de la historia general de esa prenda elegí una hebra y lo que expuse es solamente lo que da sentido a esa hebra”, concluye.

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