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“El niño que fuimos”, una novela de culto al lado luminoso del desamor

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EFE

Más que un lamento de víctimas hundidas en la orfandad, “El niño que fuimos”, la nueva novela de la escritora mexicana Alma Delia Murillo, exalta la estela de luz dejada por pequeños seres sobrevivientes al desamor.

“Sobrevivir es gozoso; lo haces con unos lados luminosos y otros que cuando te asomas de adulto, abajo de la cama quedan algunos monstruos”, asegura a Efe la autora al referirse a su segundo volumen de largo aliento, publicado por Penguin Random House.

Murillo, quien se reconoce a sí misma como una apasionada del alma humana, cuenta la historia de Óscar, María y Román, tres niños de poco menos de 10 años en un internado de Ciudad de México que en los años 80 firman un pacto de amistad convertido a la larga en una especie de armadura para resistir la soledad más aterradora.

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Óscar pierde a su madre en el transcurso de la novela, María sufre la indiferencia de los mayores y Román, huérfano, se refugia en los amigos en un libro marcado con el sello del amor, la venganza, la homosexualidad y el abuso de algunos adultos.

“Esta novela tiene de iniciática; los chicos descubren sus cuerpos, los genitales del otro, los besos, las peleas y el amor. En mi generación fuimos niños carnales, de estar juntos en el salón con un libro o detrás de la pelota, y estaba bueno contar eso”, señala.

Alma Delia creció en un internado y aunque la historia transcurre en el mismo lugar de sus vivencias, la escritora huye de los personajes víctimas y convierte a los niños desolados en un trío de cantores, aventureros y solidarios a pesar del dolor.

El título del libro nació de la idea de que todos somos sobrevivientes del niño que fuimos, lo cual quedó plasmado cuando de adultos Óscar, arquitecto, y Román, diseñador de zapatos, se encuentran en redes sociales y buscan a María, quien baila en un grupo de danza y está embarazada.

La novela mantiene inquieto al lector. A veces lo hace sentir odio ante los abusos, y en otras complicidad con los tres héroes.

“Estos personajes tienen claroscuros, momentos de soledad y neurosis. De mayor Óscar tiene una incapacidad para relacionarse y va desarrollando una conducta sexual peculiar, relacionada con las experiencias de la niñez cuando su madre se prostituía. Ahí está todo eso que resuena de niño y a esa edad no entiendes”, explica.

En su anterior novela, “Las noches habitadas”, Murillo cuenta la historia de cuatro mujeres desveladas que luchan contra sus fantasmas. Ahora los niños se imponen a la violencia en su medio y dejan en el camino las migajas de la inocencia.

“Yo he tenido un proceso importante. De pronto dije, ‘Cuenta lo quieras contar. Si es una gran mentira, mejor, para eso escribes’”, confiesa al referirse al toque de irreverencia de la obra.

La escritora reconoce que en el internado el bullying existe pero el acoso principal es el del acto de crecer entre cientos de niños que a veces explotan como en una escena de llanto colectivo iniciada por uno que contagia al amigo y éste al grupo.

“Crecer con otros te deja mucho y esas historias están inspiradas en cosas que oí, vi, supe. Fui al internado de mi niñez. Recordaba aquel lugar con la magia de mis siete u ocho años y fue tremendo lo que la memoria trajo a la realidad. Entonces decidí inventar una historia”, refiere.

Los hermosos ojos negros de Alma Delia brillan cuando recuerda el paroxismo vivido al cerrar la obra. Para hacerlo, abandonó todo, alquiló una casa en Ciudad de México y con pose de parturienta durante tres días se entregó a una escritura dolorosa y al final, a veces con llanto, dio a luz a sus tres niños.

“La vulnerabilidad de no tener padres es tremenda. Por eso el internado se vuelve un lugar seguro, pero salir a la calle la vida es de terror. Yo quise contar todo eso”, confiesa.

La novela retrata a un cura pederasta, a un político sin entrañas, a un hombre sin recursos para ser hombre y a una mujer ladrona de los bienes de un niño, pero demuestra que es posible sacar el lado luminoso también en el más atroz desamor.

“Ahora los niños están volviendo pero desde las miradas de quienes los leen y es lindo eso”, dice emocionada la autora.

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